2 de marzo de 2015

UNA FAMILIA EN EL CAMINO…

“La familia no siempre es de sangre. La familia son las personas en tu vida que te quieren en la suya.  Que te añoran.  Que te aceptan como eres.  Que harían cualquier cosa por verte sonreír.  Aquellos que te aman sin importar nada, que te quieren simplemente porque sí”…… 
Aún con el sabor agridulce en la boca que nos dejó la libertad a medias -porque mientras falte mi pequeña los días seguirán siendo oscuros- tratábamos de sobrellevar el día de la familia -celebración que en países como el nuestro sirve para “festejar” porque no hay muchos otros motivos- cuando de pronto recibí la llamada de un familiar de uno de los internos del CERESO de Tuxpam.  El mensaje  era muy claro… “Prometiste volver, no olvides a tu familia de acá”. 

No podría. Tal vez si gozara como tanta gente de la “fortuna” de tener memoria selectiva lo lograría, pero no es así y no hay nada que pueda hacer al respecto. De hecho la misma memoria impecable que hizo que no pudiera nunca olvidar mientras escribía que el estado se cae a pedazos, que el miedo, el hambre,  y la injusticia,  son las únicas constantes en una tierra tan cambiante,  es la que mantiene intactos en mi mente y en mi corazón cada segundo vivido a lado de mi  otra familia, la que encontré en el camino, en medio del infortunio y a la que desde luego no pienso abandonar.

Durante casi ocho meses vi las mismas expresiones en el rostro de mis ex compañeros cada jueves y domingo, días de visita en los reclusorios del estado.  Por un lado, en los menos,  alegría y esperanza -si acaso una tercera parte de los internos, 200 aproximadamente-  por el otro, frustración y un enojo infinito. Estos últimos sabían que como siempre desde hace meses, incluso años, nadie los iría a ver. 

Las razones por las que una familia abandona  a uno de sus miembros en prisión son casi siempre las mismas razones que los condujeron ahí…  Desintegración, falta de recursos económicos, valores humanos distorsionados, etcétera. En tales circunstancias no queda otro remedio  que empezar -aun cuando solo se tenga en común la fatalidad y la soledad de la prisión-  a  entretejer afectos entre sí  a modo de sentirse  aunque sea un poco, “en casa”.  
Me costó un mundo de trabajo entenderlo.  Ver que las mismas compañeras que se gritan y pelean a diario por un tendedero, porque alguna no llenó sus cubetas de agua para la limpieza de la celda y su aseo personal, o porque simplemente se “coló” en la fila para recibir la comida del día, son quienes también  arrancan hiervas para hacerle un té a la de a lado, un té  capaz de  curarle  desde una  indigestión hasta un corazón roto, es complicado de asimilar al principio. 

Después, cuando esa dinámica forma parte de tus días y la amargura y desesperanza parte de tus noches, lo vas comprendiendo.  Buenas, malas,  o peores, son las únicas personas con las que la mayoría cuenta. No hay a quien llamarle para pedirle alguna medicina, no hay a quien contarle los sueños que se  quedaron pendientes, no hay con quien desahogar la frustración,  la ira y el miedo.  A nadie afuera le interesa y entre más pronto se asimile, más fácil será sobrevivir en aquel sitio sin fe y sin ley. 

Desde este espacio y porque sé que muchos familiares de internas e internos cuando los visitan les llevan algún periódico, les reitero mi cariño, mi solidaridad,  mi compromiso de volver y de estar siempre pendiente de sus necesidades más apremiantes y sobretodo  de que reciban el trato DIGNO QUE MERECEN,   porque si bien es cierto que no fue fácil convivir en muchas ocasiones, también lo es  que cuando las visitan se iban o  las  celdas se cerraban  y no nos teníamos más que los unos a los otros, encontré en muchas y muchos compañeros, la mirada cómplice, la palmada en el hombro, la sonrisa en los labios o el vasito con té que necesitaba para seguir…..

Ni se ni me importa cuantos han jurado volver a visitarlos sin honrar su palabra, sus motivos tendrán y juzgarlos no debe ser parte de nuestras tareas, pero pueden estar seguros que en mi caso, en el que una familia me ha demostrado cuan infinito debe ser el amor entre sus miembros, no voy a olvidar a esta familia que dejé en el camino.


maryjosegamboa@hotmail.com    Tw @maryjosegamboa


PD. Gracias a todos los que generosamente enviaron y siguen enviando, libros, cobertores, ropa, pañales, alimentos y medicinas para las y los internos del CERESO de Tuxpam. Dios y  la vida les conserven siempre el alma buena.


fuente: Notiver

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