Los Pinos no honran
los difíciles tiempos que vive el país al intentar la conversión de un doctoral
servidor explícito del presidencialismo en un alto funcionario judicial que
debería ser imparcial y ajeno a grupismos.
Como
si el horno de la corrupción, el tráfico de influencias, las injusticias, la
violación a los derechos humanos y la impunidad estuvieran para bollos de
grilla palaciega impúdica, abiertamente se muestra a los mexicanos que la
máxima instancia de impartición de justicia de la nación se utiliza como
depósito de políticos especializados en la obediencia extrema a las órdenes del
ocupante en turno del Poder Ejecutivo o, en momentos de cierta disidencia
institucional, en la defensa de intereses densos del entramado de complicidades
en las élites.
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