Los berenjenales en que se mete el gobierno de Felipe Calderón parecen no tener fin. En las dos últimas semanas, el Presidente se involucró en serios problemas debido a diversas declaraciones que hizo en Estados Unidos contra el PRI. Casi simultáneamente logró acerbas críticas de varias organizaciones no gubernamentales y extranjeras por las múltiples violaciones a los derechos humanos perpetradas durante su administración y por último, se enredó en una desesperada y absurda maniobra política, judicial y militar, con la que él y su partido intentaron exhibir públicamente las múltiples actividades delictivas que se le atribuyen a Jorge Hank Rhon, además de dañar indirectamente a Enrique Peña Nieto y su inminente candidatura presidencial, por las conocidas relaciones y dependencias de ambos personajes.
En este último caso, el problema ha sido, una vez más, la proverbial torpeza con que acostumbran proceder los operadores del PAN en todos sus asuntos: para exhibir a Hank Rhon en sus posibles relaciones con el narcotráfico o como traficante de armas; contrabandista de joyas o animales exóticos prohibidos etcétera, no se les ocurrió otra cosa mejor que meterse a su casa, con toda una compañía de asalto de la PGR, alegando una supuesta denuncia anónima. Acto seguido, y en medio de tal despliegue de fuerza, dijeron haber encontrado en el domicilio (¡qué originalidad!) armas de asalto de gran calibre y a numerosos guardaespaldas sospechosos de otros crímenes, por lo que “respetuosamente” detuvieron al patrón y a su servicio, los remitieron al DF, dejaron en libertad a los familiares y retuvieron el control del inmueble que, pese a estar bajo el resguardo del Ejército mexicano, fue objeto de un segundo cateo.
Los errores son evidentes: ¿quién podría creerles que le hicieron caso a un denunciante anónimo?; que se encontraron a altas horas de la noche a “un sospechoso manifiesto y asustadizo que corrió y se introdujo a la casa de los Hank como Pedro por su casa y por lo cual, todos los policías a uno dedujeron “flagrancia”; que se metieron tras el perseguido con los resultados antes descritos? ¿De donde salieron tantos policías, militares y vehículos ya listos y organizados a esas horas de la noche? Nada que ver con los tiempos electorales y la cercana relación del detenido con Peña Nieto, ¡desde luego!
Muy pocos mexicanos se atreverían a dudar de la veracidad de los cargos atribuidos a Hank Rhon. Sus numerosas aventuras han sido ampliamente documentadas por la prensa nacional y muchos libros de reportajes especializados que se han publicado al respecto, incluso se sabe de buenas fuentes que las policías de los EE.UU. le tienen abiertas varias investigaciones y expedientes en reserva, pero la torpe celeridad de un operativo militar mal organizado le quitó toda limpieza y posibilidades al caso. Por otra parte, parece innegable que la inminencia de un proceso electoral largamente manoseado por el PRI para tratar de imponer como presidente de México en 2012 a Enrique Peña Nieto, impulsado además por el poderoso grupo económico Atlacomulco, del que es fundador Carlos Hank González, ex gobernador del Estado de México y padre del temporalmente detenido, terminó por poner nervioso a Calderón y precipitar la infortunada incursión.
Tampoco se pueden ignorar al respecto, los recientes viajes de Calderón a los EE.UU. para hablar con Obama y algunos otros importantes funcionarios de ese país, “sobre el panorama latinoamericano”, ni los igualmente recientes convenios celebrados entre ambos países “para preparar en cuestiones tácticas” a personal del Ejército y la Marina mexicanos”; o para realizar “maniobras conjuntas de EE.UU. con México y Colombia”; o para “preparar” personal mexicano de Migración, con técnicas e instrumentos modernos “que eviten infiltraciones terroristas”, etcétera. Actividades todas que aumentan la dependencia del gobierno mexicano respecto a los vecinos del norte y tal vez llevaron a pensar al general Presidente que ha logrado ya una alianza internacional inevitable y su concerniente respaldo. Todo esto puede ser parte de lo que está o estuvo en juego. Calderón se mostró seguro y satisfecho a la vuelta de los viajes citados y recibió exagerados elogios y reconocimientos de las autoridades norteamericanas que llegaron a calificarlo como “Presidente demócrata y valiente luchador por la paz”.
Como quiera que sea, la captura de Hank Rhon terminó en un desastre colosal: El perseguido, fue doblemente liberado en un día, cuando la necedad de sus captores lo llevó con nuevos ¿improvisados? cargos, de la competencia de un juez federal que había considerado ilegal su detención y ordenado su liberación, a la de un juez penal del orden común que, para vergüenza de propios y extraños, se negó también a decretarle una formal prisión por el delito de homicidio. La vistosa y aguerrida caravana militar, así como los numerosos jefes y funcionarios que la acompañaban en semejante experiencia, se alejaron entonces con las manos vacías y los pasamontañas bien calados, sabiendo que habían hecho un ridículo que no se olvidará en años.
Así, el señor Calderón obtuvo para su récord personal, un nuevo historial de actos ilegales: Allanamiento nocturno y violento, sin orden judicial; privación ilegal de la libertad; posible siembra de armas y vaya usted a saber que otras cosas más harían los policías asistentes, en resumen, ¡un peligro para México!, ¡otro michoacanazo!Un nuevo y vergonzoso fuego de artificio. Ahora, ¿sería mucho, pedirle la renuncia al funcionario que dirigió tan brillante maniobra? ¡Antes que el público pida con palmas la presencia del director!