Por José Miguel Cobián
Es indudable que la decisión del gobierno de Javier Duarte es reducir el uso discrecional de los recursos públicos. El brutal cambio de timón que se percibe desde el primer día de esta administración estatal es radical. El gobernador y el secretario de gobierno, ambos de probidad comprobada, están enviando señales a los nuevos alcaldes y a los proveedores de éstos. Vamos a luchar contra la corrupción.
Los Alcaldes deben de organizar sus finanzas públicas desde el primer día. No sólo deben de controlar adecuadamente las entradas y salidas, sino que también deben de tener toda su documentación al corriente, todos los informes que habrán de entregar a los órganos de control y vigilancia, en particular al ORFIS deben de estar listos antes de las fechas límite.
Vale la pena aclarar que no todos los alcaldes que tienen observaciones en sus cuentas públicas van a tener problemas con la justicia veracruzana. La palabra observaciones significa que hubo detalles observados en la revisión que requieren aclaración. Una vez aclarados se resuelve el problema. En los casos en que no se pueda aclarar, todavía hay un largo proceso para determinar si hubo delito y daño patrimonial o no lo hubo. Y si hubiera daño económico a las arcas municipales, todavía queda la opción de que devuelvan lo mal habido, que a fin de cuentas es lo que más va a beneficiar a los habitantes, pues dispondrán de mayores recursos para su bienestar.
Los proveedores de municipios también tienen que poner sus barbas a remojar, pues ser cómplices en un delito implica también penas y problemas para ellos y sus empresas. Resulta ridículo que existan personas que ofrecen un bien o servicio competitivo, que va a beneficiar al municipio y todavía se atrevan a intentar sobornar al presidente municipal en turno. La sensibilidad política y el conocimiento de la situación actual de Veracruz los tienen debajo de cero. Si un producto vale la pena, no es necesario ofrecer un soborno, y si éste se ofrece, entonces invariablemente el munícipe en turno habrá de considerar si no existen vicios ocultos que obliguen a otorgar un beneficio por debajo del agua, para ser contratados.
Nuestro México requiere que la iniciativa privada y los funcionarios dejen la corrupción de lado. Pero en muchas ocasiones el corruptor es el propio contratista del bien o servicio y todos sabemos que la tentación allí está.
Tuve hace poco la triste experiencia de conocer un producto que podía ser de utilidad para un municipio de la región y tuve la desgracia de enterarme de la insolencia del proveedor ofreciendo una comisión por ser contratado, ante un alcalde de calidad moral irrefutable, quien de inmediato abandonó la reunión y se retiró muy molesto (con toda razón). Incómoda situación para quien esto escribe, conocer un hecho tan lamentable, cuando toda la vida hemos luchado en contra de esto mismo, y también incómoda mi presencia, pues mil veces hubiera deseado no estar presente y no enterarme de tal maniobra malograda gracias a la calidad moral del alcalde.
No dudo que existan todavía resquicios del pasado, en los cuales se busquen el diezmo y hasta la cuarta parte de la obra a cambio de concederla. También sé de alcaldes electos que cuando fueron candidatos ofrecieron la obra pública de sus municipios a cambio de apoyos económicos en el momento en que más los necesitaban, y que una vez ubicados en la silla municipal olvidan al primer postor quien ya aportó, y buscan un segundo ¨benefactor¨ ofreciendo de nueva cuenta la posibilidad de realizar obra a cuenta de una nueva comisión, pero deben de ser los menos. El escarmiento que Duarte y Buganza están aplicando a nivel estatal, seguramente tendrá un efecto disuasivo ante las tentaciones propias de enriquecerse en tres años a cargo del erario municipal.
Bien por Javier Duarte, un joven gobernador que está marcando un camino propio y si hace un buen papel, puede llegar hasta a aspirar a más dentro de ocho años. Bien por Gerardo Buganza, un secretario de gobierno que está mostrando la ética que siempre lo ha caracterizado por el bien de Veracruz. Y por cierto, bien por la izquierda agrupada entre sí y con (que asco) la derecha, pues ganaron y ganaron bien en Guerrero. Esto es bueno por ser uno de los estados más pobres del país, que requiere gobiernos de verdadera izquierda, y también porque así el PRI no se siente la ¨mamá de los pollitos¨ y sabrá que tiene que trabajar mucho si es que quiere recuperar y conservar la confianza del electorado nacional en 2012. Viva la competencia electoral, y ojalá algún día llegue la democracia a nuestro país, para que podamos escoger a nuestros candidatos nosotros mismos, en lugar de que los partidos y quienes los manejan sean quienes decidan entre quienes podremos decidir los ciudadanos.
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