John M. Ackerman
En el mundo entero el viejosistema de partidos se encuentra inmerso en un
proceso de fuerte reconfiguración. Si bien en México el desfondamiento de la
legitimidad de la clase política es particularmente agudo, no somos de ninguna
manera la excepción. Cada día es más claro que la principal función del sistema
de competencia política supuestamente liberal es la generación de una
fantasía denormalidad democrática y estabilidad social para encubrir la
acumulación de más poder y dinero en las manos de los capitanes del capital
financiero global.
Esta coyuntura ha generado tres diferentes
respuestas político-sociales alrededor del mundo. Primero, existen cada vez más
casos de transformaciones políticas hacia la izquierda. En respuesta al
vaciamiento del sistema de representación de cualquier sentido social, durante
los últimos tres lustros en países como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Grecia y
España han surgido movimientos políticos que buscan canalizar y aumentar el
impacto de la enorme indignación social. Si bien cada uno de estos países todavía
cuenta con problemas importantes, todos han demostrado la gran vitalidad de sus
sistemas políticos al lograr ser interpelados y transformados por la
resistencia popular.
Sin embargo, esta tendencia no es la única
en la actualidad. En lugares como Inglaterra, Francia, Colombia y Guatemala la
desesperación social frente a la corrupción y el neoliberalismo se ha
convertido en un caldo de cultivo para el fortalecimiento de movimientospopulistas de
derecha que buscan utilizar el poder del Estado para excluir a los migrantes,
reprimir a los opositores y dar la espalda a los grupos marginados. Los
mandatos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos en Colombia, la elección del
antiguo general kaibil Otto Pérez Molina en Guatemala, y el fuerte aumento en
la presencia electoral del Frente Nacional en Francia, así como de los partidos
Nacional e Independentista en Inglaterra, revelan un patrón sumamente
preocupante en el escenario político global.
Una tercera respuesta a la crisis
generalizada de legitimidad ha sido la total extracción del sistema político
del ámbito social. Es decir, en lugar de dejarse interpelar por la izquierda o
correr hacia la derecha, el sistema se vacuna de cualquier influencia de la
sociedad. El mejor ejemplo de este proceso de esterilización política es
Estados Unidos. Ahí el total descontrol sobre el financiamiento millonario a
las campañas políticas, junto con la relección ad infinitum de
legisladores y el diseño barroco del sistema de votación presidencial, asegura
que las elecciones no ponen en juego absolutamente nada.
El sistema de dominación social está
garantizado independientemente de quien ocupe la Casa Blanca. El hecho que la
próxima elección presidencial en 2016 probablemente sea entre la esposa de un
ex presidente, Hillary Clinton, y el hermano e hijo de otros dos, Jeb Bush,
constituye una elocuente estampa de la podredumbre de aquel sistema político.
Hoy en México todavía no queda claro por
cuál de estos tres senderos caminará el sistema político. Cada una de las tres
tendencias tiene fuerte presencia en el escenario nacional. Primero, la enorme
explosión social en respuesta a la desaparición de los 43 estudiantes de
Ayotzinapa demostró al mundo entero que los mexicanos de ninguna manera son tan
apáticos o desinteresados como algunos los habían imaginado. Seguimos siendo un
país orgullosamente latinoamericano con una gran tradición de lucha ciudadana y
rebeldía popular.
Sin embargo, el fuerte e ilegal empuje que
la oligarquía nacional e internacional hoy da al PartidoVerde indica que
México también tiene algunas similitudes con Colombia, Guatemala, Francia e
Inglaterra. El matrimonio este sábado entre el gobernador de Chiapas, Manuel
Velasco, y la actriz Anahí repite al pie de la letra el guión ya
ensayado por Televisa con Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera. Resultó
particularmente agresivo e indignante el hecho de que la boda tuvo lugar en la
misma catedral, de San Cristóbal de las Casas, donde se celebraron los primeros
diálogos de paz entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el
gobierno federal, en febrero de 1994.
La tercera tendencia también tiene fuerte
presencia en México. Desde la firma del Pacto por México y el nombramiento de
los nuevos consejeros electorales, el sistema político cada día se parece más
al estadunidense. Si bien existen frecuentes turbulencias y desequilibrios que
dan vida constante al juego político nacional, es evidente que el objetivo
principal del Partido Revolucionario Institucional es trabajar arduamente de la
mano con Washington para consolidar el total divorcio del régimen político de
la sociedad.
Las elecciones de 2015 no serán
definitivas, pero enviarán señales inequívocas. A partir de sus resultados
podremos saber si México acumula fuerzas para seguir a sus hermanos y hermanas
latinoamericanos, o si se prepara la llegada de la derecha más retrógrada a Los
Pinos o si la total esterilización del sistema político se encuentra a la
vuelta de la esquina. Con sus acciones, o su inacción o indiferencia, cada uno
de los mexicanos participará en la definición de nuestro camino histórico el
domingo 7 de junio.