Por Martín Moreno
*Manto
presidencial cubre a priistas
*¿El
fondo es 2012?
Para
intentar comprender la protección, apoyo y solapamiento –ya de escándalo-, del
Presidente Peña Nieto hacia Humberto Moreira y Javier Duarte, debemos arrancar
la historia con dos hechos duros e irrebatibles.
Primero,
la deuda atroz que cuando era Gobernador de Coahuila heredó Humberto Moreira:
de 300 millones a 32 mil millones de pesos, una parte, mediante una serie de
transacciones financieras a través de financiamientos apócrifos para obtener
créditos y realizar fideicomisos. ¿A dónde se fueron esos miles de millones de
pesos, o al menos una parte de ellos?
Segundo,
cuando en enero de 2012, en el Aeropuerto Internacional de Toluca, una avioneta
perteneciente al Gobierno de Veracruz, encabezado ya por el priista Javier
Duarte, fue interceptada por agentes federales con 25 millones de pesos en
efectivo. “Es para el pago de las fiestas de La Candelaria, el Carnaval y la
Cumbre Tajín”, dijo el entonces secretario de Finanzas, Tomás Ruiz. (ADN
Político 30/Enero/2012). ¿Ah, sí? Pues qué demonios hacían entonces en la
capital del Edomex. Peña Nieto ya tenía mes y medio de ser el candidato del PRI
a la Presidencia de la República.
Dos
hechos. Dos realidades que van de la mano con las siguientes dos preguntas:
¿Parte
del dinero de la deuda coahuilense fue a parar a la campaña presidencial de
Enrique Peña Nieto?
¿Los 25
millones de pesos del gobierno de Duarte eran también para la campaña del
mexiquense?
Por
supuesto que la mayoría de los priistas no son tontos a la hora de tranzar: no firman
un papel o documento en el que se especifique el destino de sus apoyos
financieros, sobre todo cuando se trata de algo tan importante como una campaña
presidencial. Para eso utilizan a otros personajes, como el caso de Coahuila.
Sin embargo, allí están dos escenarios que hoy por hoy, cuando Moreira y Duarte
están entre tormentas de corrupción y son protegidos desde Los Pinos, retoman
fuerza y actualidad: el presunto apoyo de ambos a la campaña peñista.
No se
explica de otra manera.
*****
Moreira,
Peña Nieto y España, son los ingredientes de otra historia –sí, otra más-, de
vergüenza a la mexicana. De pena y de sospechas ante el mundo.
El diario El País reveló la trama:
El
gobierno de Peña Nieto “puso a su disposición (de Moreira) toda la maquinaria
diplomática y legal de su Embajada en España, para intentar conocer su
situación hasta el más mínimo detalle, atender a su familia y sacarle de la
cárcel.
“Incluso,
la Procuradora y ex Senadora del PRI (Arely Gómez) telefoneó a su homóloga
española, Consuelo Madrigal, para conocer la posición de los fiscales en el
caso sobre lavado de dinero y malversación de fondos públicos en el que se vio
involucrado el ex gobernador de Coahuila”.
Y más:
el un chofer de la Embajada (de México) habría recogido en el Aeropuerto, en un
Mercedes con placas diplomáticas (CD52003) a Ulrich Richter, el abogado
mexicano de Moreira.
Hasta aquí lo publicado en El País.
Es una
burla: el Gobierno mexicano asumiéndose como bufete jurídico y de logística de
un presunto criminal; la Procuradora de Justicia convirtiéndose –desde su
oficina en la PGR-, en abogada personal de un ex Gobernador acusado de delitos
graves, y la figura de un presidente priista aliado a otro priista, obstruyendo
así, a querer o no, que la justicia alcanzara a Moreira. Una trama vergonzante.
Porque
a la luz de lo revelado por el diario español, hoy queda claro que hubo presión
de gobierno a gobierno: el mexicano hacia el español. El mensaje desde Los
Pinos a la justicia española raya en la amenaza: estamos con el priista Moreira
y lo vamos a defender. ¿O acaso el gobierno peñista actúa de esa manera con
todos los compatriotas detenidos en España?
Es el
miedo a que Moreira hablara y confesara cosas. ¿Qué tanto le sabe Moreira a
Peña Nieto?
La
pregunta corre de boca en boca entre millones de mexicanos:
¿Qué le
debe Peña Nieto a Humberto Moreira que hasta le pone a su servicio a un
gobierno para sacarlo de la cárcel?
Huele a
dinero. Huele a campaña presidencial en 2012.
Sólo
así se explicaría el encubrimiento a Moreira.
(Nota:
si bien Moreira dejó la gubernatura de Coahuila en marzo de 2011, fue para ser
nombrado dirigente del PRI y en su lugar quedó uno de sus hombres de mayor
confianza: Jorge Juan Torres López, cuya ficha fue difundida por la DEA en
junio de 2014 bajo la acusación de lavado de dinero en EU (Leopoldo Ramos/ La
Jornada/ 24-VI-2014). Moreira salió del partido en diciembre de 2011, ya con
Peña Nieto candidato presidencial, y en el estado tomó posesión su hermano
Rubén).
*****
Cuando
en el último año del gobierno de Felipe Calderón agentes federales,
dependientes de la PGR, – a cargo estaba Marisela Morales-, detuvieron una
avioneta, en Toluca, con 25 millones de pesos encima, se despertaron
suspicacias y todas las miradas se dirigieron a la casa de campaña del
candidato presidencial priista: Enrique Peña Nieto.
¿Era
dinero, el confiscado en Toluca, destinado a la campaña presidencial del PRI?
“Es
para carnavales…”, alegó Tomás Ruiz. ¡Pues qué jarochos tan fiesteros y
despilfarradores!
“Estamos,
con toda seguridad, ante un desvío de recursos del gobierno del estado a favor
del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto. ¿O acaso testificamos
el hecho de dinero sucio proveniente del narcotráfico a favor de Peña Nieto?”,
advirtió el entonces presidente del PRD, Jesús Zambrano.
Hoy,
cuatro años después de aquel evento, Javier Duarte ha llevado a Veracruz a la
ingobernabilidad.
Veracruz
no solamente es tierra donde florece el narcotráfico, la pobreza se extiende,
la violencia es cotidiana, hay desaparecidos, secuestros, y se asesina a
periodistas con suma facilidad. Da para más: el Auditor Superior de la
Federación, Juan Manuel Portal, reportó un faltante de 13 mil millones de pesos
en las cuentas públicas veracruzanas. Duarte ha reconocido deuda en Veracruz
por 44 mil millones de pesos. 12 mil millones más que en el Coahuila de
Moreira.
En Los
Pinos saben que el 5 de junio próximo, el desastre de Javier Duarte le puede
costar la gubernatura al PRI por primera vez en la historia. Eso es lo de
menos. Lo grave es el daño que se le ha hecho a la entidad, a los habitantes, a
su presente y futuro.
La
pregunta corre también, de boca en boca, entre millones de mexicanos:
¿Qué le
debe Peña Nieto a Javier Duarte para mantenerlo en la gubernatura, cuando una
orden de Los Pinos bastaría para removerlo?
Huele a
dinero. Huele a campaña presidencial en 2012.
Sólo
así se explicaría el soportar a Duarte.
*****
Es
posible que cuando usted lea esta columna, Javier Duarte ya haya sido removido
de la gubernatura de Veracruz. Demasiado tarde. El daño al estado, al país, ya
está hecho.
Y es
poco probable que Humberto Moreira pague sus abusos. No, al menos en este
sexenio.
¿Qué le
debe Peña Nieto a Duarte y a Moreira?
Es
todavía una pregunta sin respuesta, pero sí con alto grado de suspicacia.
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