Lo degradante del debate sobre el debate es que con eso se pretende subsanar la inexistencia de un verdadero dialogo entre las fuerzas políticas y entre estas y la sociedad. El debate es un recurso político electoral de los Candidatos y Partidos Políticos, un espectáculo para hacerse notar.
La mayoría de los mexicanos no tiene una buena opinión de los partidos políticos. No por algo, si se observa, la publicidad electoral coloca siempre en primer plano la imagen de los candidatos y no a las organizaciones que los promueven.
El abstencionismo como el fenómeno del voto nulo entre otras muchas manifestaciones confirman lo que ya se sabe desde hace tiempo: que los partidos políticos como organismos públicos son parte de las instituciones de un Estado de Derecho que vive la más severa de las crisis que haya padecido en toda su historia.
Las alianzas cupulares entre partidos ideológicamente adversos y la proliferación de candidatos convertidos en chapulines es otra manifestación de la crisis del sistema político mexicano. El ciudadano común solo cree en lo que ve y lo que ve es la lucha por el poder como fin y no como instrumento de otros fines superiores.
Para los candidatos resulta de extraordinario valor “los hechos, las pruebas, los resultados, los compromisos cumplidos, la congruencia entre pensamiento, palabra y acción” y hasta la manipulación de “buenos sentimientos”. Sirve a la misma causa avalarse con la imagen de una vida familiar ejemplar.
Deberian los candidatos hacer silencio de sus buenas intenciones y que digan cómo piensan crear 100 mil empleos, cómo bajar la delincuencia 50%, cómo terminar con la corrupción, cómo elevar el valor agregado de los productos del campo y cientos de promesas de todos calibres. Porque todos los candidatos proponen lo mismo, pero no dicen como van hacerlo. Lógicamente los electores entran a la dinámica electorera y demagógica de los partidos políticos, candidatos y hasta de las autoridades electorales. Por cierto las imágenes de Candidatas y Candidatos con su sonrisa en la propaganda en las lonas y publicidad, se observa que les echan una manita de gato, desde ahí la sonrisa jovial se convierte en demagógica.