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El Congreso Nacional Indígena se constituyó el 12 de
octubre de 1996, planteándose ser la casa de todos los pueblos indígenas, es
decir un espacio donde los pueblos originarios encontráramos el espacio de
reflexión y solidaridad para fortalecer nuestras luchas de resistencia y
rebeldía, con nuestras propias formas de organización, de representación y toma
de decisiones, es el espacio de los indios que somos. Somos los
pueblos, naciones y tribus originarios de este país México: Amuzgo, Binnizá,
Chinanteco, Chol, Chontal de Oaxaca, Chontal de Tabasco, Coca, Comcac,
Cuicateco, Cucapá, Ikoots, Kumiai, Lacandón, Matlazinca, Maya, Mayo,
Mazahua, Mazateco, Mixe, Mixteco, Nahua, Ñahñu/Ñajtho/Ñuhu, Náyeri, Popoluca,
Purépecha, Rarámuri, Tepehua, Tepehuano, Tlapaneco, Tojolabal, Totonaco,
Triqui, Tzeltal, Tzotzil, Wixárika, Tohono Oódham, Mam, Guarijío, Sayulteco,
Yaqui, Zoque, afromestizo y mestizo.
Que
cuando pueblos decimos que somos, es porque llevamos en nuestra sangre,
en nuestra carne y en nuestra piel toda la historia, toda la esperanza, toda la
sabiduría, la cultura, la lengua y la identidad.
Somos
los pueblos que seguimos siendo a pesar de los 5 siglos de exterminio,
violencia, dominación, despojo del capitalismo y sus aliados los dueños del
dinero, los representantes de la muerte. El capitalismo se nació de la sangre
de nuestros pueblos y continúa alimentándose de ella.
No
olvidamos. Porque esa sangre, esas vidas, esas luchas, esa historia son la
esencia de nuestra resistencia y de nuestra rebeldía, que se hacen autonomías,
reivindicaciones ancestrales de educación, seguridad, justicia, espiritualidad,
comunicación, autodefensa y autogobierno.
Colectivamente
construimos, abrazamos, defendemos y ejercemos los acuerdos de San Andrés
Sakamch´en de los pobres como la constitución de nuestros pueblos, porque
representan la única forma de seguir existiendo como los pueblos que somos, son
nuestro derecho a la libre determinación y autonomía, es decir, de
decidir sobre nuestros territorios, nuestras formas de organizarnos
colectivamente y la forma en que queremos construir nuestro futuro.
Los
pueblos que conformamos el CNI nos regimos por siete principios y nuestro
espacio máximo de decisión es la asamblea general reunida en el congreso, en
donde todas y todos tenemos palabra para decidir colectivamente.
1.- Servir y no servirse.
2.- Construir y no destruir.
3.- Representar y no suplantar.
4.- Convencer y no vencer.
5.- Obedecer y no mandar.
6.- Bajar y no subir.
7.- Proponer y no imponer
En 1998
realizamos nuestro II Congreso Nacional Indígena en México Tenochtitlán y
dijimos: Por la reconstitución integral de nuestros pueblos por lo que
decidimos impulsar junto con nuestros hermanos del EZLN la Consulta
Nacional para el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas
y el fin de la guerra de exterminio.
En el
2001, en nuestro III Congreso Nacional Indígena realizado en Nurío
Michoacán dijimos: por el reconocimiento constitucional de nuestros
derechos colectivos y nos sumamos a la Marcha por la Dignidad Indígena
que encabezaron nuestros hermanos del EZLN, en donde la voz primera de
nuestros pueblos y la voz mayoritaria de la sociedad mexicana se expresó
exigiendo dicho reconocimiento. Pero la respuesta de este mal gobierno fue la
traición al aprobar la contrareforma indígena del 2001, propuesta por el poder
ejecutivo, materializada por el poder legislativo y avalada por el poder
judicial, evidenciando que nuestra palabra y nuestro sentir solo sirvieron de
burla y escarnio de los poderosos. Nos dimos cuenta que el tiempo de
voltear arriba se habían acabado, que el tiempo de mirar abajo nos
sacudía y exigía emprender los pasos que la historia nos exigió.
En el
año 2006, en el IV Congreso Nacional Indígena en San Pedro Atlapulco tras mucha
reflexión decidimos suscribir la Sexta Declaración de la Selva Lancandona:
ejercer hasta sus últimas consecuencias la autonomía en los hechos y la
resistencia indígena.
Pero a
la par de que construimos nuestras autonomías el despojo y la guerra de
exterminio se fueron volviendo más violentos y nuestros dolores cada vez más
profundos. La guerra nos quiere matar como pueblos y matar en lo individual.
Ante
los despojos que se multiplican en nuevas formas y en nuevos rincones y tras
tanta muerte seguimos siendo los pueblos vivos y colectivos, los pueblos dignos
con nuestras rebeldías y resistencias que se han hecho luchas y
resistencias en las que vemos espejos que se reflejan en el espejo que somos.
Estos
espejos son los despojos que sufrimos y que vivimos en nuestros territorios,
son los que nos hacen sabernos en una emergencia que atenta contra nuestra
vida.
De
nuestro dolor nació nuestra rabia, de la rabia nuestra rebeldía y de la
rebeldía nacerá la libertad de los pueblos del mundo. Porque el corazón
de nuestra madre tierra vive en el espíritu de nuestros pueblos.
Esto es lo que somos, nuestra palabra,
nuestro caminar y nuestra lucha irrenunciable, somos pues el Congreso Nacional
Indígena y nuestro es el futuro de nuestros pueblos.