Orizaba, Ver.- Las condiciones sociales, políticas y de violencia en las que se encuentra el país, demuestra que ha llegado “al límite de su existencia como Estado-nación al haber permitido el secuestro de su Estado social de derecho por una mafia institucional y el crimen organizado”, considera Julio Atenco Vidal, dirigente de la Coordinadora Regional de Organizaciones Indígenas de la Sierra de Zongolica (CROISZ), y remarcó que urge un nuevo modelo de nación con base en una innovadora Constitución que cancele los errores actuales.
En un amplio documento digitalizado, el dirigente campesino revela que el Movimiento Indígena Nacional ante este escenario plantea: “la convocatoria a un nuevo constituyente que redacte una nueva Constitución que cancele el erróneo modelo de nación única y promulgue un nuevo Estado plurinacional democrático con el que inauguremos una genuina Unidad en la diversidad de la nación y de su Estado nacional”.
El documento titulado: “Proyecto Indígena de Nación, por un Estado plurinacional democrático en México”, está integrado en tres grandes apartados, en el primero de ellos plantea los fundamentos históricos desde la etapa previa a la colonia hasta nuestros días, el segundo apartado expone una relación política democrática e intercultural, y en el tercero se plantea “refundar el Estado-nación hacia un Estado plurinacional democrático en México”. Este tercer apartado expone en siete puntos los fundamentos con los cuales se debe “refundar la nueva nación”.
Previamente, en uno de los dos primeros capítulos, se precisa que la actual Constitución es altamente conservadora: “La Constitución federal que fue considerada la más vanguardista del mundo moderno, en realidad siguió siendo tan conservadora y reaccionaria en su esencia étnica y cultural que las anteriores, debido a que conservó y refinó la relación de opresión política y étnica del Estado mexicano impuesta a nuestros abuelos indios que seguían siendo una absoluta mayoría social. Para acceder a los beneficios de tales derechos, que era como una apetitosa manzana frente a un hambriento de justicia y libertad, debíamos de renunciar a ser indígenas. La ratificación del modelo de nación única y de Estado monoétnico y monocultural fue una nueva traición y el inicio de un nuevo proceso de terrible etnocidio cultural nuestro calvario sólo adoptaba otras formas ahora con el sello de la crueldad mestiza”.
La refundación del país se cimienta en siete puntos ampliamente expuestos:
Primero se propone que: “Los pueblos indígenas de México, las fuerzas políticas del país y la sociedad nacional no indígena de manera representativa deberán convocar a un nuevo constituyente y en él pactarán la refundación del Estado mexicano como un Estado plurinacional democrático y suscribiremos un nuevo pacto federal para el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas como sujetos de derecho público y a sus territorios tradicionales, municipios o regiones indígenas autónomos como un cuarto nivel de poder”.
Enseguida se aclara que: “se deberá indicar expresamente que los pueblos indígenas forman parte del Estado plurinacional democrático y la nación mexicana de manera autónoma y libremente determinada. Que los pueblos indígenas los constituyen o tiene derecho a reconstituir: a) un territorio en donde ejercen una soberanía relativa, b) un gobierno autónomo, c) una ley propia que regula su convivencia interna, d) una lengua materna, cultura e identidad propia con derecho a recrearla y reproducirla de manera autónoma, y e) una espiritualidad que libremente se dan a sí mismos”.
Además se exige: “los indios nunca más debemos ser extranjeros en nuestra propia tierra. Seremos mexicanos sin perder nuestra identidad madre. El Estado plurinacional será la expresión política de la unidad en la diversidad, de la unidad armoniosa y en paz de etnias y sus culturas diversas, por lo cual deberá instituir nuestro derecho a la identidad madre garantizando que el acta de nacimiento y el documento de identificación oficial de la persona indígena indique su origen étnico y deberá instituir que en adelante a la persona indígena se le denomine por su gentilicio de acuerdo a su lengua materna”.
“El nuevo Estado plurinacional con la participación pluriétnica y pluricultural representativa de los actores políticos nacionales tendrá la tarea trascendental de iniciar un proceso que podríamos llamar de descolonización que tendrá por objetivo hacer una evaluación detallada de las consecuencias y secuelas de la política de Estado en materia indígena llamada indigenismo y diseñar y ejecutar una estrategia para su desmantelamiento a nivel institucional, en el marco jurídico nacional y a nivel cultural en la sociedad nacional no indígena”, expone el escrito.
Este proyecto de nación, cuya copia está en manos de La Jornada Veracruz precisa: “El proceso de descolonización, respaldado en el Comité de Descolonización de las Organización de las Naciones Unidas y fundamentado en la legislación internacional vigente, deberá iniciar una nueva ingeniería institucional en los tres Poderes de la Unión para garantizar la participación en ellos de los pueblos indígenas de manera representativa, mandatada y autónoma y diseñar. Así mismo deberá diseñar y ejecutar una nueva política social de Estado para la conciliación, reconciliación, diálogo intercultural y unidad nacional en la diversidad”.
Además propone: la imposición a etnias diversas el criterio jurídico liberal de igualdad ante la Ley Positiva (que es monocultural y monoétnica) es inmoral, es una injusticia inaceptable. Por eso, el nuevo Estado plurinacional deberá ser de pluralidad jurídica. El Estado nacional deberá pactar con los pueblos indígenas las funciones y competencias de sus sistemas judiciales, instituciones y leyes respectivas”, así como: “El nuevo Estado plurinacional democrático deberá sustituir el actual sistema de partidos por novedosas fórmulas de representación ciudadana y por la participación política que los propios pueblos indígenas determinen de manera autónoma. Los Acuerdos de San Andrés deberán ser retomados para su revisión y aplicación puntual guiados por el objetivo de buscar el equilibrio de aspiraciones e intereses legítimos de las diversas etnias, culturas, clases, sectores y estratos sociales que reconstruyan la armonía social, política, cultural y económica para vivir y prosperar en paz.
Otra propuesta explica: “los criterios políticos rectores en la construcción permanente de los equilibrios para vivir en armonía y en paz son: a) el criterio de equidad de oportunidades que garantice el desarrollo asimétrico entre las etnias, culturas, clases, sectores y estratos sociales, b) el pacto político hecho ley de todos los actores políticos de izquierdas, derechas, demócratas, organizaciones y pueblos indígenas para reconocer como legítimos los derechos e intereses individuales siempre y cuando no se afecte a los derechos e intereses de la comunidad en los cuatro niveles de gobierno, c) el pacto político hecho ley de todos los actores políticos y de la sociedad civil para no tolerar la corrupción e impunidad, d) los mecanismos efectivos para garantizar la participación representativa y directa de la sociedad para fiscalizar, para proponer, para revocar mandatos y para ejercer de manera directa la soberanía popular si fuese necesario.
“Al seno de la nación por ser una gran comunidad no deben existir enemigos, porque éstos se eliminan mutuamente; sólo puede haber adversarios con diferencias que se deben resolver mediante procedimientos pacíficos y democráticos e interculturales, es decir, mediante el diálogo y la construcción de mayorías sociales y políticas en plena libertad de pensamiento, organización y manifestación. En un Estado plurinacional democrático se gobierna de acuerdo a la voluntad de la mayoría y el Estado debe preservar los derechos de la minoría. Los que hoy son mayoría mañana puede ser minoría.
Los elementos diferentes son necesarios porque son complementarios. Nuestros ancestros nos legaron el conocimiento de que todo en la vida es dual y como tal no son elementos contradictorios y mutuamente excluyentes, son elementos diferentes y complementarios, necesarios para que continúe la vida y evolucione.
La cultura política tanto de derechas como de izquierdas rigen su práctica política enfundados en que las clases sociales luchan para excluirse y de ser posible destruirse. Esa ha sido la historia de la humanidad hasta ahora porque unos y otros han hecho del poder y la riqueza la razón de su existencia. Pero el propio marxismo que ambos estudian dice que todo en la naturaleza es una contradicción: el positivo y el negativo se repelen pero se mantienen en unidad porque no es pensable el uno sin el otro, se necesitan mutuamente. El problema no es la desaparición de una de las partes sino las reglas de su coexistencia poniendo en el centro el interés y las aspiraciones de la comunidad.
La no comprensión de esta ley elemental ha conducido a un escenario mundial de guerras permanentes, a la destrucción de nuestra madre naturaleza, a la explotación y el exterminio del hombre por el hombre, a la violencia social y el crimen organizado, a la desaparición del llamado socialismo real y a las crisis recurrentes del capitalismo hasta el momento actual que cuestiona la ilegitimidad del paradigma del capitalismo en su fase imperial.
http://www.jornadaveracruz.com.mx/Noticia.aspx?ID=100917_141121_886&id_seccion=0
Finalmente, acusa: “México también ha llegado al límite de su existencia como Estado-nación al haber permitido el secuestro de su Estado social de derecho por una mafia institucional y el crimen organizado. El pueblo mexicano y los pueblos indígenas como parte de éste están llamados a abrir nuevas brechas para abolir la corrupción, la impunidad y los intereses ilegítimos en nuevos modelos de coexistencia regidos por lo público y lo comunitario en un nuevo Estado democrático plurinacional”.