RAMÓN ALBERTO
GARZA @ramonalberto
Algo
tiene de maldito ese despacho de la calle Bucareli, que tres de los últimos
secretarios que lo ocuparon tuvieron accidentes aéreos. Dos murieron y uno más
está en observación.
Si fuera estadístico, sería improbable. De
los últimos seis secretarios de Gobernación, tres tienen en su haber la mala
suerte de caer del cielo en sus aeronaves.
Es decir, un 50 por ciento de probabilidades,
lo que -por la razón que sea- convierte esa Secretaría en la posición política
más riesgosa del planeta.
Curiosidad o no, la elevada mortalidad en los
accidentes de esa dependencia –y de la secretaría de Seguridad Pública- se
dispara a partir del sexenio de Vicente Fox, estalla con Felipe Calderón y se
prolonga hasta el de Enrique Peña Nieto.
Son los tres sexenios en los que arrecian las
disputas de los cárteles de la droga por dominar el territorio mexicano,
desatando una sangrienta guerra que aún mantiene a México entre las naciones
más violentas del mundo.
El primer aviso fue el 21 de septiembre del
2005, cuando el helicóptero Bell 412 ER de la Policía Federal Preventiva, en el
que el viajaban secretario de Seguridad Pública, Ramón Martín Huerta, y 8
personas más, se desplomó falleciendo todos sus ocupantes.
La aeronave se dirigía al penal de La Palma,
una prisión de alta seguridad, sede del confinamiento de grandes capos del
narcotráfico mexicano. ¿Se frustró algún canje?
El segundo suceso aéreo se dio el 4 de
noviembre del 2008, cuando en plena Ciudad de México se desplomó el Leajet 45,
matrícula XC-VMC, falleciendo el secretario de Gobernación, Juan Camilo
Mouriño, y el director de la SEIDO, José Luis Santiago Vasconcelos. El saldo de
muertos fue de 16.
Ambos funcionarios regresaban de San Luis
Potosí, a donde acudieron a un evento de seguridad, pero en donde se especuló
que habrían sostenido un encuentro con alguno de los jefes de los cárteles,
quien ya le había puesto precio a la cabeza del titular de la SEIDO.
El tercer accidente aéreo fue el de otro
titular de Gobernación, Francisco Blake Mora ocurrido el 11 de noviembre del
2011 y en el que perdieron la vida 7 personas.
El entonces inquilino de Bucareli se desplomó
en un helicóptero Super Puma atribuyendo el accidente a “condiciones
meteorológicas”. Durante la gestión de Blake, la guerra calderonista contra los
cárteles estaba en su punto cúspide.
Y el último episodio de “caídos del cielo” lo
protagonizó el pasado sábado el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete
Prida, quien junto con el gobernador Alejandro Murat se trasladaba a
inspeccionar los daños del sismo en Oaxaca.
Al margen del peritaje aún en proceso, está
claro que el helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana se desplomó por la
impericia del piloto o por una falla mecánica, pues la aeronave cayó sobre
civiles dejando un saldo de 14 personas muertas.
Cuando se dio a conocer la noticia del
accidente aéreo en Oaxaca, no pocos recordaron una de las primeras
declaraciones de Navarrete Prida, tras asumir el cargo en sustitución de Miguel
Ángel Osorio Chong.
El nuevo inquilino de Bucareli declaró que el
principal objetivo del gobierno era desmantelar el Cártel Jalisco Nueva
Generación y que los esfuerzos se enfocaban a la captura del su líder, Nemesio
Oseguera, alias “El Mencho”.
Por eso
decimos que la de Bucareli es una oficina “maldita”. Dos secretarios muertos,
uno más lesionado en observación y un total de 46 víctimas mortales en tres
accidentes, lo confirman. Y eso, estadísticamente, no puede ser obra de la
casualidad.
Algo tiene de maldito el despacho de la calle Bucareli, que tres de los
últimos secretarios que lo ocuparon tuvieron accidentes aéreos. Dos están
muertos y uno más, Alfonso Navarrete Prida, lesionado. Tras este nuevo
accidente, no pocos recordaron que tras asumir el cargo en sustitución de
Miguel Ángel Osorio Chong, el actual secretario de Gobernación aseguró que el
principal objetivo era desmantelar el Cártel Jalisco Nueva Generación.
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