Como si vieran al mismísimo diablo, muchos se escandalizan por las apariciones del Villano Favorito. Más aún, la mitología de Carlos Salinas es estandarte de ex priistas como Andrés Manuel López Obrador, quien, a modo de “tilma de Juan Diego”, exhibe por el país la gráfica reveladora del saludo del ex presidente y “su ahijado”, Enrique Peña Nieto, la nueva obsesión de azules y amarillos.
Para bien o para mal, Carlos Salinas sigue siendo emblema de las calamidades que aquejan a los mexicanos, versión vernácula del demoniaco Nicolás Maquiavelo, encarnación de maldad a la mexicana y de lo que son capaces los poderosos en estas tierras. En corto, Salinas es lo más cercano al “diablo”. Pero, claro, un diablo de juguete.
Y es que, salvo los engañabobos, nadie en su sano juicio puede creer el cuento de que Salinas es el todopoderoso que está detrás de todos los negocios y perversidades que tienen postrado a México, titiritero capaz de mover todos los hilos de transas del poder, de poner y quitar posiciones de alto rango. Más allá de un pillo que engañó a millones y que robó a manos llenas, Carlos Salinas hoy no es más que arqueología del poder autoritario del viejo PRI. Un poder que, en efecto, pretende regresar.
Pero acaso lo más interesante del salinato no sea su mito, tanto como su herencia. ¿Cuántos hombres forjados por la familia Salinas, la carrera de Carlos Salinas, los intereses de Salinas, están hoy en posiciones de poder, disputan hoy el poder y hasta “les da asquito” reconocer que en su tiempo prendieron veladoras a Salinas? Empezando por López Obrador y su escudero Ricardo Monreal, sin olvidar que Raúl y Carlos Salinas son padres de esa grosera empresa familiar llamada Partido del Trabajo, cueva de pillos que sólo ha servido para enriquecer a unos cuantos.
El IFE cumplió 20 años, y al festejo acudieron, además de Salinas, los salinistas Jorge Carpizo, Arturo Núñez, Emilio Chuayffet… pero en la adelantada contienda presidencial de 2012 será candidato presidencial el salinista Marcelo Ebrard, hijo político del supersalinista Manuel Camacho.
Más, serán determinantes en esa elección partidos políticos creados a la sombra del salinismo, como Convergencia, cuyo dueño es el salinista-zedillista en desgracia Dante Delgado, hoy prohombre de la izquierda; el partido Nueva Alianza, de la salinista profesora Gordillo, y el Partido Verde, de los salinistas pillos parientes del Niño Verde. ¿Cuántos críticos de Salinas son hijos de Salinas? Les guste o no, Salinas es “el papá de los pollitos”. ¿O no?
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