19 de marzo de 2015

DOS PROYECTOS DE NACIÓN

A menudo, el contraste de los resultados arrojados por dos proyectos de nación distintos, que dicen aspirar a los mismos objetivos por diferentes senderos, resulta francamente odioso. Sobre todo para aquellos cuyos saldos son palmariamente desastrosos.
Ése es el caso de Argentina y México, por ejemplo, cuyos gobiernos profesan credos ideológicos, políticos y económicos diametralmente distintos. Aquel milita en el bando antineoliberal. Éste en la internacional neoliberal. Ambos, con sus reformas energéticas radicalmente opuestas, prometen avanzar estratégicamente hacia la soberanía y la autosuficiencia petrolera de sus países.
Cristina Fernández busca alcanzar esas metas a través de la nueva nacionalización de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Carlos Menem la había subastado en 1992, amparándose en la supuesta ineficiencia del organismo, la cual sería subsanada con su conversión en una virtuosa entidad privada y extranjerizada. No obstante, en abril de 2012, la presidenta argentina la recupera para el Estado. Responsabiliza a la española Repsol, que se había apoderado de YPF en 1999, de la crítica situación energética de su país: la caída drástica de las reservas probadas de petróleo y gas, debido a su sobreexplotación y la falta de inversiones destinadas a su reposición y el mantenimiento de la infraestructura de la industria; la reducción de la producción de esos productos, que obliga a importarlos en 2011, por primera vez desde 1994, para compensar los problemas de abastecimiento interno; la especulación de los precios domésticos de sus derivados; la pérdida de ingresos fiscales del Estado; la “política de vaciamiento” financiero de la filial YPF, con la transferencia de sus utilidades a hacia la matriz. 

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