Por Arturo
Reyes Isidoro.-
Javier Duarte
de Ochoa no entendió el mensaje que le envió el pasado 29 de junio el
presidente Enrique Peña Nieto a través de la dirigenta interina del Comité
Ejecutivo Nacional del PRI, Carolina Monroy.
Javier
Duarte de Ochoa no entendió el mensaje que le envió el pasado 29 de junio el
presidente Enrique Peña Nieto a través de la dirigenta interina del Comité
Ejecutivo Nacional del PRI, Carolina Monroy, su prima, además; no lo entendió o
lo entendió y desobedeció y ayer empezó a pagar las consecuencias.
Ante el llamado blindaje de impunidad que pretendía para
cubrirse las espaldas y evadir las consecuencias por su respon-sabilidad en los
actos de corrupción en los que incurrió o permitió en su gobierno, que tienen
sumido al estado en la peor crisis económica de su historia casi al grado de un
desastre, Carolina Monroy expresamente salió a dar conferencia de prensa para
intentar frenarlo.
En aquella fecha, dijo que era éticamente incorrecto que Duarte
promoviera acciones para evitar procesos legales en su contra. “A los ojos de
todos, no son momentos para tomar decisiones de tanta trascendencia.
Este es un gobierno que se encuentra en proceso de transición,
porque el actual gobierno –sea cual sea el partido que al final del día sea
identificado por el INE como ganador de la contienda– está de salida y creo que
generar las mejores condiciones para que esa transición sea tersa, suave y
responsable frente al ciudadano, es lo trascendente y lo fundamental”.
“Nada ni nadie por encima de la ley. En el partido no habremos
de respaldar un solo acto, un solo dicho, un solo hecho que contravenga el
estado de derecho”, expresó la política mexiquense, con lo que le estaba dando
la espalda a Duarte en momentos en los que promovía ante el Congreso local
acciones como adelantar la presentación de la cuenta pública y los
nombramientos, a modo para él, del fiscal y magistrados anticorrupción, así
como del titular del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información.
Dadas las características del sistema político priista, era obvio
que el mensaje era del propio Presidente, el verdadero líder natural del PRI
–el presidente del CEN sólo es el presidente formal–, pero Duarte lo ignoró y
siguió adelante en su intento, hasta ayer cuando le dieron no un reglazo en las
manos (las nuevas generaciones deben saber que en el siglo pasado las maestras
castigaban a los alumnos haciéndoles que abrieran las palmas de la mano para
dejarles caer un golpe severo con una regla de madera que acostumbraban) sino
un verdadero garrotazo duro y a la cabeza del que ya no se repondrá.
La noticia bomba, el escándalo de ayer fue porque a petición del presidente
Peña Nieto, la Procuraduría General de la República (PGR), que depende de él,
presentó ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) acciones de
inconstitucionalidad en contra de Duarte por sus pretendidas medidas en materia
de corrupción, una de las cuales, la sala anticorrupción, ya había sido
aprobada por la legislatura.
Peña Nieto le encontró la cuadratura al círculo, que encajó en
forma perfecta para que no lo acusaran de intromisión política en la vida de
Veracruz, al hallar una rendija legal para amarrarle las manos y los pies al
gobernador dejándolo totalmente indefenso: lo acusó de haberse adelantado a las
leyes generales del Sistema Nacional Anticorrupción, pues todavía no promulga
toda la legislación con la que se pondrá en marcha dicho sistema.
"Un Sistema Nacional Anticorrupción que permita abatir la
corrupción requiere homogeneidad, coordinación y un pulso adecuado. Por tanto,
dicho Sistema Nacional, así como los Sistemas estatales, deben ser coherentes,
ya que de otra forma la aspiración no podrá concretarse”, fue uno de los
argumentos que se dio.
En conferencia de prensa, el vocero de la Presidencia, Eduardo
Sánchez, y el subprocurador jurídico y de Asuntos Internacionales de la PGR,
Salvador Sandoval, aseguraron que el Ejecutivo federal no permitirá
legislaciones y medidas que contravengan el Sistema Nacional Anticorrupción ni
que operen “a modo” para beneficiar a algún funcionario local.
Si el PRI nacional ya le había dado la espalda a Duarte, ahora
fue la propia Presidencia de la República, esto es, el poder político central
en pleno el que lo hizo. Ya lo soltaron de la mano y cae al vacío.
El pasado 1 de julio, publiqué (“Duarte, en desgracia política”): “Por si
quedaba alguna duda, la declaración ayer del secretario técnico del Consejo
Político del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Joaquín Hendricks, lo confirmó:
Javier Duarte de Ochoa ha caído en desgracia política.
Luego de que un día antes la presidenta del CEN tricolor,
Carolina Monroy, había reprobado al gobernador de Veracruz por la maniobra con
la que intentaba protegerse las espaldas con el llamado blindaje de impunidad
que quería que le aprobara la mayoría priista en el Congreso local, Hendricks
‘saludó’ que se le haya frenado”.
En una entrevista que había publicado el diario Reforma el 30 de
junio, el directivo tricolor a nombre de su partido había dicho que el revés a
Duarte en el Congreso local (ese jueves sacaron de la orden del día la
aprobación del fiscal anticorrupción) era una señal inequívoca “de que desde
los demás órdenes de Gobierno no se hace oídos sordos al clamor de la
ciudadanía de los estados donde estamos viviendo esta problemática”.
Fue muy claro y preciso: “No se puede hacer oídos sordos. Esto
es algo que percibimos en el resultado electoral y tiene que haber
correspondencia de los tres órdenes de Gobierno de lo que está demandando la
ciudadanía. Y no hay que esperar otros tiempos. El clamor es ya y hay que
responder para que no nos estemos arrepintiendo el día de mañana cuando esto se
convierta en expresiones que se den en las calles".
El ridículo de la diputación priista
Los mensajes eran más que claros, pero no sólo Javier Duarte
sino los propios directivos del Congreso local, de mayoría priista, que se
supone que tienen una gran experiencia política, y sus serviles diputados
priistas y de partiditos satélites tampoco entendieron o si entendieron no
escucharon el mensaje presidencial, y hoy han quedado en el más sonoro ridículo
y ya sin autoridad moral alguna, sin credibilidad, reprobados y con las colas
entre las patas.
Esa mayoría priista en el Congreso era el último reducto que le quedaba al
gobernador para intentar blindarse y evitar que lo lleven a juicio por todos
los señalamientos que se le hacen. Desde ayer no se cree que ningún diputado
priista más –salvo uno que otro verdaderamente incondicional, aunque no hay
diputado que coma lumbre– intente secundarlo en ninguna otra iniciativa que
haya enviado o esté por enviar al cuerpo legislativo. Duarte está en verdadera
desgracia política.
Peña escuchó a Miguel Ángel
Quiérase que no, el presidente Peña Nieto –y hay que
reconocérselo– terminó por escuchar y darle la razón al Gobernador electo
Miguel Ángel Yunes Linares, quien en una carta abierta, pública, el pasado 27
de junio le había solicitado su urgente intervención para frenar a Duarte.
“Su gobierno no puede, no debe encubrir a quienes llevaron a
Veracruz a la crisis social más grave de su historia como consecuencia de una
corrupción que brota por todos lados y que se debe sancionar severamente, tanto
en el orden federal como en el local”, le dijo en su escrito.
“La exigencia de los veracruzanos de sancionar a quienes
saquearon las arcas públicas –y devuelvan los recursos robados– es creciente.
Hay que escuchar la voz popular. No se nieguen a hacerlo. Impidan las últimas
acciones que Javier Duarte pretende llevar a cabo contra los intereses
superiores de Veracruz”, le demando. Peña, finalmente, lo escuchó y actuó en
consecuencia.
Oportunismo de Héctor
El ex candidato a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, vio burro
y se le ofreció viaje. En forma oportunista salió ayer a pedirle a Duarte que
se vaya, entre otras cosas por sus iniciativas del blindaje de impunidad, lo
acusó de todo y de plano lo envió al basurero como el peor gobernador de la
historia.
Digo que en forma oportunista porque se pronunció sólo cuando
actuó el Presidente, pero antes había guardado silencio mientras que el
Gobernador electo, algunos diputados locales de su propio partido, diversos
sectores del estado y algunos representantes de los medios informativos
intentábamos que no pasaran las iniciativas del blindaje de impunidad. ¿Por qué
no dijo nada antes?
“Espaldarazo” de los diputados federales
Con la autoridad moral que tienen –algunos debieran estar ya en
Pacho Viejo–, los 20 diputados federales priistas y verdes (tengo mis dudas;
creo que algunos no están de acuerdo) salieron ayer a darle un “espaldarazo” al
gobernador Duarte y dicen que lo acompañarán hasta la conclusión de su gobierno
(lo deben acompañar también hasta la prisión).
Y en medio de todo, Veracruz y los veracruzanos. Ayer,
tristemente, la agencia calificadora Moody’s le puso tache al estado y
pronosticó más incertidumbre financiera.