Por ROBERTO MORALES AYALA.
¿Cómo podríamos aspirar los veracruzanos a un gobierno demócrata si las instituciones responsables de que así sea, sin pudor de ninguna especie, privilegian el derroche de recursos en negocios con proveedores y con salarios de opulencia?
El Instituto Electoral Veracruzano, como tantos otros organismos de relumbrón en el gobierno duartista, funcionan como meros tentáculos del gobierno. Entre mayor sea su desprestigio, más son las prebendas que reciben sus integrantes.
El IEV fue un proyecto que a la postre decepcionó a la sociedad. La mentadaciudadanización fue un señuelo para simular que la democracia había llegado a Veracruz y que a través de los consejeros ciudadanos, teóricamente emanados del pueblo aunque en la práctica impulsados por los partidos, habría mayor honestidad y certeza en los procesos electorales.
La realidad, lamentablemente, nos dice lo contrario. La limpieza en las instituciones ciudadanas requiere además de un cambio radical de sus integrantes —viciados en la abundancia— y de reformas que la hagan una institución modesta, cuyos miembros se distingan por una trayectoria de honestidad y firmes convicciones democráticas. No es una utopía lo que se propone. En su origen el IFE fue concebido así, aunque luego cayó en las garras de la corrupción. Hoy se tendría que volver a empezar.
El IEV está, por enésima ocasión, en el centro de la tormenta. Ha pedido al Congreso de Veracruz le sea autorizado un presupuesto insultante para el año 2013 de 762 millones de pesos, bajo el argumento de que será año electoral, con la renovación de la Legislatura y de las 212 alcaldías.
Lo que solicita el IEV ha escandalizado a diversos sectores y ha reabierto el debate sobre la democracia excesivamente cara que deben soportar los veracruzanos, en beneficio de una capa específica, los políticos, y en beneficio de un gobierno, el de Veracruz, que le da cuerda al órgano electoral para así garantizar la permanencia de una casta política en el poder.
Dicho debate se centra en que la elección de 2013 comprende únicamente la renovación del Congreso y las alcaldías, pero no la gubernatura. En 2010, cuando los veracruzanos elegimos al gobernador, el presupuesto del IEV fue de 594 millones 521 mil pesos; es decir,168 millones pesos menos. Y en ese caso incluyó la elección de Javier Duarte, con un gasto que entonces se consideró excesivo. Ahora estamos peor.
Quienes han hurgado en las cifras, han hallado un filón informativo que termina provocando náuseas. Por citar algunos ejemplos, en el anteproyecto de presupuesto se incluye el renglón de “recursos personales”, del orden de 241 millones 199 mil pesos; “materiales y suministros”, que comprende la compra de paquetería electoral por 184 millones 431 mil pesos; “servicios generales”, por 192 millones 612 mil pesos; “transferencias, asignaciones a subsidios y otras ayudas”, 127 millones 889 mil pesos, y “bienes muebles, inmuebles e intangibles” por 8 millones 461 mil pesos, que en realidad son gastos decembrinos.
Quizá eso sea lo menos sensible para una sociedad que suele no escudriñar en el manejo de los recursos públicos. Pero existe otro apartado que describe que los veracruzanos tenemos una cúpula de oro electoral: los consejeros y los funcionarios de alto nivel en el IEV, y que los señores se despachan con la cuchara grande.
Por sus buenos oficios —organizar elecciones cuestionadas y salpicadas de acciones fraudulentas—, los consejeros del IEV perciben ingresos mayores a lo que reciben sus similares en el Instituto Federal Electoral, con un beneficio mayor: haya o no procesos electorales, chambeen o no, sus salarios son intocables y llegan a sus bolsillos así llueva, truene o relampaguee.
Son equiparables a los magistrados del poder judicial. El salario mensual de cada consejero, incluido el secretario general del IEV, es de 122 mil 767 pesos con 56 centavos. Todavía la presidenta del órgano electoral, Carolina Viveros, y el secretario general, perciben mil pesos más.
Desglosado, el salario es para morirse de risa… o de coraje. El sueldo base es de 28 mil 828.80 pesos y —ojo— otros 93 mil 938.76 pesos son por concepto de “gratificación extraordinaria”. A ese grado llega la simulación, otorgando casi 100 mil pesos de sobresueldo, lo que en un país de pobres representa un insulto.
Los consejeros gozan también de un aguinaldo de 60 días, similar al de los magistrados, que se les paga el 20 de diciembre a más tardar. De acuerdo con el sueldo bruto, el aguinaldo asciende a 245 mil pesos.
Cuentan con prima vacacional de 15 días de salario y un “estímulo a servidores públicos” por otros 15 días. El IEV les da automóvil, chofer y combustible. Les pagan viáticos cuando salen de la ciudad para atender, supuestamente, asuntos de trabajo, que incluye hoteles de lujo y comidas.
El festín es equiparable a las cortes francesas. El consejero Jacobo Domínguez Gudini, un peón del PRI y del gobierno de Veracruz, por ejemplo, participó en un seminario internacional en la ciudad de México. En un solo día gastó en comida mil 136 pesos y pagó hotel por 2 mil 632 pesos. Todo un sultán.
Las presidenta del IEV, Carolina Viveros, acudió al Encuentro Estatal de Mujeres Políticas, en Zacatecas, y gastó mil 718 pesos en comidas y 6 mil 411 pesos en hotel. Toda una reina.
Algunos funcionarios son extremadamente cínicos cuando abordan y justifican la cantidad solicitada para el IEV para el ejercicio 2013. Héctor Alfredo Roa Bastos, secretario general, dice que el presupuesto “es austero”, ya que incluye el gasto de las elecciones y las prerrogativas económicas para los partidos políticos.
Lo que ni Carolina Viveros ni el mismo Roa Bastos habían querido abordar era que las prerrogativas para los partidos serán del doble de un año sin elecciones. Se llevarán el 52 por ciento del presupuesto.
Mientras el presupuesto solicitado y los renglones que detallan su aplicación se mantenían en la opacidad, nadie se inquietaba. Sin embargo, cuando el representante del Partido de la Revolución Democrática, Fredy Marcos Valor, filtró documentos, estalló la bomba.
Descubrió, por ejemplo, que 5 millones de pesos fueron etiquetados para vales de despensa; 2 millones 232 mil pesos para uniformes; 2 millones 844 mil 116 pesos para vestuarios, blancos, prendas de protección y —¡sopas!— artículos deportivos.
El dispendio no termina ahí. 47 millones 657 mil 668 pesos se destinarían a dietas gastronómicas, transporte y hospedaje de los consejeros y el personal ejecutivo del IEV. En el rubro de “viáticos nacionales” se consideran 2 millones de pesos, además de 640 mil 270 pesos para “pasajes nacionales”.
Para publicidad se contemplan 31 millones 693 mil 836 pesos, que lejos de usarse para difusión de actividades del IEV sirven para censurar la información crítica hacia el órgano electoral en los medios de comunicación. O sea, para amordazar.
A diferencia del IFE, que en Veracruz realizó un trabajo medianamente aceptable, el IEV es una vergüenza para la vida democrática. Con ese presupuesto se podrían atender requerimientos de servicios públicos en municipios pobres: carreteras, escuelas y demandas de salud. El IEV, en cambio, organiza elecciones fraudulentas y se presta a las jugarretas del gobierno de Veracruz, tal como las que urdió Fidel Herrera Beltrán para allanarle el camino a Javier Duarte, al que impuso como su sucesor.
Es por ello, y con sobrada razón, que diversos actores sociales, el empresariado entre ellos, ha demandado la renuncia de todos los consejeros electorales y los funcionarios del IEV, tanto porque no aportan resultados confiables, como por la evidente vinculación que existe con el gobierno de Veracruz, al que sirven a todas luces, y por la incongruencia de afirmar que el presupuesto es austero cuando el IEV autorizó constitución de otros dos partidos políticos de los llamados patito, Alianza Veracruzana y Partido Cardenista, que como tales recibirán prerrogativas para aplaudir y solapar al gobierno estatal que les da vida.
Por eso no hay credibilidad en el IEV: porque está vinculado al gobierno de Veracruz y porque es un verdadero nido de corrupción.