Pedro Echeverría V.
1. México fue una colonia del imperio español durante 300 años
(1521-1821); en los siguientes 100 años (1821-1921) enfrentó invasiones,
despojos y arrebatos de los EEUU, de Inglaterra y de Francia; a partir de 1921,
hasta 2022 –ya con nuestra revolución burguesa mexicana y lo que representaron
las dos guerras mundiales, los yanquis impusieron de manera definitiva su
dominio político, ideológico y económico de más de un siglo. Obviamente, como
dijo el presidente López Obrador: “nosotros no somos colonia de Rusia o de
China”, pero es innegable que hemos sido una cuasi colonia –durante un siglo-
de los EEUU.
2. El presidente AMLO habló de no estar enterado del número de espías de
esos países que hay en México; pero es obvio de que cada país tiene dos o tres
espías o informantes en las naciones del mundo. EEUU en México posee arriba de
10 mil espías del FBI, CIA, DEA, etcétera, coordinados desde su embajada; más
sus miles de informantes ubicados en ejércitos, universidades, sindicatos,
gobiernos, partidos, asociaciones. Pero lo peor del coloniaje yanqui es el
ejercido ideológicamente desde hace un siglo por cine, radio, televisión,
prensa, revistas. Nuestra dependencia es gigantesca, sobre todo en migración de
trabajadores a EEUU.
3. Es tan grande la subordinación ideológica y cultural, intensamente
extendida durante más de un siglo por el cine y los medios de información, que
algunos mexicanos, cuando hemos criticado a los yanquis por robarnos con una
invasión y guerra, más de la mitad de nuestro territorio en 1847, responden que
“mejor se hubiesen llevado todo el territorio y así seriamos estadounidenses”.
Los trabajadores migrantes, en vez de estar enojados por la bárbara
discriminación y los malos tratos que sufren en los EEUU, están dispuestos a
soportar todo, todito, por los muchos dólares que reciben por el trabajo semi
esclavo que allí realizan.
4. La realidad es que todos los gobiernos de México, desde el siglo XIX
han mantenido una relación muy cordial, dependiente y temerosa ante los EEUU;
esencialmente desde 1823 que declararon como “Doctrina Monroe aquello de
“América para los americanos”. Los gobiernos de Juárez, Lerdo, Díaz, en el XIX
–con excepción de algunos roces, como aquel del presidente Díaz que apoyaba a
capitalistas europeos para evitar que México fuera fácilmente tragado por los
EEUU- no hubo choque importante. En el siglo XX los yanquis, en 1913,
organizaron en su embajada en México el golpe de Estado que derribó al
presidente Madero, luego éste fue preso y fusilado.
5. Luego los yanquis invadieron México en 1916 para garantizar que la
revolución carrancista en marcha y la Constitución que surgiría como resultado,
no lesionara ningún interés de los EEUU. Carranza protestó, pero nada más. Sin
embargo lo grueso vendría cuando el presidente Obregón es obligado por EEUU a
firmar en 1923 los “Tratados de Bucareli” y al siguiente año cuando el presidente
Elías Calles se negó a reconocerlos porque uno de los principales puntos de
discordia entre Estados Unidos y México todavía era el petróleo. Calles
rápidamente comenzó a redactar una nueva ley sobre el petróleo.
6. La reacción del gobierno de EEUU fue inmediata. Su embajador en
México, Rockwell Sheffield, llamó a Calles "comunista" y el
secretario Kellogg emitió una amenaza contra México el 12 de junio de 1925. Se
agudizó más el odio yanqui al ver que se abría en México la embajada de la Unión
Soviética. Se dijo entonces que México era el segundo país “bolchevique”
comunista. EEUU continuó haciendo campaña contra “el comunismo mexicano”. En
1927 el presidente Calles canceló permisos de compañías petroleras que no
cumplían la ley. Ese año llegó el embajador conciliador Morrow y en 1938 el
presidente Cárdenas decretó la nacionalización del petróleo y creó PEMEX.
7. A partir de 1945, con el arrojo criminal, multi homicida, de las dos
bombas atómicas yanquis sobre Japón y el triunfo de los EEUU, México reanudó su
carácter colonial “de nuevo tipo”, como ”el patio trasero” de los EEUU. El
gobierno de Miguel Alemán (1946-52) fue el más entreguista de entonces. A los
EEUU ya no se le podía tocar “ni con el pétalo de una rosa”. Con excepción de
los presidente López Mateos y Echeverría Álvarez que tuvieron leves
diferencias, los demás han besado a los gobiernos yanquis donde más les agrada.
Por ello hasta hoy –sin la menor responsabilidad- no hemos dejado de ser una
cuasi colonia de los gobiernos del norte. (26/III/22)
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