Por José Miguel Cobián
Interesado por el último accidente en una mina de carbón, pensé primero que era el momento oportuno para irse hasta la yugular del secretario del Trabajo, el Lic. Javier Lozano. Un minuto de reflexión adicional me hizo ver, que ni Lozano ni nadie pueden evitar la corrupción en nuestro país. Si bien es cierto que la mina estalló porque no contaba con ninguna medida de seguridad, lo cual implica que los inspectores del trabajo estaban ¨maiciados¨, también es cierto que eso pasa en todos los ámbitos del país. En los más sensibles, como el caso de salud, tanto en medicinas como en riesgos sanitarios, las inspecciones sólo sirven para que los inspectores se ganen un dinerito extra. Lo mismo sucede en cualquier ámbito de nuestra vida nacional. Así cuando nos enteramos de secuestros al vapor, de esos que toman a una persona de clase media o baja y cobran por su rescate 40 o 60 mil pesos, entendemos que no son los criminales de siempre, sino algunos imitadores, pero no denunciamos ni exigimos a las autoridades que algo se haga para evitarlos.
Cuando sabemos que hay fosas clandestinas, y que entre muertos y rescatados van más de quinientas personas en unos cuantos días, entendemos que hubo colusión de autoridades en estos crímenes contra migrantes, pero también nos quedamos callados. Cuando nos enteramos de que puede haber miles o decenas de miles de desaparecidos, que fueron asesinados y luego disueltos en ácido o quemados sus cuerpos en pedacitos, también nos quedamos callados. Cuando vemos que un vecino, conocido o un simple ciudadano ensucia la ciudad, no tiene el mínimo cuidado y tira su basura por la ventana del urbano, del taxi o del auto particular, también nos quedamos callados.
Cuando sabemos de algún acto de corrupción, nos quedamos callados para evitar problemas con la autoridad. Cuando sabemos que un secretario de estado, por ejemplo el de salud, manda a construir clínicas y hospitales sin sala de partos, aunque la más próxima esté a tres horas de distancia, cruzando un río en lancha, también nos quedamos callados, en lugar de pedirle eficiencia al tal funcionario. Y si un sujeto dice que el incendio de tlilalpan ya está apagado, cuando en la noche podemos ver las llamas en el cerro, también nos quedamos callados. Igual nos callamos cuando un presidente municipal afirma que un incendio en la zona arqueológica no la afectó, y al día siguiente todos los medios de comunicación afirman que hubo daños graves en dicha zona.
El jueves salió una marcha convocada por Javier Sicilia de Cuernavaca a la ciudad de México. Hoy no son las organizaciones yunquistas las que la promueven, habrá que ver si resulta un medio de expresión ciudadana o si también nos quedaremos callados sin hacer nada. El domingo sale de rectoría de la UNAM, eje 10 Copilco, 5 de mayo y hasta el zócalo capitalino. Sé que tu lector estarás fuera de la ciudad de México, pero si estás allá, NO TE QUEDES CALLADO.
Todos los días sabemos de abusos de los grandes monopolios del país en contra de la ciudadanía, cobrando muy caro sus bienes y servicios y pagando muy barato salarios, bienes y servicios, y nos quedamos callados y lo permitimos. Sabemos que el modelo económico de México no funciona, los millones de pobres así lo demuestran, más allá de cualquier explicación o retórica, y también nos quedamos callados. Apenas nos enteramos que durante el gobierno de Calderón, México se ha endeudado ciento cincuenta millones de dólares diarios, incluyendo sábados, domingos, días festivos, etc., y no hemos visto esos millones de dólares invertidos en mejorar la situación económica, política, social, de salud, de trabajo, etc., de los mexicanos, y también nos quedamos callados.
Vemos como día con día, el entorno se deteriora. Unos cuantos dañan el medio ambiente, saquean, talan, contaminan, ensucian, y causan daños permanentes a la flora, a la fauna, a los ríos, a los arroyos que hoy son cloacas, y también nos quedamos callados.
Por eso, porque nos quedamos callados, porque no nos defendemos, porque no tomamos medidas para cambiar la situación, porque no hacemos nada salvo ser víctimas de las decisiones de otros, es que tu amable lector y yo que escribo esto, somos los verdaderos culpables de lo que pasa en nuestro país.