31 de octubre de 2014

LA PESTE Y LA GUERRA

TEXTO IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo
La paradoja es que las fiestas de Todos los Santos llegaron a un México plagado de muerte y desolación. Los mexicanos tienen algo especial que los distingue del resto de los pobladores del planeta: saben matizar su tragedia con el humor. Así, la muerte que en la mayoría de las culturas es un tabú y se habla lo menos de ella posible, en México es un personaje animado al que se le baila, se le viste, se le canta y se le pone un sinnúmero de apodos.
 
Se hace fiesta de la  convivencia diaria con la muerte y eso asombra al resto del mundo porque los mexicanos no le temen sino que la aceptan como algo cercano, casi familiar. Sin embargo, de unos años a la fecha la muerte en México pasó de ser un personaje animado a una realidad terrible que cabalga enlutando a destiempo los  hogares. Las vidas cegadas de miles de personas, sobre todo jóvenes, a causa de la violencia provocada por el crimen organizado no es algo natural.
 
Hoy en día no se concluye el ciclo de vida con el abrazo final e inevitable –pero natural- a La Catrina o La Calaca sino que se interrumpe de tajo. Hoy el luto es forzado y generalizado. No hay día en que no se conozca una tragedia que acarre llantos y tristeza a miles de familias.  Por eso se dice la fiesta de los llamados Fieles Difuntos llega de forma atípica, cuando hay  hay muchos más personas que recordar en los rituales. Muchos más a quienes  poner una ofrenda, encender una veladora y dedicar  una oración.
 
Eso solo ocurre en tiempos de guerra o pandemia pues ambas provocan un incremento inusual de defunciones . ¿Cuántos muertos a destiempo van en México?, algunos –los más conservadores-  dicen que 30 mil, otros que 50 mil y  otros mas estiman la cifra entre 90  y  100 mil. ¿Y desaparecidos?. El número oscila, según varias estimaciones, en 25 mil personas que tienen el riesgo inminente de no volver a ser vistas, es decir, de estar muertas.  Lo anterior significa que el país  está en guerra y lo azota la peste: la criminalidad y la corrupción gubernamental que la permite. Ese es el triste contexto de la fiesta de los fieles difuntos.
 
Una muestra de la barbarie mortal que recorre el país es, sin duda, el caso de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos desde hace 35 días cuando fueron detenidos por policías municipales de Iguala y entregados a las bandas criminales para que supuestamente los masacraran. Ha transcurrido más de un mes y no se les ha podido localizar. La nación  entera está enojada y la opinión pública internacional encolerizada contra el gobierno del copetón Enrique Peña Nieto que entró en crisis y está bajo tela de juicio.
 
RECETA VERACRUZANA
 
Los funcionarios y políticos que permitieron el enseñoramiento del crimen organizado en Guerrero, así como en el resto del país, ahora no saben cómo salir del apuro y buscan turnar sus culpas a terceros. Así, desde el gobierno federal hay una campaña para criminalizar a las víctimas de Ayotzinapa porque se intenta hacer que los alumnos parezcan responsables de su propia suerte y así justificar la inacción de la justicia tanto preventiva como reactiva pues ninguna de las dos funcionó.
 
Hoy a los 43 normalistas se les señala  de haber estado infiltrados por la guerrilla – léase el Ejército Popular Revolucionario (EPR)- para hacerlos pasar como transgresores de la ley que intentaban desestabilizar a los gobiernos estatal y federal.  Todavía peor, se ha difundido la versión de que al menos 20 de esos jóvenes eran integrantes de un grupo criminal contrario al llamado “Guerreros Unidos”, el responsable de su secuestro, y por eso merecían el destino que tuvieron.
 
Esa es la respuesta del gobierno de Peña Nieto ante el clamor nacional e internacional para que se les busque y encuentre Los Pinos pretenden criminalizar a las víctimas para no allegarles justicia pero el acusar a los estudiantes de ser responsables de su propia desgracia, no solo es miserable sino hasta estúpido. Se les volverá en contra porque han sido tan obvios y tan ineficaces que ya nadie les cree. Lo que son las cosas pues ahora  Peña Nieto y su procurador, Jesús Murillo Karam hasta parece que están siguiendo la receta del gobernante veracruzano y su procurador Luis Ángel Bravo Peña, expertos en culpar a las víctimas.
 
Los padres de los estudiantes guerrerenses han retado al gobierno federal a ir a sus hogares para verificar la pobreza en el viven –no hay que olvidar que además de ser pobres, son indígenas los jóvenes desaparecidos- y también se negaron a dar el voto de confianza al copetón Enrique Peña Nieto, con el que se reunieron la tarde del miércoles pues no le creen el discurso de que están buscando a sus hijos ni que  “se aplicará la ley tope donde tope”. De ser así, ya el ahora exgoberandor de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero y el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, estuvieran presos.
 
Al primero en lugar de destituirlo, le buscaron una salida negociada a través de la figura de licencia al cargo y se especula que no será tocado judicialmente mientras que el edil lleva un mes prófugo sin que haya corporación policiaca que lo localice y lo detenga. Su huida  del estado de Guerrero y su permanencia como ilocalizable solo se explica que alguien poderoso en el mismo gobierno federal lo está protegiendo.
 
LA TARDÍA
 
Cuidando las formas y escogiendo las palabras, no por el buen decir sino para no desagradar al patrón, la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón –el apellido sigue dando miedo- “exigió” en comentarios trepados a las redes sociales al gobernante Duarte de Ochoa  garantizar la seguridad de los universitarios, luego de que maestros y alumnos denunciaron una embestida de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que los amenaza, detiene arbitrariamente y hostiga  por las movilizaciones que se realizan. Esos hechos que son gravísimos no le merecieron a la señora Ladrón un pronunciamiento puntual y serio.
 
La rectora se tardó un día que reaccionar y siempre cuidándole las espaldas a despachante de palacio de gobierno. Es más, hasta asumió el papel de  portavoz  oficial al asegurar que el gobernante estatal ya  se ha comprometido al cuidado de la integridad física de los estudiantes. Al paso que va, la señora Ladrón  terminará sustituyendo al vocero oficial, Alberto Silva cuando éste deje Comunicación Social para buscar el fuero en una diputación, quien no tiene el mismo apellido pero de igual manera honra el término.

FUENTE: NOTIVER

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