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POLEMON
Terminado el sexenio, concluye la telenovela. El presidente Enrique
Peña Nieto y Angélica Rivera, iniciaron los trámites de divorcio para finalizar
su matrimonio.
En su columna de este jueves en El Universal, el
periodista Salvador García Soto ofrece un adelanto
de lo que parece ser la crónica de una separación
anunciada.
Según la versión que llegó al periodista, el trámite es
consecuencia de “una separación y distanciamiento que ya lleva tiempo”.
“Así que con el fin de sexenio también terminará el cuento de hadas…”,
escribe el periodista sin dar mayores detalles del trascendido.
La última aparición de la pareja presidencial ocurrió en la ceremonia del
15 de septiembre del Grito de Independencia en Palacio Nacional, y
el segundo cuando las hijas mayores de ambos se hicieron un tatuaje en la Residencia
Oficial de Los Pinos.Ambos episodios fueron muy criticados en redes
sociales.
También el periodista de Proceso, Jenaro Villamil, advirtió
el pasado 2 de agosto mediante su columna, el mensaje oculto que Peña
Nieto le envió a su esposa para festejar sus 49 años de edad.
Dice el periodista que, en sus cuentas de Facebook e Instagram, “el presidente en el ocaso” escribió lo siguiente:
“Muchas felicidades en su cumpleaños, a quien me ha regalado ya 10 años de estar juntos y de compartir muchas vivencias que han dejado huella. Angélica, te deseo todo lo mejor en la vida, salud y muchas alegrías. Gracias por tu entrega y dedicación a nuestra familia. ¡Que Dios te bendiga!”.
Villamil escribe que más allá del mensaje de felicitación, el texto sugería una despedida, pues para nadie en el entorno de la pareja presidencial era un secreto que los personajes se habían distanciado física, política y emocionalmente.
“El convenio entre ambos se rompió prácticamente desde que llegaron a Los Pinos. El escándalo de La Casa Blanca fracturó para siempre una sociedad conyugal tele-dirigida que tuvo su peor momento cuando la exprotagonista de telenovelas salió a defenderse de una propiedad inmobiliaria que era del presidente de la República y no de ella”, detalla Villamil.
El también escritor del libro La caída del Telepresidente señala que durante cuatro años que ha durado el matrimonio, la relación entre Peña Nieto y Rivera ha sido todo lo contrario a una telenovela rosa: desencuentros políticos, diferencias entre los hijos de cada uno, un nuevo escándalo sobre el departamento de Miami de Rivera, tensión protocolaria, sonrisas congeladas, y la “eterna pose de enamoramiento” que ya nadie la compra.
Villamil remata su columna de forma contundente: no hubo final feliz para Rivera ni para Peña, pues éste se refugió en Punta Mita después de la aplastante derrota de su partido y de su candidato presidencial el 1 de julio, y ella, se fue a su enésimo viaje a Europa, acompañada solamente por sus hijas y un “nada discreto personal de seguridad” que trató de impedirle al periodista independiente Francisco Cobos, captar a La Gaviota, comiendo en un restaurante de la avenida Montaigne, una de las zonas más exclusivas de París, a dos cuadras de la avenida Campos Elíseos.
Gaviota en picada
Recientemente, la periodista mexicana Sanjuana Martínez publicó un libro llamado Soy la dueña en el que analiza el ascenso de Angélica Rivera como actriz de Televisa y su posterior arribo a la presidencia de la República. Menciona que Riverallegó a la televisora con apenas 14 años de edad, gracias al respaldo de Verónica Castro, pero todo el desarrollo de su carrera estuvo cobijado gracias al matrimonio que sostuvo con José Alberto, el ‘Güero Castro’.
Sanjuana asegura que después de terminar la telenovela Destilando amor y de su divorcio con el Güero Castro, Angélica Rivera formó parte de una especie de casting para la mujer que acompañaría al entonces candidato a la presidencia Enrique Peña Nieto. Entre las candidatas para acompañar al priísta estaban además Galilea Montijo, Lucero y la Gaviota, cuyo perfil terminó por convencer a los encargados de la selección.
La periodista refiere que a Rivera le fue muy bien como actriz, desempeñando el papel de La Gaviota en una de sus telenovelas, y por ello se ganó la simpatía del pueblo mexicano, pero al llegar a la presidencia dejó de lado las actividades humanitarias y caritativas de las que, por tradición, se debe encargar la Primera Dama. Por el contrario, se dedicó a ostentar riquezas, a llevar encima cientos de miles de pesos en artículos de lujo y ropa de diseñador, sin mencionar la polémica que provocó con el descubrimiento de La Casa Blanca.