Informe Rojo
Por Mussio Cárdenas Arellano
* Rubén Espinosa, Silvia, Claudia, Timoteo,
entre la amenaza y el asedio * La rectora evade el diálogo * Y se pela por
atrás * Caballero y el daño ambiental * García Bringas también amenaza * Nuevo
ataque en La Bestia * Odebrecht y la privatización de SAS * Gustavo Guerrero
opera para Fidel, Duarte y Tony
MUSSIO CARDENAS
ARELLANO
Publicada en
mussiocardenas.com y diariopresencia.com
17 de junio de 2015
A Rubén Espinosa le
“caga” irse de Veracruz, ocultarse, andar con miedo, no poder trabajar.
Trasluce ira. Sabe que si permanece un día más, le va a ocurrir lo que a los
estudiantes de la UV, agredidos, tundidos a golpes, tasajeados con machete, a
manos de un grupo parapolicíaco o paramilitar.
Prefiere el exilio.
Rubén Espinosa es fotorreportero, corresponsal de la revista Proceso, de AVC,
de Cuartoscuro, y un joven con conciencia de gremio, que habla y denuncia, que
se irrita ante la muerte de los periodistas en Veracruz, por la impunidad, por
la política de represión del gobierno de Javier Duarte.
“Me molesta, me
caga estar así, aislado, con miedo, no poder chambear a gusto, pero prefiero
salirme, antes que me pase lo que a los estudiantes”, dice a Proceso, en una
información que alertó a todos, que encendió de nuevo los focos rojos sobre el
Veracruz violento que ha dado, sólo durante la pesadilla duartista, 12 crímenes
de comunicadores.
Su exilio es
temporal. Se va mientras no haya condiciones para ejercer el periodismo,
asediado por personajes extraños que lo siguen, que le pisan la sombra, que los
halla aquí y allá, que le aplican marcaje personal.
Cuenta Rubén
Espinosa:
“El pasado
miércoles, tres hombres corpulentos, con actitud sospechosa y sin retirar sus
miradas intimidatorias, me tomaron fotografías en las afueras de mi casa, ellos
iban acompañados de un taxi… un sujeto, con bermudas blancas, playera azul de
un equipo de futbol y zapatos de vestir, hizo movimientos corporales con toda
la intención de que yo me percatara de que me estaban tomando fotografías”.
Ya los había visto
afuera de su casa. Los vio por la mañana pero “no presté tanta atención”.
Posteriormente,
tras cubrir el diálogo entre estudiantes y directivos de la Universidad
Veracruzana, luego de la agresión que sufrieran los ocho alumnos, la madrugada
del viernes 5, caminaba sobre la avenida Xalapeños Ilustres. Otros sujetos de
“complexión delgada pero musculosa” le hicieron saber que tenía que “quitarme
del camino” si no quería ser agredido.
“Algunos metros más
adelante, al pasar por las instalaciones de la Policía Auxiliar, otros dos
tipos, morenos, de cabello corto, corte tipo militar, que se encontraban en la
parada de autobuses, afuera de una carnicería, me siguieron. Uno avisó al otro
con el codo, me señaló con la mirada y de nueva cuenta no dejaron de seguir mi
trayecto a lo que me resguardé en una tienda de artículos para bebé que se
encuentra a contraesquina de la carnicería, los tipos cruzaron la calle, uno de
ellos volteó, me retó con la mirada por última vez y se retiraron del lugar”,
dijo Rubén Espinosa.
Sus temores tienen
un por qué. Rubén Espinosa fue uno de los periodistas que se percataron que en
la conferencia de prensa del Partido del Trabajo, en Xalapa, había tipos
armados. Vestían de blanco. Dialogaban con los “orejas” del gobierno.
Ahí reveló el PT
que el gobierno de Veracruz tenía una lista de estudiantes, activistas,
defensores de derechos humanos, ambientalistas, militantes de partidos
políticos, catalogados como “incómodos”.
Filtrado al PT, el
documento se denomina “Balance Electoral 2015”. Lo elaboró o pasó por la
Secretaría de Seguridad Pública del gobierno veracruzano y en ella se tilda a
los “incomodos” de “anarquistas” y “desestabilizadores de elecciones”.
Rubén Espinosa
participó en la colocación, por segunda vez, de la placa con el nombre de Plaza
Regina, en Plaza Lerdo, frente al palacio de gobierno, en Xalapa. Una vez la
pusieron, fue retirada, la volvieron a colocar y acaba de desaparecer, obvia la
irritación del gobernador, obvia la afrenta, obvia la repulsa porque el crimen
de la periodista Regina Martínez Pérez, corresponsal de Proceso en Veracruz,
fue un antes y un después para Javier Duarte.
Ese 9 de junio,
Rubén Espinosa participó en la recolocación de la placa. A su lado y de frente
tenía a “orejas” del gobierno. Con ellos había pseudoperiodistas infiltrados,
uno de ellos que se hacía pasar por reportero de Imagen del Golfo, desmentido
luego por el propio portal.
A Rubén Espinosa,
como a otros periodistas, le tomaron fotografías. Y después comenzó el asedio,
hostigado, con la amenaza constante.
No es el único.
Claudia Guerrero Martínez, autora de la columna Entre lo Utópico y lo Verdadero
y directora del portal Periódico Veraz, le agredieron las instalaciones de su
medio los integrantes del Movimiento de los 400 Pueblos, a las órdenes del ex
presidiario César del Ángel, auspiciador de desnudos de menores de edad,
grotesco espectáculo que genera dividendos políticos para el patrón del mal.
Al periódico Veraz
lo atacaron los encuerados con piedras y huevos, lanzados a granel, ante la
mirada pasiva, complaciente, cómplice de la policía estatal.
Luego irían por
más. Claudia Guerrero los denunció y en respuesta le rodearon su casa. Impedían
entrar y salir, un secuestro vil, al gusto de la pandilla duartista.
Silvia Núñez,
columnista, autora de Fuera de Foco, enfrenta una amenaza tan sutil como
siniestra. Reveló los pormenores de la traición en Movimiento Ciudadano para
que su candidata a diputada federal en Veracruz, Carolina Aragón, no creciera,
no criticara a su adversaria del PRI, Anilú Ingram Vallines, ni al gobernador
Javier Duarte, ni al líder magisterial Juan Nicolás Callejas Arroyo, y a cambio
recibió un mensaje con filo: “Saludos a Regina. Cuídate”.
Denunció a
sabiendas de la complicidad del gobierno duartista, que no se mueve un dedo en
el área judicial si se trata de defender y garantizar el trabajo de los
periodistas.
Andrés Timoteo,
titular de Texto Irreverente, que se publica en el periódico Notiver, corresponsal
de La Jornada en Xalapa, decidió autoexiliarse en 2012, tras el asesinato de
Regina Martínez, su entrañable amiga. Trascendió entonces que Andrés Timoteo
figuraba en una lista negra, que sería asesinado junto a tres periodistas más.
Salió de Veracruz y se fue a radicar a Francia.
Son tres pero hay
más. A reporteros del Corporativo Imagen y de FM de Veracruz los reprime la
policía. Son atacados por realizar su trabajo periodístico. Los hostigan, les
impiden tomar fotografías, los confinan en cuarteles policíacos, son objetos de
burla mientras reciben golpes. Y cuando se les denuncia, la Secretaría de
Seguridad Pública del “general” egresado de la Academia Bancaria y Comercial,
Arturo Bermúdez Zutira, simula que sanciona a los esbirros.
Hoy es Rubén Espinosa.
Dice que le “caga” estar así, aislado, con miedo, pero que es preferible antes
que le ocurra lo que a los estudiantes de la Universidad Veracruzana, agredidos
a punta de batazos y machetazos, la madrugada del viernes 5 de junio.
Se tuvo que ir. Dejó
Veracruz el viernes 12. Lo asediaban, lo seguían, le tomaban fotografías, les
dijeron que se “quitara del camino”.
Fue mejor que
quedarse a morir.
Archivo muerto
Qué desfiguros hace
Sara Ladrón de Guevara. Acude a un foro sobre violencia, habla, echa rollo,
evita el diálogo y se esfuma. Irrita así la rectora de la Universidad
Veracruzana a los alumnos y académicos que ahí la tenían, fugazmente, para
abordar el tema de la agresión a ocho alumnos, para fijar su posición en torno
a la represión oficial, para dilucidar si está al frente de la UV o agazapada
en un rincón. Entró la rectora por la puerta trasera al salón, en el Museo de
Antropología de Xalapa, el lunes 15. Tomó la palabra. Habló. No escuchó. No
dialogó. Se marchó. Desató la crítica, el reproche, agravó el repudio. No es
rectora Sara Ladrón de Guevara porque un rector está al lado de sus alumnos,
apuntalada por la comunidad universitaria. Es rectora de membrete, de palabra,
de fachada, una máscara y nada más. Mientras, en el DF el caso de los estudiantes
agredidos la madrugada del 5 de enero por un grupo parapolicíaco o paramilitar,
escala y se redimensiona, crece y es retomado por los principales organismos de
derechos humanos, por Artículo 19, por ONG internacionales. Ellos denunciando
allá y la rectora, acá, saliendo por la puerta de atrás... Sabía que era
terreno intocable. Y aún así quiso violar la ley. Megabronca ambiental,
jurídica y política, la que enfrenta Joaquín Caballero Rosiñol. Pillan al
personal del ayuntamiento en el basurero de Las Matas, sobre un área
incendiada, en derecho de vía de Comisión Federal de Electricidad. Ahí seguía
depositando los desechos sólidos, la basura, como hizo por espacio de tres
años, violando la clausura ordenada por la autoridad ambiental. Ya antes había
usado un terreno rumbo a Las Choapas, propiedad del delegado de la Profepa
estatal, Rafael Dehombre López, en una incongruencia total, pues el encargado
de velar por la protección al ambiente permitía y hasta se beneficiaba del
tiradero de basura. Luego fue Villa Allende, donde también era inviable. Ahora
vuelve al basurero de Las Matas que se halla en estado de clausura. Y a viola.
Si bien le va, CFE podría abstenerse de cursarle una denuncia penal federal por
delito ambiental. Pero si no, Caballero enfrentará a la ley... Incorregible,
Rafael García Bringas es Rafael García Bringas. Un día se le vio liarse a
golpes en el anexo al palacio municipal con el presidente del comité del
carnaval. Otros, increpar a la oposición en la radio, invadir sus espacios de
publicidad, refutarlos, atropellar el tiempo que los adversarios del PRI
pagaban para exponer su oferta política. Siendo panista, insultaba a los líder
priístas, que de “caciques y putos” no bajaba, uno de ellos Ramón Hernández
Toledo, el otro Marcelo Montiel Montiel. Pero regresó al PRI. Ahí le cobraron
los agravios, lo engañaron, convencido que sería diputado federal por
Coatzacoalcos. Lleva en sus adentros la hipocresía. Suelta frases de aprecio,
respeto, hermandad. Y ya en corto profiere amenazas, amagos de violencia, como
bandolero y rufián. Así es García Bringas, el doble cara, en el decadente final
de su carrera política... Atacan de nuevo a migrantes en Veracruz. Ocurrió en
La Bestia, a bordo del tren, el sábado 13, en las inmediaciones de Tembladeras
y San José del Carmen, municipio de Las Choapas, cuando criminales irrumpieron
y aplicaron su cobro de cuota. Exigían los 100 dólares para poder continuar su
camino hacia Estados Unidos. Muchos carecían de recursos. Los agredieron a
punta de machete y con armas de fuego. Por lo menos 10 migrantes
centroamericanos resultaron heridos, siendo trasladados al DIF municipal.
Veracruz sigue siendo un infierno para quienes provienen de otros países en
calidad de indocumentados. Y las cifras no mienten. Van 250 migrantes
desaparecidos, según reporte del Movimiento Migrante Mesoamericano. Es Veracruz
la entidad donde se registra este fenómeno, seguido de Tabasco y Oaxaca. Dice
el sacerdote Alejandro Solalinde, presidente de Pastoral de Movilidad Humana en
el Pacífico Sur y director del albergue Hermanos en el Camino, que el Plan
Frontera Sur del gobierno federal no tiene por objeto garantizar los derechos
humanos de los indocumentados, sino cazarlos y repatriarlos. Acusa Solalinde
que la desaparición de migrantes involucra a autoridades, que hay extorsión por
parte del Instituto Nacional de Migración, que a los niños migrantes los
desaparecen y trafican con sus órganos. Y que Veracruz es el cementerio
clandestino más grande de migrantes de todo el país... Un nombre: Gustavo
Guerrero Sánchez. Es el representante del consorcio Odebrecht-Aguas de
Barcelona, “ganadora” de la licitación por el Sistema de Agua y Saneamiento del
puerto de Veracruz. O sea, una mascarada vil, pues Gustavo Guerrero Sánchez es
aquel director jurídico de INVIVIENDA que en los tiempos de Fidel Herrera
Beltrán en el gobierno de Veracruz, acabó con las reservas territoriales.
Gustavo Guerrero orquestó despojos y fue vencido en cientos de juicios. Luego
se abrió de INVIVIENDA. Se convirtió en asesor legal del suegro del gobernador,
Jesús Antonio Macías Yazegey. Ahora reaparece como representante de la tramposa
Odebrecht, la que ha hecho trastupijes donde ha ido, violando leyes. Si Gustavo
Guerrero está inmiscuido en la asignación de SAS a favor de Odebrecht, es que
ahí está el fidelismo y el duartismo. Dicen los insiders que luego van por CMAS
de Coatzacoalcos. O sea, los políticos privatizan los sistemas de agua y los
políticos se convierten en sus dueños. Y a encarecer en un 400 por ciento el
servicio, como denuncia el diputado federal de Morena, Manuel Huerta...
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