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«El Tren Maya
privatizará los ejidos»
TERRITORIOS -
10 mayo, 2020
Imagenes: Archivo /
Lucía Vergara
Los ejidos donde
Fonatur creará infraestructura relativa al Tren Maya deberán cambiar su régimen
de propiedad social a privada. La investigadora Violeta Núñez Rodríguez alerta
que esto podría tratarse de un «despojo elegante». Fonatur, en cambio, asegura
que es innovación
Texto: Ricardo
Hernández
Foto: Archivo / Lucía
Vergara
Los ejidos donde se
crearán polos de desarrollo relativos al Tren Maya cambiarán su régimen de
propiedad social a privada. Así lo advirtió Violeta Núñez Rodríguez,
investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Si los ejidatarios
ceden sus tierras a un Fideicomiso de Infraestructura y Bienes Raíces (Fibra),
deberán privatizarlas, pues la Ley de la Reforma Agraria no permite colocar
certificados bursátiles de ejidos en el mercado de capitales, como el gobierno
mexicano propone.
Ello podría conducir
al despojo y venta de ejidos, y va en contrasentido a lo prometido por la
actual administración federal: impedir la comercialización de propiedad social,
afirma Núñez.
La «letra chiquita»
del proyecto.
El planteamiento del
Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) es que ejidatarios y empresarios
formen una sociedad, donde los primeros aportarán la tierra y los segundos, la
infraestructura.
Los bienes ingresarán
a un fideicomiso y se colocarán certificados bursátiles en la Bolsa Mexicana de
Valores. Una vez ahí, dichos certificados podrán ser adquiridos por
inversionistas. Finalmente, los socios recibirán recursos provenientes, tanto
de la venta de certificados, como de parte del propio Fideicomiso. Pero estos
recursos no serán en la misma proporción. Dependerá de las acciones que cada
uno tenga en la sociedad.
“Una vez que las
tierras han sido ingresadas al Fideicomiso no hay vuelta atrás”, dijo en
entrevista telefónica la docente adscrita al Departamento de Producción
Económica.
Y es que, de acuerdo
con la Ley del Mercados de Valores, las Fibras son irrevocables.
Solo pasados cuatro
años de finalizarse la construcción de los inmuebles en los polos de
desarrollo, los ejidatarios podrán enajenarlos. O bien, tendrían que comprar
las acciones de sus socios los empresarios para recuperar la propiedad.
En cualquier caso, lo
que fue propiedad comunal quedará como propiedad privada, y la puerta quedará
abierta al desarrollo urbano. La vocación agrícola se perderá. Así lo comenta
la profesora de tiempo completo.
La inequidad entre
socios será manifiesta. Los empresarios estarán en mejores condiciones para
contar con más acciones en la sociedad y, consecuentemente, con mayores
retribuciones.
Además, la Fibra es
de renta variable. Es decir, depende de la confianza de los inversionistas en
México y en la oferta y la demanda. Esto no les garantiza a los comuneros una
ganancia, comenta la docente.
“Las Fibras podrían
significar un proceso de ‘despojo elegante’. [Esto] debido a que, además de que
los ejidatarios nunca podrán recuperar su tierra si lo quisieran, porque sobre
ella estarán los proyectos inmobiliarios, tampoco, tienen garantizada la
rentabilidad. Quizá en un futuro no les quedaría más opción que vender las
acciones que reciban por sus tierras”, remató.
La versión de Fonatur
Consultado al
respecto, Rogelio Jiménez Pons, titular del Fonatur, confirmó que es necesario
privatizar los ejidos, a fin de bursatilizarlos. La Ley de la Reforma Agraria
no contempla el modelo de fideicomiso.
El objetivo es,
defendió Jiménez Pons, empoderar a los ejidatarios mediante un beneficio
económico que luego podrán reinvertir en su comunidad.
“Los beneficios
podrán invertirlos en el resto de su territorio; que se conviertan –ya dentro
de sus normas, sus culturas y sus formas de organización que ellos determinen–
en recursos para seguir invirtiendo.
«A nosotros no nos
interesa que [los ejidatarios] sólo sean parte del esquema del turismo; sino
que tengan recursos para reinvertir la plusvalía en el resto de los ejidos.
Este empoderamiento es la base fundamental de justicia del proyecto”, dijo por
teléfono.
La gran ventaja,
añadió, es que los terrenos que ofrezcan aumentarán su valor; obtendrán una
mayor plusvalía.
Además, detalló el
funcionario, hay candados para resguardar las tierras comunales. Los
ejidatarios no podrán vender más del 50 por ciento de su propiedad; y en los
polos de desarrollo sólo se permitirá desarrollar el 30 por ciento. En el resto
se conservará la vegetación.
Avanzar en el
proyecto del Tren Maya y financiar los polos de desarrollo mediante la Fibra es
para Jiménez Pons una necesidad. Su propósito es desarrollar el sureste con
orden y bajo reglas claras. Según el funcionario, la falta de reglas alentó un
desarrollo desordenado en otros lugares.
“Te voy a poner un
ejemplo del desastre que ha significado el desarrollo en la Península. En el
ejido de Tulum, que son 23 mil hectáreas, ya vendieron el 70 por ciento. Sin
ningún plan de desarrollo, sin ninguna lógica ni nada. Es un caos terrible”,
afirmó.
Urbanizar con
límites, reglas, esquemas y con la participación de ejidatarios, sostiene,
beneficiará a la región.
Finalmente, anunció
que están por firmar los compromisos para avanzar en las Fibras con ejidatarios
de Cobá, Puerto Morelos, Tulum, Bacalar, Palenque e Izamal.
«Innovación»
financiera
Humberto Calzada,
analista financiero de Rankia México y Latinoamérica, asegura que México
estaría innovando en materia financiera. En todo el planeta, dice, no hay
precedentes de bursatilización de tierras comunales.
«Si se da este
proceso, estaríamos frente a un evento de innovación financiero y único a nivel
mundial. Yo no he conocido otro modelo en el que se privatice la propiedad
comunal. Sería un precedente», dijo.
Humberto Calzada,
analista financiero.