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Informe Rojo/ Por Mussio Cárdenas Arellano.
De haber contratado al diablo, les hubiera resultado menos lesivo a los priístas veracruzanos que traer de nuevo a la vida política a Fidel Herrera Beltrán.
Arrastrando la cobija, apabullados por el desgobierno de Javier Duarte y las corruptelas y abusos de sus alcaldes, ahí van los priístas de tumbo en tumbo, sin oferta política que se les crea, y lo único que se les pudo ocurrir para enfrentar el tufo a derrota en el próximo proceso electoral, fue rehabilitar al tejedor de todos sus males.
Fidel trae recuerdos ingratos: la pobreza de 4.5 millones de veracruzanos; el olvido y la marginación en regiones enteras; el despilfarro al estilo de las cortes francesas, en medio de la miseria del pueblo; la parálisis estatal derivada de la deuda infinita, construida sobre la bursatilización y los créditos bancarios; las Milys y otras reinitas de palacio; la conversión de Veracruz en el santuario de Los Zetas y la quiebra moral de las instituciones del estado. Casi nada.
Aún así, no viendo el lodazal en que metió a Veracruz, los priístas lo ven como el salvador de sus privilegios, el activo requerido para enfrentar a la oposición y el intendente del fraude, el salvavidas para evitar que pierdan el Congreso y las principales alcaldías, las mieles del poder.
Si Fidel es el mejor activo del PRI, ¿cómo estará el peor?, se preguntan los veracruzanos sensatos. Fidel no suma, resta y en muchos casos, divide. No es un dechado de virtudes sino el rey de la marrullería. Lo saben los priístas y aún así, a riesgo de sufrir el voto de castigo, dejaron que les diera el beso del diablo.
Llegó Fidel en plan grande. Irrumpió en Casa Veracruz, la residencia oficial del gober, el miércoles 6, y ahí, a sus pies, tuvo al Poder Legislativo. Sentado a la mesa, la sonrisa a todo lo que da, compartió el lugar de honor con su alumno desobediente, Javier Duarte de Ochoa, el encargado del negocio, el gerente de una empresa llamada gobierno de Veracruz. Junto a ellos, simulando alegría y placer, 30 diputados locales, entre ellas la perredista de membrete Brenda Abigail Reyes Aguirre.
Aquella estampa es histórica: Veracruz, dos gobernadores y los diputados amaestrados.
Fidel fue a degustar un plato único en aquella velada: Idus de marzo a la plancha. Sus hijos políticos de ayer, traidores en cuanto lo vieron sin la gubernatura, movidos por la mano de Javier Duarte que los llevó a ejecutarlo políticamente y desmembrarlo, mofarse de él, esta vez lo circundaban, le pasaban la sal, lo veían comer, le acercaban el postre y le festejaban cuanta sandez decía. Era el Idus de marzo, la fecha señalada.
A su lado, tenía Fidel Herrera a Jorge Carvallo Delfín, el soberbio mexiquense, secretario particular del fidelismo desde el Senado, investigado por nexos con el crimen organizado. Se le había encargado el control de los diputados priístas en el Congreso de Veracruz y lo primero que hizo fue, como Brutus a Julio César, encajarle la daga al mentor.
Muy afable se le veía a Jorge Carvallo en Casa Veracruz, como si nadie supiera de sus andanzas recientes. En cuanto le puso alas Javier Duarte, buscó a Miguel Angel Yunes Linares, vía la sobrina del yunismo, y trabó el Pacto de Santa Fe. Ahí, en la comodidad de un restaurant del poniente la ciudad de México, en las nubes del gran capital, gestaba el muerdemano Carvallo un arreglo de alto nivel y mayores millones con el enemigo encarnizado de Fidel.
Inundaría así el demonio azul de yunistas algunas de las gradas del gobierno próspero, recibiría una indemnización por el dinero gastado en campaña y guardaría silencio sobre la imposición de Javier Duarte en el gobierno veracruzano. En el colmo del cinismo, avalaría designaciones y proyectos del gober cordobés, o sea el gordobés.
Dicho en unas cuantas frases, Yunes se vendió y Duarte lo compró con el dinero de los veracruzanos. Y el artífice del Pacto de Santa Fe fue, vía la sobrina predilecta del yunismo, Carvallo. Dicen que horas antes del aquelarre en Casa Veracruz, Carvallo hacía esfuerzos titánicos por reimplantarse el cordón umbilical del fidelismo que hacía dos años cortó.
Ahí estaban Eduardo Andrade Sánchez, traído de ultratumba por Fidel, cuando ya ni siquiera era priísta; Américo Zúñiga, a quien no le concedió la alcaldía de Xalapa porque pesó más la relación y el cariño entre Beatriz Paredes, la hoy embajadora de México en Brasil, y Elizabeth Morales García, alcaldesa y presidenta vitalicia de las Barbies de Palacio, las fanáticas del bisturí; Flavino Ríos Alvarado, congelado mientras el fidelismo gobernó Veracruz; Carlos Aceves, a quien le permitió todo tipo de negocios, vía la parentela; Karime Aguilera Guzmán, la primera que lo contradijo al revelar que la deuda no era de 3 mil millones de pesos como alardeaba Fidel, sino de 25 mil millones, y a quien sus compañeros legisladores pretendían comérsela, políticamente hablando, por semejante revelación.
Hasta sus perros de prensa ladran loas que, cierto, cierto, son aullidos de temor y de complejo de culpa. Atascados por los huesos y retazos que Fidel Herrera solía enviarles cuando acuñó la histórica frase: “estoy en la plenitud del pinche poder”, enriquecidos con dinero lavado —del erario sí, pero entregado sin dejar huella en los registros contables—, aquella prensa lo sacralizaba, pero una vez que pasó a la condición de “ex”, atizados por Duarte y su vocera, María Gina Tirana Domínguez, se le lanzaron a la yugular.
No se sabe si la resurrección de Fidel Herrera le traerá algo bueno al PRI. Lo más seguro es que no. Javier Duarte es un cero a la izquierda en operación política; los grupos priístas lo repudian y el pueblo no le ve tamaños de gobernador. El PRI anda a la baja, sin oferta política, pero Fidel, más que un activo, es un tremendo pasivo, que no gana elecciones; se las roba.
Sometido a una resonancia magnética, el balance es brutal: generó deuda, la peor en la historia de Veracruz; ahondó la pobreza y la marginación; derrochó miles de millones en imagen personal y en un proyecto que, si bien le permitió dejar a su marioneta en la gerencia del palacio de gobierno, no tuvo continuidad por la traición de Duarte y de quienes cínicamente hoy festejan su regreso.
Gracias a Fidel, además, Veracruz vive una oleada de violencia, muerte, inseguridad, alentada la proliferación de las bandas del narcotráfico, a las que se les permitió detentar el territorio y sólo faltó escriturárselo.
La otra hipótesis de este desmangüile es que Fidel asume la operación electoral; acaudilla a los priístas; coopta medios de comunicación como en sus buenos días; corrompe con despensas, láminas, cemento, terrenos y becas, y al final, ante el repudio de la sociedad a quien representa lo peor de la política, vía el voto de castigo, el PRI pierde la elección. El culpable será Fidel.
¿Lo habrá calculado así el sultán del Golfo?
Archivo muerto
Será la verdad oficial, pero es inverosímil. Ni cómo creerles, ni cómo aceptar que una acumulación de gas —¿metano?— haya provocado la explosión en el edificio B-2 del complejo administrativo de Petróleos Mexicanos, el 31 de enero. ¿Gas metano que no les generó un desmayo o quizá la asfixia a los cuatro trabajadores que daban mantenimiento a los pilotes del inmueble? Uno de ellos, salvó la vida porque salió del lugar minutos antes de la explosión. A partir de su vivencia se deduce que la hipótesis del gas metano es una coartada mal confeccionada por Pemex y el círculo cercano al Presidente Enrique Peña Nieto. Ocho horas laboraron sin que alguno de ellos hubiera experimentado algún malestar. En cambio, la versión de los explosivos, el Semtex o en C-4, bulle en la cabeza de millones de mexicanos, más creíble la hipótesis del atentado que la mamila del gas. En ese mar de incredulidad, el gobierno se hace bolas, se contradice, que si no hubo fuego, si que si sí lo hubo; que si hubo gas, pero no saben de donde provino. “Huele a mentira la verdad oficial”, dice Proceso en su última edición. Y su cabeza de portada es contundente: “No les creemos”… Huele a mapache el proceso electoral 2013. Infiltrados por los priístas, la mitad de los integrantes del consejo electoral de Coatzacoalcos operan de tiempo atrás en la marrullería y en el robo de la voluntad de los votantes. Uno es el “Kalimba”, Víctor Antonio Cruz Romero, peón del ex alcalde Iván Hillman Chapoy; otro, Jaime López López, súbdito en la corte de Marcelo Montiel Montiel, la esmeralda de la corona, al que la oposición ya le detectó su pasado priísta. Jaime López fue representante del PRI en la elección federal de 2012, y hoy es el vocal de Capacitación, el que tendrá bajo su mando al personal que adiestrará a los futuros funcionarios de casilla. La Ley Electoral, por ser militante de un partido político, le impide formar parte del consejo distrital. En una frase, era inelegible. ¿Qué lectura tiene su nombramiento? ¿Acaso sí viene Marcelo a la alcaldía de Coatzacoalcos porque es el único que supera en la intención de voto al panista postizo Gonzalo Guízar Valladares? ¿Le habrá perdonado Peña Nieto a Marcelo Montiel el golpe bajo de haber dado línea a favor del PAN en la elección presidencial, una traición en abierto?… Anselmo Secundino Diego no es ave de tempestades, pero por una extraña razón donde va, hay conflicto. Antes fue en el PRD, donde su presidencia en el comité de Coatzacoalcos fue impugnada, pero finalmente reconocida. Ahora es en el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), la nueva plataforma y futuro partido del ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Acusado de usar recursos ilegales para acarrear simpatizantes, Anselmo vio frustrada su intención de ser presidente del nuevo comité municipal de MORENA. Se quejó la ex candidata a diputada federal, Rocío Nahle García —¿todavía perredista?—, llegó gente del Peje y dejaron en el limbo la elección. Anselmo, que es un buen hombre, abogado y maestro universitario, fue boicoteado porque se le ve como el candidato de Olmeca TV, la televisora por cable de Marcos Theurel, el alcalde de Coatzacoalcos. Recibió metralla de sus acérrimos enemigos, antes aliados, los perredistas succionadores de DI Noticias, el proyecto televisivo de Diario del Istmo y sus dueños, José Pablo Robles Martínez y Roselia Barajas, los padrinos mágicos de Rocío Nahle. Es decir, lo priístas intentando infiltrar a MORENA y el Peje dando muestras de que la democracia no es lo suyo, y menos en el partido del que es accionista mayoritario… Cuenta Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— sus últimos días en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Su promoción será, todo indica, al gobierno federal. Se va con la seguridad de que su pasado no lo alcance, impune, sabedor que los millones amasados y los agravios infringidos ni quién los vaya a reclamar…
FUENTE. PLUMAS LIBRES