Por J. Enrique Olivera Arce
viernes, 15 de octubre de 2010
Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
Siendo mayoría los que están convencidos de que el TRIFE ratificará a Don Javier Duarte como gobernador electo, incluso los propios panistas que ahora, quemando su última carta, arremeten contra la Sala Regional del tribunal Electoral, insinuando que las ministros han sido “maiceadas” por el gobernador, daremos pues como un hecho que en mes y medio estrenaremos gobernador constitucional en la figura del joven cordobés.
Y si esto es así, lo más lógico es esperar que, por un lado, el Sr. Duarte conozca al estado como a la palma de su mano y, por el otro, expresarse con verdad, siendo objetivo en sus juicios respecto a la realidad a la que habrá de enfrentarse.
Pero ya empezamos mal y aún no inicia su administración. El síntoma del triunfalismo sin sustento, se contagia y se hereda, cuidado. Quien gobernará a Veracruz a partir del primero de diciembre, el pasado día siete de los corrientes, en Turrialba, Costa Rica, incurrió en falta reflejando desconocimiento de la realidad; dejándose llevar por la emoción propia de participar en un evento internacional al que concurriera como invitado especial de la dirigente nacional de su partido.
No me refiero a si atendió o no a la amplísima recomendación que de Berta Hernández y Leticia Perlasca, le hiciera Doña Beatriz Paredes, como dos posibles candidatas con cualidades e idoneo perfil para hacerse cargo, respectivamente, de las secretarias de la SEDARPA y la SEV, puesto que ello sería dar crédito a especulaciones y rumores que ya circulan en nuestra ciudad capital.
Sustento mi opinión en lo expresado por el Sr. Duarte, respecto a dos temas que guardan relación entre sí y que sin duda tienen relevancia especial para Veracruz.
“El desarrollo sustentable debe ser la base del progreso y será uno de los ejes de mi gobierno, porque el respeto al entorno asegurará una mejor vida para los veracruzanos”;
“El primero de diciembre será puesto en marcha un programa especial de apoyo a los productores de la tierra, sobre todo a los cañeros, porque Veracruz garantiza el abasto nacional de azúcar”.
Expresiones que suenan bien mediáticamente en nuestro medio, pero no en el marco de un foro internacional sobre producción agropecuaria al que concurrieran expertos en la materia y que sin duda tienen información sobre la realidad que vive México y, específicamente, Veracruz.
El desarrollo sustentable, en su más amplia acepción, no es compatible con las reglas del juego que impone el sistema económico y social dominante. Antes que la salvación del planeta que habremos de heredar a las nuevas generaciones, está la acumulación de riqueza de una minoría por sobre el interés de la mayoría de la raza humana. Esto es algo que no está a discusión. Es ya del dominio público.
México, y en nuestro caso, Veracruz, no escapa a tal realidad. Vivimos inmersos en el mismo esquema depredador y de explotación inmisericorde tanto de recursos naturales como del trabajo de millones de trabajadores urbanos y rurales, .que domina al mundo.
Atendiendo a lo anterior, es bien sabido que para que exista desarrollo sustentable, primero debe tenerse muy en claro lo que significa desarrollo y sus implicaciones. Como reducción de desigualdad, pobreza, exclusión, así como incremento de ingresos, educación, soporte tecnológico, salud, cultura y recreación, entre otras condicionantes no menos importantes. Sin una vida digna con bienestar para todos, el desarrollo tal cual se argumenta oficialmente, es una falacia. El adjetivarlo con el término de moda, no modifica tal estado de cosas.
Luego aspirar a un proceso de desarrollo sustentable en el campo mexicano o veracruzano en lo particular, no sólo es inviable, sino en nuestros días, utopía inalcanzable. Como corolario, igual de utópico es el respeto al entorno, cuando pobreza, corrupción oficial, e intereses económicos de una minoría rampante, propician depredación y deterioro permanente del medio ambiente y biodiversidad.
Veracruz no escapa a esta realidad. Ejemplos de ello a lo largo y ancho de la entidad, sobran para sostener tal afirmación.
Por cuanto al tema del azúcar, Veracruz no garantiza el abasto nacional del endulzante, como lo afirmara el Sr. Javier Duarte.
Con una planta industrial obsoleta, descapitalizada, y los bajos rendimientos del cultivo de caña de azúcar, gramínea empobrecedora del suelo, en extensas áreas de zonas de abastecimiento con más de dos centurias de explotación sin rotación de cultivos, el país entero padece escasez de este endulzante, debiéndose importar un cada vez mayor volumen de este producto a menor costo. El gobierno tiene que subsidiar a la actividad, más por razones sociales y políticas, que por incrementar productividad, rentabilidad económica o competitividad, en un mercado globalizado en el que México no impone las reglas ni Veracruz está en condiciones de modificarlas.
Démonos de santos que aún podemos contar con producción azucarera en la entidad. El Sr. Duarte, en su calidad de secretario de finanzas, debe saber cuantas veces y a que costo, el gobierno estatal se ha visto en la necesidad de inyectar oxígeno con recursos públicos tanto a la planta industrial como a los abastecedores de materia prima, para darle un poco de respiro a la actividad. Los ganones de siempre, todo mundo lo sabe, no son los cultivadores de caña o los jornaleros, cortadores inmisericordiamente explotados, son los propietarios de los ingenios, los líderes agrarios y obreros, acaparadores, y los fabricantes y distribuidores de maquinaria y agroquímicos.
Adicionalmente, lo estamos viviendo, el cambio climático ya da que pensar a los productores en la conveniencia o no de seguir explotando la caña de azúcar en las zonas tradicionales que, año con año, ofrecen un mayor grado de vulnerabilidad frente a fenómenos meteorológicos cada vez más atípicos.
Cambiar de localización ingenios y áreas de abastecimiento, como para asegurar que Veracruz garantice realmente el abasto nacional de azúcar en condiciones de volumen y precio, que eviten el tener que importar el endulzante, además del costo económico y un auténtico caos social, implicaría ampliar y modificar la frontera agrícola, deforestando y dando al traste con la idea de la sustentabilidad en el campo que pasa por la mente del Sr. Duarte.
Lo anterior lo comenta un lego en la materia. Sería positivo que los expertos dieran su opinión sobre el particular, si es que los invitan porque hasta ahora, han sido ignorados partiéndose de la idea de que los que saben del paño, son los burócratas, líderes y caciques sindicales, que en Veracruz sólo conocen de cómo jalar votos para su partido.
Sea un lego como quien esto escribe, o los expertos en la materia, quienes argumentemos sobre la viabilidad o inviabilidad del desarrollo sustentable en la entidad, o la contribución de Veracruz al abasto nacional de azúcar, opiniones más, opiniones menos, es algo irrelevante, en el marco de la propaganda oficial. Otra, muy distinta, el que el próximo gobernador de Veracruz se exhiba ante la comunidad internacional como alguien que no conoce la realidad del estado que pretende gobernar.
El moderno concepto de aldea global ya no deja mentir sin que ello traiga consecuencias. Debiéndose recordar que la lengua larga acompañada de ideas cortas, puede hacer fracasar a toda una administración. Mi humilde sugerencia, para el Sr. gobernador electo, es que modere su discurso, que no ofrezca ni prometa nada que no pueda o no esté dispuesto a cumplir. Debiéndose esforzar por mantener congruencia con su personal circunstancia. Si el TRIFE le favorece, como lo espera ya una importante mayoría -por las razones que sean-, lo deseable es su deslinde del triunfalismo sin sustento y la retórica grandilocuencia mediática, que a todo contribuye menos a la conducción de un buen gobierno como el que esperamos los veracruzanos.
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