Primera de dos partes
Tras abusar de un joven, el padre Córdova se reunió con el titular de
Segob; una muestra del poder que tuvo el religioso
“Si en algún momento dudas de la existencia de Dios, piensa en el significado de esto que te acabo de hacer: es cuando alguien te posee, y yo a ti te he poseído como ninguna otra persona podrá hacerlo”, dijo el sacerdote Eduardo Córdova Bautista a una de sus múltiples víctimas de abuso sexual. Por primera vez se atreve a contar lo que sufrió.
Córdova Bautista es el actual Consejero Ciudadano de Transparencia y Vigilancia para las Adquisiciones y Contratación de Obra Pública del Gobernador priista Fernando Toranzo.
Desde que la primera víctima decidió ofrecer su testimonio para su publicación hace unas semanas, cada día surgen nuevas denuncias contra el sacerdote, apoderado legal de la Arquidiócesis de San Luis Potosí hasta el año pasado, a quien activistas, organizaciones civiles y abogados señalan como “un protegido, un encubierto por sus superiores”: la Diócesis de San Luis Potosí. Y fue la impunidad, agregan, lo que lo impulsó durante años.
Este nuevo caso sucedió en el DF, a donde el sacerdote viajaba acompañado de menores de edad con el permiso de sus padres, miembros de la comunidad católica de San Luis Potosí. Generalmente se hospedaba en el Hotel Casa Blanca, ubicado cerca del Monumento a la Revolución, un lugar donde los propios empleados lo conocían y sabían que llevaba niños o jóvenes.
“Entramos al cuarto. ‘¿Me permites darte un masaje en el cuello?’, me preguntó Eduardo Córdova Bautista. ‘Recuéstate y te enseñaré a relajarte, desabrocha tu ropa y déjame ver qué otros problemas físicos puedes tener si dejas que te toque’, fueron algunas de las cosas que me decía mientras con el temor y sin saber por qué lo permití, pasaron… Ya por la noche continuó recostado sobre la cama, con su brazo como almohada, y en un momento sin nada de ropa”, dijo en entrevista con SinEmbargo otra víctima con nombre y apellido, cuya identidad aquí se reserva.
Recordó que el abuso sucedió apenas en marzo de 2012, cuando ayudaba a las labores de la Arquidiócesis. El sacerdote es acusado desde hace 30 años de cometer violaciones contra menores.
“Las preguntas sobre si me masturbaba, y la idea que planteaba sobre ese tema, son los que poco a poco hacen que no cuestiones sobre la castidad que profesa un sacerdote. Te deja entender que estás ante una persona que piensas en que en realidad tiene firmemente sus enseñanzas sobre la vida religiosa. Te empieza a trabajar para lo que después realiza. Seguía el tema del estrés pero ahora referido a la tensión sexual; si esto ocurre o no, lo desconozco; pero te dice muy a su manera: ‘Déjame tocarte la entrepierna, es allí donde se concentra el estrés y lo puedes notar con un tipo de bolitas en esa zona’. Fue en ese momento donde todo límite se había terminado. Recuerdo que puso su mano en esa zona y poco a poco me fue tocando hasta llegar en un momento a jugar con mis testículos y pene”.
Este testimonio grabado de una de las presuntas víctimas se encuentra en poder de SinEmbargo.
El peso de la culpa
La víctima confesó que todo este tiempo ha vivido con la culpa de haber permitido que sucediera, una culpa muy común entre las víctimas de sacerdotes pederastas que utilizan su investidura para cometer las agresiones sexuales, muchas veces en nombre de Dios o la virgen.
Al día siguiente, cuenta que tenía que acompañar al sacerdote a atender citas con la jerarquía católica de la capital de la República: “La alarma que había puesto para comenzar las actividades el día siguiente estaba por sonar; pero algo distinto fue lo que me hizo despertar: sentir su gran cuerpo sobre mí, con las sábanas que me separaban de él y con la posibilidad de cubrirme aún. Sentí su aliento y su cara demasiado cerca de mí, su gran cuerpo que muy distinto del mío, que apresaba sobre mí”.
Sin preámbulo, el sacerdote le dijo:
“Seguiremos contigo hasta que aprendas a relajarte y que dejes de masturbarte”.
La víctima expuso que se negó y que incluso lo intentó arrojar de la cama. Córdova Bautista, añadió, de acuerdo con el testimonio: “No desconfíes de mí, es más, por la noche te tocará hacerme lo que yo te hice para que veas que no existe diferencia”.
Continuó su relato: “No existía mucho la cohibición de su parte puesto que lo vi salir del baño en ropa interior, yo me encontraba ya listo, pero con la cabeza hacia abajo, pensativo y con temor de las demás cosas que podrían suceder si esto continuaba”.
El cura, dice, le espetó: “¿Tienes miedo a que te viole, cabrón? Tú ni siquiera me gustas. Estás bien pinche para mí”.
“Las maldiciones eran parte de su léxico en confianza. Eran las ofensas que en esa mañana recibí de su parte, que sin duda bajan tu autoestima y te hacen sentir más triste y con dudas de que a alguien le puedas importar. Eso terminó allí, era el día del evento de Gobernación, así que teníamos que salir pronto”.
Contó que Córdova Bautista se entrevistó con el Nuncio Apostólico en México y con el Secretario de Gobernación y luego con el Secretario de Relaciones Exteriores. Por la noche, antes de regresar a San Luis Potosí, le advirtió: “¿A quién le dirás esto que pasó en México? Te he mostrado lo que es sentir a Dios y espero me dejes continuar mostrándotelo”.
“Ya es hora de que lo detengan”
Al volver, se alejó del cura. Pero comentó que cuando supo de las denuncias de víctimas de abuso sexual del sacerdote, a través de los periódicos y las noticias en la radio y la televisión, todo lo vivido se le presentó de golpe.
“La pesadilla que viví esas noches, no la comprendí hasta ahora que salió en las noticias los testimonios de relatos de más víctimas de él. Fue en ese momento en el que recordé lo que yo había pasado, fue entonces que comprendí el daño que me hizo. Ese temor que desde hace ya más de dos años cargo y hasta saber los demás testimonios sé que no fui el único al que realizó y dijo los mismos engaños. La idea de que muchos niños aún mucho más menores que yo hayan podido haber sufrido una violación, algún maltrato de su parte, ser uno más de los que sufrieron con su perversión, fue lo que me hizo querer hablar y participar para ponerle un alto a lo que hace”, cuenta.
Reconoció que nunca contó lo sucedido a sus padres, ni tampoco se animó a denunciar, pero que a través de los relatos de las demás víctimas ha comprobado que el padre Córdova Bautista utiliza el mismo modus operandi con todos.
“Ya es hora que lo detengan. Pensé que yo era el único, pero ahora veo que puede haber muchos más. Nunca me acerqué a ninguna autoridad por temor y vergüenza, de lo que siento, yo permití. Tampoco me animé por el poder que tiene, sobre todo al saber las personas con las que tiene contacto. Eso es lo que detiene siempre, lo que te detiene a denunciar”, dijo.
Considero al sacerdote Córdova Bautista como un “depredador sexual” y afirma que tiene todo el perfil de un agresor: “Debe ser detenido y juzgado como cualquier otro ciudadano”.
Con Dios y con el César
Como apoderado legal de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, el sacerdote Eduardo Córdova Bautista, ha concentrado poder político con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y una ascendente influencia eclesiástica en los altos círculos sociales, donde hasta hace poco era muy solicitado para oficiar importantes ceremonias religiosas, a pesar de los informes sobre los abusos sexuales contra menores que ha ido cometiendo en los últimos 30 años, de acuerdo con distintos testimonios que ahora han salido a la luz.
La historia de Córdova Bautista está centrada en la ambición de poder. Proviene de una familia de abolengo y su apellido tiene un peso específico en la sociedad potosina. Estudió en el Colegio Motolinía de la Congregación de las Hijas del Espíritu Santo y la secundaria y preparatoria en el Instituto Potosino Marista, donde después cometería parte de los abusos sexuales contra estudiantes.
Luego de que sus padres se divorciaron, Córdova Bautista decidió vivir al lado de su madre, en una vida familiar marcada por hechos traumáticos, como el segundo matrimonio de su mamá, cuyo esposo se involucró con la hermana de Córdova Bautista y con quien procreó una hija, que fue encargada por el propio sacerdote al cuidado de un orfanatorio de una congregación religiosa, luego de que su hermana se suicidara.
Después de terminar la preparatoria en el colegio de los Hermanos Maristas se ganó la confianza de las autoridades escolares, quienes lo convirtieron en encargado de la biblioteca. En ese momento, surgieron las primeras denuncias de abusos sexuales por parte de alumnos.
Al terminar sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (1980-1984), los maristas le ofrecieron una plaza como maestro y tutor de diversos grupos de secundaria. El capellán del Instituto Potosino, Juan Manuel Mancilla, actual Obispo de Texcoco, junto a un grupo de maristas fundaron el movimiento Acción Social del Instituto Potosino (ASIP), cuya actividad se centraba en organizar retiros espirituales, colectas escolares y acciones de apostolado como catecismo y visitas a asilos y hospitales.
El lobo en el rebaño
Pero en 1983 llegaron las primeras denuncias de manera contundente. El hermano marista Marco Antonio Flores Meyer, lo despidió inmediatamente después de recibir los testimonios de los padres de las víctimas, quienes advirtieron que no tolerarían ni un día más verlo en su puesto. El sacerdote José Luis Dibildox, entonces al frente de la Parroquia de Tequisquiapan, a la que pertenecía el plantel educativo y el domicilio del sacerdote, apoyó a los denunciantes.
El problema en ese momento fue que los padres de familia no acudieron ante las autoridades policiacas, todo quedó en el ámbito eclesiástico: “Dada la enorme ascendencia que tenía Córdova Bautista por sus labores religiosas y educativas, particularmente entre los jóvenes bachilleres de la institución, su despido les generó sorpresa y molestia, llegando a considerar la posibilidad de realizar una protesta ante los directivos de la institución por considerar injusta su salida del colegio. Sin embargo, de acuerdo con testimonios de estudiantes de la época, él se opuso a ello y mediante un lenguaje convincente, les solicitó y convenció que no hicieran nada, y que él los continuaría apoyando desde fuera”, contó a SinEmbargo un trabajador del colegio en esa etapa que prefiere mantener en el anonimato su identidad.
Al año siguiente, a pesar de las denuncias de abuso sexual, Córdova Bautista, ingresó al Seminario Mayor de la Diócesis de San Luis Potosí, donde gracias a sus recomendaciones ni siquiera le exigieron realizar el curso introductorio solicitado a todos los aspirantes; tampoco fue necesario que cumpliera con el requisito de los estudios en Filosofía, previos a los de Teología.
Fue ordenado sacerdote en 1988 por el Obispo Arturo Antonio Szymanski Ramírez, quien llegó a la Arquidiócesis de San Luis Potosí en enero del año anterior. Dos años después, lo envió a Roma a estudiar Derecho Canónico (1990-1992) para luego nombrarlo apoderado legal, puesto que le permitió concentrar poder político, social y religioso.
Uno de sus compañeros recordó ese momento: “La llegada de Szymanski Ramírez y el posterior ascenso a la Arquidiócesis significó un desplazamiento de los cuadros administrativos, sacerdotales y pastorales del anterior Obispo, lo cual resultó en beneficio de Córdova Bautista que se vería muy favorecido por tal coyuntura. En el ámbito local, era sabida la cercanía e influencia que el entonces Arzobispo tenía con las autoridades civiles tanto locales como federales, de tal forma que era comúnmente conocido en el ámbito político potosino con el sobrenombre de: “PRI-manski”. Los propios sacerdotes de la Arquidiócesis llamaban a Córdova Bautista, en privado, el “Niño consentido de PRI-mansky”.
Coto de poder
Fue así, como el sacerdote Córdova Bautista se fue ejerciendo poder e influencia dentro de la Iglesia de San Luis Potosí como su representante legal y en la vida política dominada por el PRI: “Para Eduardo Córdova Bautista no existían puertas infranqueables en Palacio de Gobierno ante todo tipo de autoridades, situación que aprovechó para recomendar y colocar a allegados suyos en diversos puestos al interior de la administración pública. En el ámbito educativo particular, bastaba una recomendación suya a los directivos, para que diversas instituciones otorgaran inscripción y espacio a hijos de familias que buscaban su apoyo. Por otra parte, era uno de los sacerdotes más solicitado para las ceremonias religiosas de los altos círculos sociales, a los que él también pertenecía”, dijo su ex compañero.
El peso político y eclesiástico de Córdova Bautista era tanto que fue desmantelando el trabajo pastoral de algunos buenos sacerdotes. Por sus manos pasaban los nombramientos de sacerdotes y persiguió de manera implacable aquellos que decidieron dejar la sotana y luego se incorporaban a dar clases a los distintos colegios privados católicos.
“En su calidad de apoderado legal de la Arquidiócesis, personalmente se encargó de solicitar su expulsión, lográndolo luego de manipular o presionar a las asociaciones de padres de familia, los directivos y las congregaciones religiosas propietarias de las escuelas. Argumentando falazmente el Código Canónico con el supuesto objetivo de evitar un “escándalo” entre la comunidad católica. Existe el testimonio de que el entonces Presidente de la Asociación de Colegios Particulares, el entonces Director General del Colegio Salesiano, quien –relataron testigos– señaló en una de sus reuniones que: ‘El padre Córdova nos dice que es importante para la Iglesia que demos testimonio genuino, por lo que estos profesores no deben pertenecer a nuestros colegios’. No contento con los despidos, llegó al extremo de vetarles a establecer cualquier contacto con estudiantes de escuelas privadas”.
Ese era su coto de poder, las escuelas católicas privadas, donde extendió su influencia. De hecho mantuvo relación con alumnos del Instituto Potosino Marista donde lo habían despedido. A pesar de su pasado de agresor sexual, siguió participando en los movimientos juveniles al interior del colegio el ASIP, Renovación Marista (REMAR), Ciudad Nueva Marista, Encuentros Juveniles de Espiritualidad (EJES), y Familia Educadora en la Fe (FEF).
Córdova Bautista fue colocado al frente de las agrupaciones de estudiantes de diferentes escuelas católicas: “Pronto terminó convirtiéndose en quien asistía a los retiros espirituales y acudía a confesar a los jóvenes de secundaria y preparatoria, tanto del Instituto Potosino Marista como del Colegio Motolinía, así como en asesor de los grupos mencionados”, dijo otro de sus antiguos compañeros, quien reconoce que, para entonces, nadie recordó el episodio de su despido del Instituto Potosino Marista o si lo recordaron, lo encubrieron.
En su ascenso eclesiástico fue nombrado en 1993 párroco en el municipio de Mexquitic de Carmona, donde sólo duró unos meses porque, según él, tenía que atender su función legal en la Arquidiócesis.
Luego fue asignado a la parroquia de la colonia El Paseo, de donde fue removido, debido nuevamente a las denuncias de padres de familia por abusos sexuales. Algunos testimonios hablan de que salió porque lo quisieron envenenar y otros de que recibió tremenda golpiza de algunos feligreses, que casi lo dejan muerto.
En ese entonces, los testimonios sobre los abusos sexuales cometidos por el padre Córdova Bautista eran del dominio público pero, aun así, el gobierno lo invitó a formar parte de Consejos Ciudadanos, Juntas de Gobierno y organismos públicos autónomos.
Fue Consejero de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (1999-2001). Y a pesar de lo publicado sobre sus delitos sexuales contra menores, es el actual Consejero Ciudadano de Transparencia y Vigilancia para las Adquisiciones y Contratación de Obra Pública del Gobernador priista Fernando Toranzo Fernández y el Monitor Ciudadano del Ayuntamiento de San Luis Potosí.
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