Por José Miguel Cobián
El gobierno de Javier Duarte en Veracruz lleva poco más de un mes de iniciado. Algunas de las acciones a tomar debían de esperar a que llegaran los nuevos presidentes municipales, pues con los salientes o no había ¨química¨ como era el caso de Boca del Río, o era mejor tomar las decisiones con los que estarían tres años.
A fin de cuentas se nota a corto plazo que los conflictos más importantes del estado, esa efervescencia que hubo los primeros días de diciembre, con paros carreteros, estorbos en todos lados, conatos de violencia, descontrol de la población, etc., ya se superó. Ahora toca el turno a lo importante una vez resuelto lo urgente.
Veo que en la secretaría de gobierno las cosas ya marchan por mejores senderos. El secretario es un hombre talentoso que poco a poco hace sentir su presencia en la gobernabilidad del estado. El subsecretario es un hombre del sistema, conocedor como pocos de las entrañas de Veracruz y sabe que a él más que a nadie, le conviene al secretario le vaya bien, por ello y contra lo que muchos esperaban, se ha dado una buena relación entre ambos funcionarios, de colaboración y de mutuo apoyo, después de los primeros escarceos para conocerse y medir fuerzas.
Para abrir boca en 2011 se nota el interés del gobernador y la habilidad de sus operadores políticos para resolver un conflicto que ya estaba derivando en problema social en la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río: la corrupción rampante de las autoridades de tránsito en ambos municipios.
Con mucha sutileza, con el acuerdo de los cabildos, pero sobre todo, con mano fina y firme al mismo tiempo, el estado asume ambas delegaciones de tránsito, enviando personal con el carácter firme y el conocimiento suficiente para reducir en el corto plazo tanto abuso de los agentes de tránsito. Si usted amable lector piensa que estoy exagerando al respecto, lo invito a leer un grupo en facebook que se llama ¨Estamos ¡HASTA LA MADRE! de los tránsitos de Boca y Veracruz¨ en dónde podrá usted observar las quejas de los ciudadanos de la zona. Al momento de escribir esta colaboración había 5,928 miembros, lo cual significa que ese mismo número de personas descubrieron este grupo en facebook, tienen computadora, acceso a internet y una cuenta en facebook, para poder unirse. Si extrapolamos con los datos conocidos de que menos de un 25% de la población tiene acceso a internet, y que la mayoría de ellos son menores de edad los que participan en facebook, podemos afirmar que debe de haber cuando menos 60,000 personas que han sido extorsionadas por agentes de tránsito en esa zona turística.
La acción no es menor. Se está tomando la decisión inmediata de intentar poner remedio a un problema que afecta seriamente la economía y la seguridad de muchos veracruzanos. Y se toma con mucha inteligencia, sin hacer sentir que hay un grave problema aunque muchos lo conocemos y gracias a que no estamos en la nómina del estado, podemos comentarlo, pues si estuviéramos, calladitos nos veríamos más bonitos, jeje.
Si este es el inicio del gobierno de Javier, y si estas van a ser las formas de gobernabilidad que se van a aplicar desde la secretaría de gobierno, podemos augurar un buen sexenio para Veracruz, con todo y el aumento de impuestos que ya se decretó y del que todavía Sefiplan no informa masivamente ni capacita a los ciudadanos al respecto, sin considerar que todavía puede esta secretaría incrementar la recaudación de otros sectores que evaden al fisco estatal y que están en su padrón, pero eso no lo comentaremos por este medio, pues no hay que darle armas al enemigo.
Las víctimas de estas corporaciones tendrán la última palabra, pues si los jefes de las delegaciones no funcionan y por lo tanto no logran tener el control de sus subordinados, entonces lo que hoy es un aplauso se convertirá en un abucheo ciudadano incrementando el actual descontento y desconfianza en las autoridades estatales.
Hay que seguir de cerca el actuar de nuestros gobernantes, para señalar lo bueno, indicar los riesgos y difundir lo malo. Los ciudadanos debemos de estar atentos de lo que hacen aquéllos a quienes les pagamos por servirnos en un puesto público.