En
el estado de Puebla la tragedia se recrudece… Damnificados de numerosos
municipios denuncian que los tres niveles de gobierno los tienen en el
abandono. En Coatzingo, por ejemplo, los pobladores, que de por sí ya vivían en
la pobreza y ahora perdieron su techo, duermen a cielo descubierto, usando
lonas para resguardarse. Y afirman estar dispuestos a levantar sus casas con la
basura que encuentren. Entre tanto, el apoyo que les brindan de los voluntarios
comienza a escasear y temen una contingencia sanitaria derivada de las
terribles condiciones en las que viven.
COATZINGO, PUE. (Proceso).- Desde el
día del terremoto, el 19 de septiembre, Pedro Margarito Miranda y su hijo
Erasmo duermen en sillas que colocaron sobre la banqueta de su ahora
inexistente casa. Para cubrirse de la lluvia, que para colmo no ha cesado en
los últimos días, usan una lona publicitaria que también les sirve de cobija.
Como en el caso de miles de
pobladores de la mixteca poblana, la vida de la familia Miranda –de 13
integrantes– se ha tornado más dura de lo que ya era en esta región, una de las
más marginadas de Puebla.
En la ranchería de Zaragoza, ubicada
en Coatzingo, y en los 110 municipios del estado afectados por el sismo de 7.1
grados Richter, la lluvia agrava la emergencia que viven las familias que se
quedaron sin vivienda.
Los pobladores aseguran que aquí las
réplicas del sismo no han dejado de sentirse, por lo que todos los días entran
en pánico. Después del terremoto lo único que les quedó fueron cobijas y
plásticos para improvisar techos, pero éstos resultaron insuficientes ante los
aguaceros. El de la tarde del 27 de septiembre, por ejemplo, tuvo
características de tromba.
De no ser por las brigadas de
voluntarios que les han llevado lonas y casas de campaña, y que se han ofrecido
para la remoción de escombros, la situación de los pobladores sería aún más
dramática, pues denuncian que ninguna autoridad gubernamental los atiende para
recuperar un techo.
Víctor Vargas, quien junto con otros
pobladores de Izúcar de Matamoros ha recorrido la región para entregar apoyos,
advierte que la falta de acciones del gobierno podría generar una contingencia
de salud, pues la mayoría de los damnificados subsisten prácticamente en la
intemperie bajo condiciones climatológicas adversas.
Cobran
por fotos de escombros
En Zaragoza, donde más de 90% de las
casas quedaron inhabitables, se abrió un albergue, pero el lugar ha sido
ocupado como centro de acopio. Además, como en el resto de las localidades, los
damnificados se niegan a alejarse de las pocas pertenencias que les quedan y
que han tratado de proteger de la lluvia y de la delincuencia que, dicen, se ha
incrementado en estos días.
Según el censo de daños, que aún no
concluye el gobierno estatal, las casas afectadas por el terremoto de 7.1
grados, con epicentro entre los límites de este estado y el de Morelos, suman
ya 22 mil, de las cuales casi 4 mil requieren ser demolidas.
“Veinte años duré para construir mi
casita, pa que en siete segundos se acabara todo”, resume con tristeza Pedro
Margarito, quien cuenta que ha pagado 175 pesos a personas que tomaron fotos de
los escombros de su vivienda bajo la advertencia de que era “requisito” para
que recibiera los apoyos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden).
Lo anterior, aseguró, es el único
indicio que ha tenido de alguien que dijo representar al gobierno y que visitó
esta localidad de 450 habitantes.
Miranda también cuenta que el canal
de riego del que depende esa zona agrícola donde trabajaba como jornalero quedó
destruido luego de que le cayó un cerro.
“Esto se va a poner cada vez peor.
Las ayudas de la gente van a dejar de llegar y entonces ¿qué va a ser de
nosotros?”, dice alarmado.
Y parte de esto ya es notorio. En la
última semana el tráfico en las carreteras de Puebla se normalizó. El 24 de
septiembre dejó de estar congestionada la zona, que estaba abarrotada de
brigadas de voluntarios.
Mientras tanto, en Zaragoza, las
escenas son estremecedoras a cada paso. Una jovencita, Carmen de la Cruz, se
refugia en una pequeña casa de campaña con su bebé, al que dio a luz justo el
19 de septiembre a la una de la tarde. “Nació él y luego, lueguito, fue el
terremoto”, relata.
En otro caso, una mujer resultó
lesionada de la columna vertebral cuando un refrigerador se le vino encima.
Ahora sus tres hijas, de siete, nueve y 11 años, se hacen cargo de un bebé y de
la subsistencia de la familia.
María Eufrosina Muñoz, una anciana
cuyas atrofiadas piernas no le permiten ponerse de pie, debe arrastrarse por el
piso de su vivienda. Así, a rastras, cuenta que se la ha pasado sacando pequeños
pedazos de escombro que caen de su techo. “Son cosas que Diosito nos manda”,
dice resignada.
“Levantaré
mi casa con basura”
La mañana del 28 de septiembre un
grupo de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, de las universidades
Autónoma Metropolitana (UAM) y Autónoma de Puebla ayudaban a los pobladores en
labores de remoción de escombros. Un camión de la línea Flecha Roja los llevó
gratuitamente y hasta el conductor de la unidad se puso a ayudar.
Doña Ninfa Barrales, a quien los
jóvenes la apoyaron para levantar un techo provisional, dice que si la ayuda
del gobierno no llega volverá a levantar su casa con “basura”, con zacate del
monte para sus techos, porque eso no cuesta, dice.
Saúl, un voluntario que prefiere
omitir sus apellidos, afirma que historias como la de Zaragoza se repiten en
otras comunidades afectadas en las que ha prestado su ayuda: las autoridades
estatales y federales –incluso el Ejército y la Marina– no han sido capaces
siquiera de informar y organizar lo relativo a las necesidades de la población.
“Ya no hacen falta alimentos; lo que
ahora necesitan las comunidades son lonas, casas de campaña, polines,
herramientas y mano de obra”, aclara.
La
ayuda que no llega
En la comunidad de Chietla, en la
misma región mixteca, Roberto Gazcón, cuya casa, ubicada en las calles Victoria
y Porfirio Díaz, resultó dañada, cuestiona los apoyos que salen en la
televisión sobre donaciones de artistas, deportistas, empresas y hasta de
gobiernos de otros países.
“No vemos dónde se está quedando todo
ese recurso, porque es un hecho que no es en las manos de la gente afectada, y
seguramente los que se van a beneficiar serán otros”, denuncia.
Lo mismo considera Víctor Vargas,
integrante de los Caballeros de Santiago Apóstol, grupo formado a partir de la emergencia
para ayudar a las comunidades: asegura que los gobiernos municipales, estatal y
federal están dejando sola a la población damnificada, que ya desde antes del
terremoto era muy vulnerable por las condiciones de pobreza que prevalecen en
la región.
“Los recursos del Fonden (Fondo de
Desastres Naturales) van a tardar y el gobierno no está tomando en cuenta que
esta gente no tiene dinero para resolver la urgencia de hacerse de un techo”,
insiste.
Además, Vargas señala que en la
mayoría de las localidades que han recorrido los escenarios se repiten: los
pobladores acusan a sus autoridades de acaparar la ayuda para sus familias y
allegados. En otras ocasiones, los damnificados denuncian que sus gobernantes
guardan los apoyos en bodegas con fines electorales.
Gilberto Maldonado, líder del
Movimiento Magisterial Democrático, quien también ha recorrido la región
mixteca con apoyos, sostiene que el gobierno tampoco ha instalado aulas móviles
para reiniciar las clases en los poblados afectados. Dice que algunos padres de
familia cooperan con lo que pueden, que es muy poco, para comprar lonas con tal
de que sus hijos no pierdan más clases.
“Ya hay acusaciones de que están
haciendo su guardadito. En todos los municipios se repiten las denuncias y
quejas de que las autoridades municipales, en complicidad con el gobierno
estatal, cuidan sus intereses políticos rumbo al proceso electoral que se
avecina”, refiere.
Moreno
Valle, mal constructor
Entre los reclamos también están
aquellos que señalan directamente al gobernador panista Antonio Gali Fayad.
Maldonado menciona que los damnificados acusan al mandatario de dedicarse a
recorrer los municipios afectados sólo “para tomarse la foto”.
El 20 de septiembre, en el municipio
de Metepec, fue captado en video cuando le exige a uno de sus colaboradores que
impida el acercamiento de personas que le presentan quejas por la falta de
atención a los damnificados. “¿A los negativos por qué no los quitas, eh?”,
dijo Gali.
Además, el actual gobierno estatal
panista ha sido cuestionado por la falta de transparencia en la contratación
del seguro contra desastres naturales. Si bien el secretario general de
Gobierno, Diódoro Carrasco, ha informado que hay un contrato con Banorte por
daños hasta por 30 millones de dólares, la póliza no se ha hecho pública.
También el terremoto del pasado 19 de
septiembre sacó a relucir la mala calidad de la obra pública que hizo el
exgobernador Rafael Moreno Valle, quien ahora se promueve como aspirante a la
Presidencia de la República. Han resultado dañadas edificaciones como la Casa
de la Música de Viena y los museos del Títere, el de la Música Mexicana y el
Infantil, que durante el sexenio morenovallista se inauguraron con una
inversión en conjunto de 266 millones de pesos.
De igual manera ocurrió con otras
obras: el Complejo Médico Gonzalo Río Arronte, en el que se invirtieron 326
millones; la Casa de Justicia de Chiautla, que costó 23.6 millones; el Centro
Integral de Servicios de Tehuacán, de 300 millones, y el Hospital del Niño
Poblano, de 525 millones de pesos.
Mención aparte merece el hospital de
Izúcar de Matamoros, donde el gobierno de Mario Marín invirtió 250 millones y
el de Moreno Valle 75 millones más, que corre el riesgo de ser demolido por
tener afectaciones estructurales.
Al respecto, Gali dio a conocer el 29
de septiembre que la reconstrucción total de infraestructura y vivienda dañada
en Puebla requerirá alrededor de 3 mil millones de pesos, pero advirtió que su
administración sólo cuenta con 678 millones para iniciar los trabajos que,
ofreció, se realizarán con transparencia.
Este
reportaje se publicó el 1 de octubre de 2017 en la edición 2135 de la revista
Proceso.