Luis Cárdenas |
El Universal |
Lo vi con mis
propios ojos, como todos, en las redes: No tembló, no parpadeó, ni siquiera se
le arrugó la corbata.
Ahí estaba
Adán Augusto López, en el Senado, mirando por encima del hombro mientras decía,
con ese tonito de quien se piensa aún con fuero celestial: “A mí sus tiznaderas
me tienen sin mayor cuidado”.
Y claro, cómo
no, si durante muchos años fue intocable, porque Adán no solo fue el operador
de confianza de Palacio, fue el amigo, el escudero, el ejecutor por excelencia
de Andrés Manuel López Obrador. El hombre que, según los evangelios de la 4T,
representaba la “mano firme” de la transformación.
Pero eso ya
quedó atrás. Hoy es otra cosa. Hoy, Adán Augusto es un fantasma incómodo que se
aparece en medio del nuevo gobierno como un expediente que huele a gasolina
huachicoleada, a mucha sangre y sobre todo a traidor y traicionado.
Durante su
paso por la gubernatura de Tabasco, La Barredora —brazo del Cártel Jalisco
Nueva Generación— se consolidó, creció y se armó hasta los dientes, todo con la
venia de su secretario de Seguridad, Hernán Bermúdez Requena, a quien desde
2019 ya lo tenían fichado como líder del crimen organizado.
¿Y el fiscal
de entonces? Jaime Lastra Bastar, hoy diputado de Morena, también tenía cola,
pasado hediondo, desde los tiempos de Los Zetas.
Y no hablamos
de un grupito corrupto operando en lo oscurito. No, señor.
Hablamos de
una red apapachada desde el poder, premiada y blindada, clarito: en Tabasco,
Adán era el patrón y en Palacio Nacional tenía la bendición del ex presidente.
Hoy, mientras
sus excolaboradores huyen, se esconden o caen uno por uno, Adán sigue ahí,
sentado en el Senado, aún con su fuero y aún con mucho poder, menos que el
sexenio pasado, pero mucho poder.
Mientras
tanto, la presidenta Sheinbaum intenta gobernar con un gabinete medio propio y
medio impuesto, con decenas de frentes abiertos y con un movimiento que en
muchas ocasiones termina por dejarla sola y el destino del país pendiendo de un
hilo.
Llamar
“incómodo” a Adán Augusto es quedarse corto. No es un disidente, no es un
marginal. Es un estorbo vivo a cualquier intento serio de limpiar la casa.
Porque para tocarlo, habría que admitir que todo esto, todo, venía podrido
desde el origen.
@LuisCardenasMX

No hay comentarios:
Publicar un comentario