* Enésimo capítulo: la ruptura fingida * Héctor fue secretario particular de Fidel Herrera * Inverosímil versión sobre Tierra Blanca * El policía que se volvió bueno * Marissa no da una * Maltrato a reporteros * Minatitlán, otra bronca de Saúl * Empleados lo enfrentan * La lengua infinita de Paulina Abella * Bermúdez asigna escolta militar a José Abella
MUSSIO CARDENAS ARELLANO
Pésimo actor, ya no sabe Héctor
Yunes qué treta usar para deslindarse de su raíz fidelista-duartista. Le llama
lastre a Javier Duarte, le dice pasivo político, le imputa actos de corrupción,
fallido gobernador por joven y por corrupto. Olvida que siempre lo exaltó como
su jefe político.
Teatral, teatrero, usa los reflectores de la prensa nacional
para fingir la ruptura con el gobernador de Veracruz, arrastrado por la quiebra
financiera, el caos de la violencia, la nave a la deriva y la corrupción de los
priistas.
“Javier Duarte es un pasivo para tu campaña, casi un lastre”, le
pregunta tácitamente afirmando Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, intentando
aparentar que el cuestionamiento no es pactado.
“Sí, sí lo es, sí lo es”, responde el senador con licencia, hoy
precandidato del PRI al microgobierno de dos años, con gesto recio y con ganas
de que alguien le crea.
“Pasivo” y “lastre”, difunden entonces los textoservidores de
Héctor Yunes Landa, replicando la maroma sus bots de las redes sociales, en ese
esfuerzo tan inútil como costoso por convencer a los que han de votar que ya
inició el rompimiento de los tramposos con los sucios.
Y ahí, en Radio Fórmula, se lamenta de ver el debate de las
culpas entre el gordobés y el precandidato de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel
Yunes Linares, por establecer quién es el más corrupto.
“Yo mismo le pedí (a Héctor Yunes) que empezara a criticarme”,
había dicho Javier Duarte el 23 de febrero, quitadísimo de la pena, con ganas
de echarle a perder el teatro, exhibirlo o ridiculizarlo, restando a sus
palabras todo rasgo de seriedad y mucho más de credibilidad.
Aun así, Héctor Yunes habla como si los veracruzanos fueran
ajenos al acuerdo con el gobernador para intentar un deslinde que ni ellos dan
por cierto.
Le ha exigido a Javier Duarte que aclare qué hizo con los 35 mil
421 millones de pesos enviados por el gobierno federal a Veracruz y que la
Auditoría Superior de la Federación determinó que no fueron aplicados, o los
aplicaron mal, o inflaron el monto de las obras o dilapidaron los recursos, o
simularon que reintegraban el dinero y luego lo desaparecían.
Le ha demandado a Javier Duarte que garantice la seguridad,
depure las policías y acabe con la violencia.
Le ha prometido que aquel que haya incurrido en actos de
corrupción, que le haya metido las manos al erario, que se haya enriquecido
impunemente, tendrá que enfrentar la ley.
Le sirve el foro con Ciro Gómez Leyva para embestir y crucificar
a Miguel Ángel Yunes, su primo, el panista que a diario lo exhibe y le recuerda
que Javier Duarte, Fidel Herrera y Héctor Yunes son los mismos y son lo mismo.
Yunes contra Yunes, el rojo atrae el tema del enriquecimiento y
las propiedades en el extranjero. Javier Duarte tiene las suyas, las que
exhibió Yunes azul, las que aparecen bajo la identidad de más de 40
prestanombres, los cómplices como Edgar Espinoso Carrera y su esposa, las que
adquirió Mónica Macías Tubilla, cuñada del gobernador, y su esposo José Armando
Rodríguez Ayache.
Yunes azul también posee un yate, que permanece en Cancún, acusa
Héctor Yunes, y casas y departamentos fuera del país, y una mansión en El
Estero, en Alvarado.
Tildar a Javier Duarte de lastre y pasivo político es migaja
verbal. “Yo mismo le pedí que empezara a criticarme”, le expresó el gobernador
y Héctor Yunes acató.
Dice también que fue un error la moda de nominar candidatos
jóvenes para las gubernaturas y luego llevarlos al poder. Y ahí tiene razón.
Javier Duarte, Rodrigo Medina, Roberto Borge, Manuel Velasco han sido un
fiasco.
Pero ahí, frente a Ciro Gómez Leyva, lo lastre de Javier Duarte
es sólo un pretexto. Le sirve para despellejar a Yunes azul, imputarle que el
Chapo Guzmán se le escapó aunque no haya sido en su época como director de
Readaptación Social del gobierno federal, o atribuirle el boquete financiero
del ISSSTE.
Pactado el “rompimiento”, nada genuino, categorizado el
gobernador como lastre de la campaña del priista, responde Javier Duarte con
dulzura tricolor. Dice que a cada golpe él hará uso del Twitter. A cada golpe,
difundirá un resultado de su gobierno, como si los hubiera.
¡Critícame, Héctor, critícame!
Lastre le llama Héctor Yunes a su jefe político, como afirmara
el 24 de marzo de 2014, en entrevista, en videos que circulan en redes
sociales, infinita su condición de lacayo el hoy precandidato del PRI a
microgobernador de Veracruz.
“Como gobernador y priista, Javier Duarte es mi jefe político”,
expresaba con orgullo Héctor Yunes y su voz e imagen quedaban para la historia,
sellados sus destinos, uno en calidad de gobernador y el otro en vías de ser su
sucesor.
Fue Héctor Yunes secretario particular de Fidel Herrera, el que
inició el desastre que hoy viven los veracruzanos, callado Héctor El Fiel,
omiso ante el saqueo, el atropello, el apropiamiento de las instituciones por
una pandilla que hoy tiene en la quiebra a Veracruz.
Secretario particular de Fidel Herrera Beltrán, vio y calló la
llegada de los Zetas, entregado el territorio a la delincuencia, y ni habló ni
alertó de la pesadilla que estaba por venir. Así se ganó ser líder del Congreso
estatal.
Bajo las faldas de Fidel, Héctor Yunes asumió la Subsecretaría
de Gobierno, ahí los problemas de Veracruz, el conflicto social, la
desigualdad, el atropello de los caciques, la tragedia de miles de
veracruzanos, agraviados desde el poder. Y el silencio le habría de ser pagado.
Fidelista, duartista, dibuja a Javier Duarte como un lastre para
su campaña. Y como un pasivo político.
Es show. ¡Critícame, Héctor, critícame!
Inútil, el deslinde no es creíble. Carece Héctor Yunes de la
habilidad para engañar a los veracruzanos, para llevarlos al imaginario de la
ruptura con el gobernador que tiene como misión tomar los recursos que no le
reintegra a la Federación y de sufragar de ahí la campaña del PRI.
Tirarle a Javier Duarte es aplicar el discurso carcelario, el
más rentable, el que provoca voto de castigo al PRI y votos para el candidato
que lo pronuncie. Ahí imita Héctor a Miguel Ángel.
Dice el portal Al Calor Político, el martes 1:
“Se nota que Héctor Yunes Landa ya se dio cuenta que con la
candidatura del PRI se sacó la rifa del tigre y está centrando su precampaña en
la misma dinámica que trae su primo Miguel Ángel, es decir, ambos coinciden en
lanzar condenas contra Javier Duarte confiando en que así convencerán a los
electores.
“Es obvio que Héctor quisiera no tener cargas negativas y
pretende deshacerse de todo lo que incomoda a la gente pero lo que no ha medido
es que la condena contra el PRI no es de ahora sino que se trata de una
historia tan larga como arraigado es el descontento y si quiere triunfar sin
ese PRI casi odiado tendría que construir un Partido nuevo, limpio, casi
‘renacido’ de aquí al 5 de junio.
“De lo contrario, será mejor que acepte su realidad: él ha
estado toda su vida en el PRI y sabía de lo que se trataba”.
Javier Duarte es un lastre. Javier Duarte es un pasivo político.
Es su nuevo ardid de campaña.
Allá quien se lo quiera creer.
Archivo
muerto
Don Rubén Pérez Andrade, honorable policía de Tierra Blanca,
testigo del levantón, interrogatorio, supuesta muerte de los cinco jóvenes de
Playa Vicente, fue cómplice por omisión y luego se volvió un ángel. Ajá. Cuenta
qué ocurrió pero no el por qué. Con esa versión, se va confeccionando la
Mentira Oficial, el cerrojazo al caso, el final de esta tragedia. Súbitamente
surge la coartada de Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Derechos Humanos
de la Secretaría de Gobernación, con tintes idénticos al sonadísimo Ayotzinapa,
donde 43 jóvenes desaparecieron y no se les halló. Oficialmente los levantó la
policía de Iguala, los entregó al crimen organizado y éste los mató; quemó sus
restos y los arrojó a un río. Se repite el guion en Tierra Blanca: levantón,
asesinato, cuerpos quemados, molidos y arrojados a un río. Dice el honorable
policía que habló aquejado por el cargo de conciencia. Ajá. Refiere el
inigualable Rubén Pérez que el móvil fue una venganza contra uno de los jóvenes
de Playa Vicente, levantados en Tierra Blanca, el 11 de febrero, pero no
detalla el porqué de la venganza. ¿Creíble? Ni en sueños. Javier Duarte,
“Culín”, alias el fiscal de Veracruz Luis Ángel Bravo; Arturo Bermúdez,
secretario de Seguridad y protector de policías que reprueban los exámenes de
control de confianza y ahí los mantiene aunque delincan, quieren sofocar el
escándalo y acallar la repulsa social. Día que pase, día que la ira de los
veracruzanos se ha de traducir en votos de castigo en la elección del 5 de
junio. Y ahora maniobra Campa Cifrián con una versión que agrava aún más.
Refutan los padres de los cinco jóvenes desaparecidos y acusan que mientras no
haya pruebas de la muerte de los muchachos, se reservan su derecho a creer… No
da una Marissa Cabrera. O emite boletines con datos erróneos o impide la labor
de los reporteros. Le da duro a la subdirectora de Comunicación municipal el
Notisur, periódico de la cuadra marcelista, o sea de casa, porque todo tiene un
límite y ella lo rebasó. Refiere el rotativo que en el desfile del Carnaval de
Coatzacoalcos, el domingo 28, obstaculizó la labor de fotorreporteros y
camarógrafos, les alzó la voz, los trató como si fueran menos, de quinta o de
arrabal. Y no es la primera. Disparado su carácter, ínfulas de diva sin mérito
ni virtud, Marissa Cabrera supone que así le lava la cara al alcalde Joaquín
Caballero, cuyo mayor conflicto es de imagen, amén de los haberes financieros
que comienzan a escasear. Un fiasco el Carnaval de Coatza y Marissa todavía
tratando a los reporteros como si fueran esclavos a los que hay que azotar con
látigo… Le viene otra a Saúl Wade León, alcalde real de Minatitlán desde la
tesorería, y al alcalde títere, Héctor Damián Cheng Barragán. Se insubordinan
los empleados municipales, pues el presidente municipal es una auténtica
nulidad, sin voz ni voto, que le pide permiso al tesorero Saúl Wade, L’enfant
terrible, hasta para respirar. Nadie está dispuesto a que le bajen el salario y
los burócratas de Minatitlán menos. Por eso el conflicto. Por las violaciones a
sus derechos laborales. Por la tiranía de un mozalbete que, reitero una vez
más, supone que los dineros públicos son un regalo de Dios para él. A detalle
el conflicto, en la que sigue… Ya no hay duda. Quien dispuso de la escolta para
José Abella, dueño del periódico El Buen Tono, de Córdoba, fue el “general”
Arturo Bermúdez Zurita. Lo revela la hermana del panista, frustrado candidato a
la alcaldía, José Abella, que de periodismo no entiende ni una coma. Dice
Paulina Abella, LadyVerdulera por aquello de sus denuestos, vocablos vulgares,
contra el periodista, él sí, respetado y atinado, Aurelio Contreras Moreno,
autor de la columna Rúbrica: “@yeyocontreras además aplaudidor ignorante no es
LAB (Luis Ángel Bravo Contreras, alias ‘Culín’, el fiscal de Veracruz) es @bermudezzurita
(secretario de Seguridad Pública) Ponte a trabajar y te alcance para rentar 1”.
Enchilada la “dama”, ha exhibido el nuevo helicóptero en que se mueve el
propietario de El Buen Tono, usado para desestresarse. Y qué suave, sólo que su
lengua es infinita, su cerebro no. Aurelio Contreras cuestionó que si tienen
recursos de sobra, por qué las escoltas las tiene que pagar el pueblo. Y se lo
pregunta al fiscal “Culín”. Sábese que los escoltas son quienes aparecen en la
fotografía que le desató el escándalo a José Abella, armados cinco de los seis
sujetos, lo que propició que el abogado fidelista Jorge Reyes Peralta le
imputara que tiene nexos con el crimen organizado. Aurelio cuestionó cuándo
citaría el fiscal al dueño de El Buen Tono para aclarar si tenía nexos con la
delincuencia. Recibió entonces amenazas, ataques, insultos. Aurelio, como era
de esperarse, denuncia la gravedad del hecho, lo acoge el mecanismo de
protección a periodistas de la Secretaría de Gobernación, todos en un cauce
institucional y legal. La única que sigue destilando vulgaridad es Paulina
Abella, corriente la tipa, lenguaraz sin medida, desconectada de la razón. El
punto es y seguirá siendo: si José Abella tiene para detentar un helicóptero,
¿por qué le asignan una escolta que se paga con recursos del pueblo, por
decisión de Bermúdez Zurita? Y peor: ¿por qué los elementos del Ejército
mexicano son usados para proteger a particulares podridos en dinero? ¿Por qué?
A qué nivel han hecho descender a nuestro Ejército…