SEÑALAN QUE
APROXIMADAMENTE 70% DE LOS CASOS OCURRIERON EN EL SEXENIO DE PEÑA NIETO.
Criminales
involucran a niños para que señalen cuáles de sus compañeras de escuela son
presas fáciles.
Foto: La
desaparición de niñas, niños y adolescentes, un grave problema que el Estado se
niega a reconocer, aseguran organizaciones defensoras de derechos humanos y de
la infancia. Foto La Jornada
Sanjuana
Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 3 de septiembre de 2017, p. 14
La maestra de prescolar Lourdes Herrera del Llano mantiene la
habitación de su niño Brandon Esteban Acosta Herrera intacta: Su mochila está
en el suelo como la dejó el viernes que llegó de la escuela. Mi hijo es muy
ordenado, organizado y limpio. El ropero tiene sus camisas colgadas y sus botas
vaqueras cubiertas de polvo que usó días antes en el rancho. Aquí están la
pelota de futbol, una caja de canicas, carros de control remoto, juguetes de
construcción y figuras de súper héroes. Todo está igual, para cuando vuelva.
El
29 de agosto pasado se cumplieron ocho años de su desaparición. El niño tenía
ocho años y viajaba con su papá, Esteban Acosta Rodríguez, y sus tíos Gualberto
y Gerardo, por la carretera Saltillo-Monterrey. Los cuatro desaparecieron a la
altura de Ramos Arizpe, cuando se dirigían al aeropuerto a las 7:30 de la
mañana.
Lourdes
piensa en él todos los días, lo recuerda vestido de vaquero con su amplia
sonrisa y sus ojos negros, luciendo camisa a cuadros, pantalón de mezclilla,
botas, sombrero norteño y cinturón piteado.
Padecer
la desaparición de familiares adultos es muy doloroso, pero la de niños no
tiene nombre, no tiene perdón. No hay razón justificable, no puedo entender por
qué abusan así de menores indefensos, de seres tan pequeños que no le hacen
ningún daño a nadie y apenas están empezando a vivir, dice en entrevista con La
Jornada.
Como el
hijo de Lourdes, existen actualmente 5 mil 700 menores desaparecidos en México,
cifra que se incrementa de manera vertiginosa, sobre todo en el sexenio de
Enrique Peña Nieto, donde ha aumentado 70 por ciento el número de casos.
Así
lo afirman organizaciones de defensa de los derechos humanos y de la infancia,
que el viernes pasado presentaron una denuncia ante el Grupo de Trabajo sobre
Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la Organización de Naciones Unidas,
por los obstáculos que enfrentan los niños, niñas y adolescentes víctimas de
desapariciones en México.
En
ocasión del Día Internacional del Detenido-Desaparecido, celebrado el pasado 30
de agosto, la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Fuerzas
Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León y la Comisión Mexicana de
Defensa y protección de los Derechos Humanos, entre otras agrupaciones,
informaron al organismo internacional que de las 30 mil 991 personas
desaparecidas, 18 por ciento de los casos corresponden a menores de edad.
De
acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o
Desaparecidas, de 20016 al 31 de marzo de este año se reportaron 5 mil 452
menores desaparecidos, aunque advierten que no existe claridad sobre la cifra
total de víctimas.
Hay
una epidemia de menores desaparecidos. El 70 por ciento de los casos han
ocurrido durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, dice –en entrevista con La
Jornada– Juan Martín Pérez García, director de Redim.
Añade:
Es muy evidente el incremento de la desaparición de menores con esta
administración. Con Peña Nieto se incrementa 200 por ciento la desaparición de
mujeres adolescentes entre 15 a 17 años de edad.
Peor
aún, dice que de acuerdo con el estudio que han realizado, denominado 10
preguntas sobre las desapariciones de niñas, niños y adolescentes en México,
desde 2010 y principalmente en los últimos cuatro años se pasó de 57 casos a
612, lo cual representa un aumento total de 974 por ciento.
Perfil
de ataque
Según
este estudio pormenorizado, las adolescentes entre 15 y 17 años de edad son el
perfil de ataque de las redes criminales que han incursionado en la trata con
fines de explotación sexual: “nueve de cada 10 niños y adolescentes
desaparecidos son mujeres. Estas niñas desaparecidas son claramente cazadas en
redes sociales por halcones, para ser convertidas en esclavas sexuales del
crimen organizado. Hay una acción intencionada de desaparecer a las chicas”,
dice Pérez García.
Explica
que el modus operandi que crece es involucrar a adolescentes varones para identificar
a sus compañeras de secundaria: “Están haciendo catálogos a partir de los
perfiles de Facebook para luego ser identificadas, seleccionadas y
secuestradas.
La
otra modalidad que sigue siendo persistente ante los altos niveles de
impunidad, dice, es la connivencia de fuerzas de seguridad, particularmente de
policías municipales, con los grupos criminales de la zona para secuestrar a
chicas que ven en el espacio público con cierto perfil.
“Hay
otras adolescentes que son vinculadas por su entorno comunitario. Son las que
son presionadas a convertirse en las novias del traficante o narcomenudista de
la zona. Ellas se consideran las novias y pierden contacto con su familia. Tal
vez podría considerarse que se fueron de mutuo acuerdo; sin embargo, no tienen opción
ni mecanismos de protección que les pueda permitir huir”.
Pérez
García considera que ante el aumento del número de menores desaparecidos, este
fenómeno amerita acciones diferenciadas de las instituciones, aunque señala que
lamentablemente son invisibles para el Estado.
Las
niñas, niños y adolescentes desaparecidos son invisibles. Cuando se habla de
desaparecidos se sigue pensando en adultos, o cuando se habla de feminicidios
se sigue pensando en mayores de edad, cuando seis de cada 10 de estos homicidios
son de menores. Esta visión adulto-céntrica esta afectando de manera profunda
el reconocimiento del problema.
Añade:
Está invisibilidad se ha traducido en la ausencia de un enfoque de infancia en
los procesos de reconocimiento de desaparición. No aparecen ni siquiera
señalados como víctimas de este delito.
Sin
búsqueda
Las
desapariciones de menores, según el estudio, se han incrementado
particularmente en los estados del norte de la República, como Tamaulipas,
Nuevo León, Coahuila, Chihuahua o Sinaloa, aunque también en el estado de
México, donde se han registrado más de 975 menores sustraídos y se mantiene la
entidad en el primer lugar.
En
séptimo lugar se encuentra la Ciudad de México, con 221 desapariciones de
niñas, niños y adolescentes: En el rango de mnores de cuatro años de edad, seis
o siete de cada 10 son varones. Esto revela que están más en el patrón de
adopciones ilegales.
Lo
peor de todo, señala, es que ninguna institución los está buscando: ¿Quién está
buscándolos? No lo está haciendo el Estado, no lo están haciendo muchas veces
ni sus familias, no porque no quieran o no tengan dolor, sino porque la
búsqueda significa arriesgar a sus otros hijos o su propia persona a ser
asesinados por los grupos criminales.
Agrega
que el gobierno carece de una política pública diseñada para asistir a los
menores víctimas de desaparición y que los dos programas de alerta temprana y
búsqueda urgente, Alerta Amber y el Protocolo Alba, rara vez se aplican de
manera eficaz, porque el procedimiento para activarlos es burocrático.
El
otro impacto de la desaparición es el efecto en los hijos, sobrinos y
familiares de al víctima. Para los niños no hay una explicación institucional
de qué sucede. Sus seres queridos no están muertos, no están con ellos, por lo
que no se les puede considerar vivos. La desaparición trastoca el proyecto de vida
de toda la familia.
Añade:
Llevamos una década de esta guerra fallida y los impactos son enormes en la
vida de niños, niñas y adolescentes, particularmente en términos de
desaparición. No se les ha explicado. No hay programas públicos que permitan
ayudarles a asimilar la desaparición.
Gobierno
insensible
La
maestra Lourdes Herrera del Llano trabaja de lunes a viernes con niños de
prescolar. Su hijo Brandon tiene ahora 16 años y se lo imagina alto, igual de
guapo y amoroso: “Mi niño es muy dedicado en sus estudios, muy detallista y le
gusta mucho cantar. Se estaba preparando para servir de acólito y a su edad le
gustaba que lo cargara y lo sentara en mis piernas. Quería ser doctor… todo eso
quedó suspendido.”
Suspira
y dice que aún no encuentra una explicación para entender su ausencia: Al
Estado mexicano no le importa. El gobierno es insensible a esta tragedia que
debería resolver. No son carreteras, no son empleos o industrias, son vidas de
los mexicanos. Todo lo demás es secundario; primero es la vida, y Peña Nieto
terminará su sexenio con esta deuda y esta culpa de dejar un país lleno de
fosas clandestinas y sin apostarle a la búsqueda en vida de los miles y miles
de desaparecidos.
AnteriorSiguiente
Subir al inicio del texto