El derrame de combustóleo de la termoeléctrica Adolfo López Mateos destruyó el manglar
La CFE generó en Tuxpan una contaminación de clase mundial
- La paraestatal no ha cumplido con la sentencia emitida en 2010, que la condena a pagar daños.
- Con agua, tierra y aire contaminados se desplomó la producción de camarón, ostión y peces.
Susana González
Periódico La Jornada
Lunes 8 de octubre de 2012, p. 26
Lunes 8 de octubre de 2012, p. 26
Tuxpan,
Veracruz., 7 de octubre.
Esto es una tristeza, la pesca ya se acabó aquí. Todo, todo, se fue a la fregada desde que llegó este monstruo a contaminar, lamenta un pescador de casi 60 años de la Laguna de Tampamachoco, en Tuxpan, Veracruz, trepado en su charanga (bote) y mirando con ojos entrecerrados hacia tres altas chimeneas que no dejan de expeler gruesas columnas de humo negro y blanco.
El
monstruoal que se refiere es el complejo termoeléctrico Adolfo López Mateos, de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), inaugurado en 1991 y que con seis generadores con base en combustóleo, contamina desde entonces aire, tierra y agua de la zona. Ha afectado sobre todo el manglar que rodea la laguna y donde los bancos de camarón, ostión y peces sustentaban la economía regional y eran fuente de empleo para decenas de familias.
La
producción sencillamente se desplomó.
Todo está de la chingada. Antes, la temporada de camarón duraba de cuatro a cinco meses, ahora sólo 15 días o un mes cuando mucho. De 150 kilos de camarón grande, bueno, que podíamos sacar a la semana, ahora sólo conseguimos 20 o 30 kilos, si bien nos va y de camarón muy pequeño. Nomás nos quedan las friegas de desvelarnos toda la noche cuando antes podíamos dormir unas horas, le ponemos 70 pesos de gasolina a la lancha para sacar apenas 145 pesos, comenta otro pescador .
A través
de la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera del Puerto de Tuxpan de
Bienes y Servicios, la más grande de la zona, los pescadores interpusieron
desde 2005 una demanda civil contra la CFE por los daños y perjuicios que han
resentido en su actividad económica a causa del derrame de combustóleo en la
laguna, así como de residuos industriales y hasta de agua caliente, además de
la generación de lluvia ácida que provoca el azolvamiento de los bancos
ostrícolas y su mortandad.
Cada
parte presentó peritajes ambientales, pero el juzgado séptimo de distrito de
Veracruz, a cargo del caso, mandó hacer un tercero. La paraestatal perdió el
caso, ya que en una sentencia histórica emitida en noviembre de 2010, la juez
Emma Villagómez Ordóñez condenó a la CFE a restaurar de manera integral el
ecosistema de Tampamachoco a través de cinco programas de remediación y
monitoreo y pagar por los daños y perjuicios que han resentido los pescadores,
por un monto de mil 500 millones de pesos.
Sin
embargo, a punto de que se cumplan dos años de que se emitió el fallo del
juicio civil, la CFE no lo ha acatado.
Carlos
Álvarez Flores, activista ecológico y presidente de la asociación México,
Comunicación y Ambiente (MCA), advierte que la CFE ha violado al menos dos
leyes federales, tres normas oficiales mexicanas y hasta convenios
internacionales en materia ecológica, principalmente por la destrucción del
manglar, por lo que puede ser demandada también penalmente e incluso ante
tribunales internacionales.
Con 6 mil
870 hectáreas de superficie, los manglares y humedales de Tuxpan, explica
Alvarez Flores, fueron inscritos desde 2006 en la convención relativa a los
humedales de importancia internacional, especialmente como hábitat de aves
acuáticas, conocido como Convenio Ramsar, de la que México es signatario y
miembro activo desde 1986, es decir, cinco años antes de la creación de la
termoeléctrica.
Abunda
que ha violado con la Ley General de Vida Silvestre, que en su artículo 60
prohíbe cualquier actividad que afecte el flujo hidrológico del manglar y su
actividad natural, así como la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección
al Ambiente.
Tampoco
ha cumplido con la NOM-022-Semarnat-2003 referida a la preservación,
conservación, aprovechamiento sustentable y restauración de los humedales
costeros en las zonas de manglar, que establece que se debe evitar su degradación
por contaminación o asolvamiento, ni con la NOM-001-Semarnat-1996 que regula
las aguas residuales o la NOM-085-Semarnat-1994 sobre las emisiones al
ambiente. CFE genera, dice,
una contaminación de clase mundial.
En su
informe anual de 2011, la CFE asegura que mejoraron las
relaciones con las comunidades aledañas al complejo termoeléctrico presidente Adolfo López Matros, con las acciones de gestión social que lleva a cabo y que van desde establecer canales de comunicación, información y participación para ampliar nuestra imagen institucional, a fin de generar un impacto positivo hasta diagnósticos y estudios sociales para detectar inconformidades.
Desconfiados,
los pescadores no hablan del juicio que ganaron contra la CFE por respeto a la
estrategia de sus abogados, pero sobre todo por temor a los Zetas que predominan
en la zona, por eso piden que se omita su nombre.
Hay que entender que el dinero es para restauración, quizá a través de un fideicomiso, y no se los darían a ellos, pero los grupos criminales pueden pensar otra cosa, señala el presidente de MCA.
El
activista calcula que
ya debe haber unas 60 o 70 hectáreas de manglar muerto. Desde el agua y a simple vista no se ven los estragos, pero los troncos secos y el agua sulfurosa con la termoeléctrica de fondo emergen en el centro del manglar, a sólo unos cuantos metros de la costa.
Nadie
mejor que los pescadores conocen la magnitud del daño porque lo miden en todos
los niveles, desde sus ingresos hasta la pérdida de sus familias por ya no
tener los recursos suficientes para mantenerlas.
A nado y
con un morral que empuja delante suyo, un hombre atraviesa la laguna de un
extremo a otro, cruzando las torres de la CFE. Lleva seis horas recolectando
ostiones para sacar apenas 60 pesos, porque el ciento se lo pagan a 15 pesos,
con el peligro de que lo pique una mantaraya y se tenga que quedar en cama un
mes por el veneno, porque si no se atiende se le puede infectar.
“Hace 17
años mi hija mayor me decía ‘papá, yo quiero estudiar una carrera en la
universidad ¿podrás?’ ¡Cómo chingados no, m’ija! Yo no le saco al trabajo, en
la noche saco camarón y en la mañana el ostión. ¿Y cómo iba a saber que esta
madre iba a acabar con la laguna? Mi esposa se fue con otro cabrón que sacó a
mis hijos adelante, ¡qué pinche golpe de estos hijos de su puta madre!”
A todos
les cambió la vida con la termoeléctrica. De la Laguna de Tampamachoco vivían
más de 200 pescadores y a la cooperativa pertenecían unos cien, pero muchos ya
dejaron la pesca y otros emigraron del pueblo. Las mujeres y los hijos, que
antes ayudaban a los pescadores a abrir las ostras y limpiar el producto,
tuvieron que salir de sus casas a buscar trabajo.
Los chavos se peleaban antes por entrar a la cooperativa, ahora ya para qué. No hay de dónde, dice un viejo pescador. Muchos de los que permanecen ahí tienen más de 50 años porque consideran que no tienen otra opción: ni edad ni estudios ni otra preparación para buscar trabajo en otro lado. ¿Salir al mar?
No sabe lo que dice, se necesita mucho dinero y sólo los permisionarios lo tienen. Yo ahora trabajo con otro compañero porque mi lancha se rompió desde hace meses y no junto seis o siete mil pesos para arreglarla.