AMLO en Zongolica. Territorio hostil. Foto: Germán Canseco
Puede ser el bloqueo de las vialidades por las autoridades locales o provocadores que agreden a los militantes … o de plano actos de sabotaje, como ocurrió en Celaya el miércoles 16. Parece que la consigna es impedir que se realicen los mítines convocados por Morena, sean de su candidato presidencial o de los aspirantes a cargos locales. Donde el fenómeno suele ocurrir es en sitios gobernados por el PAN o el PRD. Veracruz destaca en ese rubro, denuncia el candidato morenista al gobierno estatal, donde las agresiones se extienden, más allá de las concentraciones de campaña, a los lugares que habitan los simpatizantes de López Obrador.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Junto al
templete de un acto de campaña un grupo de personas empieza a alejarse de
prisa, gritando “¡fuego!”, “¡incendio!”, “¡cuidado!” Una camioneta van parecía
ser el origen del humo y estaba estacionada a pocos metros, en la esquina de
Colunga Guerrero y Corregidora, alineada con la cuneta de los portales que
circundan el jardín principal de Celaya.
Andrés Manuel López Obrador
encabezaba ahí un mitin proselitista, acompañado de los candidatos locales,
entre ellos Francisco Ricardo Sheffield, exalcalde y exdiputado panista, hoy
postulado al gobierno por la coalición Juntos Haremos Historia y quien hacia
las 17:30 horas del miércoles 16 está al micrófono.
Sheffield, con voz engolada y poca
modulación, habla del asesinato de José Remedios Aguirre, candidato a la
presidencia municipal de Apaseo el Alto por la misma alianza política y quien
fue ultimado el viernes 11 en un acto proselitista:
Víctima de la violencia,
revictimizado por el gobierno del panista Miguel Márquez, que filtra con dolo
un antecedente que no llegó a ser penal y lo acusa de relacionarse con mafias
de huachicoleros –asunto por el que el finado había interpuesto una demanda por
daño moral–, son algunas de las consideraciones de Sheffield desde el martes
15, cuando se inició la gira de López Obrador por Guanajuato pero que, ya el 16
en Celaya, queda marcado por la presencia de la viuda, Carmen Ortiz.
Y en eso… el humo. Mientras Sheffield
arenga, una voz interviene en el micrófono alterno para pedir que se atienda el
incendio en “la camioneta blanca”. Rápido, tres policías municipales –de pronto
ya son más– apagan la fuente del humo con un extintor.
Sheffield llama a la calma,
atribuyendo el humo a un desperfecto en la planta generadora de electricidad.
“Andamos muy nerviosos aquí en Celaya y en Guanajuato. Se entiende. No es para
menos”, dirá antes de continuar su arenga y presentar a la viuda de Remedios
Aguirre como candidata sustituta.
Ahí acaba todo y junto al templete,
Ricardo Monreal recupera la fuente del humo: un vaso de unicel con pequeños
cilindros, bombas de humo, que una mano anónima colocó bajo la van blanca que,
en efecto, alberga la planta generadora de electricidad para el mitin.
Ese fue sólo uno de los 15 actos de
hostilidad que, en distintas modalidades, se registran en la campaña de Andrés
Manuel López Obrador cuando visita ciudades gobernadas principalmente por el
PAN y el PRD, partidos que integran la coalición Por México al Frente.
Aunque en Celaya, por ser una de las
ciudades más violentas del país y la coincidencia con el momento discursivo de
reivindicación a un candidato asesinado, tuvo especial notoriedad.
No obstante, al terminar su
intervención, el candidato presidencial dirá una vez más: “Voy a seguir sin
guardaespaldas y, al triunfo de nuestro movimiento, el Estado Mayor
Presidencial se irá al Ejército. Que me cuiden ustedes, que me cuide el pueblo.
Porque el que lucha por la justicia, no tiene nada que temer”.
Hostilidad
local
El 2 de abril fue el segundo día de
la agenda proselitista de López Obrador en campaña. A un ritmo de tres mítines
diarios, esa fecha la dedicó a visitar tres municipios de la zona metropolitana
de Monterrey: Santa Catarina, Allende y Apodaca, organizados el primero por
Morena, el segundo por el Partido Encuentro Social y el tercero por el Partido
del Trabajo.
Desde días antes, la dirigente
nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, había denunciado la obstaculización de
los mítines a realizarse en Santa Catarina y Apodaca, debido a que los
ayuntamientos negaban permisos o convocaban a eventos en los mismos lugares a
la misma hora.
Fue en Apodaca donde, finalmente, el
ayuntamiento priista colocó un tianguis en el que los oferentes cetemistas
languidecían mientras la concentración se realizaba sobre la calle aledaña,
frente al Palacio Municipal. No obstante, la policía local realizó cortes de
seguridad en varias cuadras a la redonda y el candidato presidencial sólo pudo
acceder a la zona en su vehículo gracias a la intervención de una patrulla de
la Policía Federal que lo custodiaba.
Lo mismo ocurrió días después en San
Luis Río Colorado, Sonora. El 16 de abril se programó una concentración en el
Bosque de la Ciudad. El comité de Morena en esa localidad denunció que poco
antes de iniciarse, personal del ayuntamiento cerró con candado las rejas de
acceso; ante el reclamo, pidieron a los morenistas que fueran a la Dirección de
Obras Públicas del municipio para tramitar la autorización. El presidencial
debió caminar sin más protección que la de sus simpatizantes, hasta el lugar
del templete.
En Córdoba, Veracruz, la tensión
escaló el 29 de abril. Los vehículos que transportan el mobiliario logístico
llegaron por la noche a la ciudad, pero ya los estaban esperando policías
estatales y municipales que les impidieron el paso, con el argumento de que en
la plaza principal habría un festival por el Día del Niño. A esa hora, un
diario local y las redes sociales de Morena difundieron en tiempo real lo que
ocurría, lo que motivó que decenas de simpatizantes llegaran al punto a cuidar
el mobiliario, instalarlo y pernoctar ahí, en plena calle, hasta la hora del
mitin, la tarde del día 30.
A partir de ese día situaciones
similares se fueron acumulando. En Ciudad Serdán, Puebla, la negativa de
permiso llevó a instalar el templete en la vía pública, y justo al lado de un
reparto de tinacos del PAN, lo que aprovechó López Obrador para abundar en su
discurso sobre la compra del voto y el reparto de dádivas con fines
electorales. Horas después, en San Martín Texmelucan, Puebla, un contingente
pasó gritando “AMLO sí, Barbosa no”, lo que sería retomado días después por el
candidato presidencial.
Luego, en Iztacalco, el miércoles 2,
un mitin que se realizaría en la colonia Agrícola Oriental, barrio de la
candidata al Senado Citlali Hernández, horas antes del evento, fueron enviadas
cuadrillas para levantar la carpeta asfáltica y repavimentar. Ahí también,
militantes de Morena pasaron la noche. Se trata de una delegación perredista,
donde la exdelegada Elizabeth Mateos es candidata otra vez a la demarcación,
que actualmente encabeza su esposo, Carlos Estrada.
La Ciudad de México continuó así, con
los episodios de hostilidad institucional a los candidatos de Morena, como
había ocurrido ya con Claudia Sheinbaum, en Gustavo A. Madero, el 12 de abril y
luego de que el día 11 había cancelado un mitin en Coyoacán, donde ya había
recibido agresiones de personal delegacional. El día 21, minutos antes de
realizar un mitin en Gustavo A. Madero, se instaló un contingente gritando
consignas en su contra, por lo que debió cancelar.
Hasta entonces la hostilidad provenía
de delegaciones con gobiernos surgidos del PRD, que va en alianza con el PAN y
Movimiento Ciudadano.
Aunque contaba con permiso desde casi
un mes antes, fue en Benito Juárez, bastión panista de la Ciudad de México,
donde se intentó obstaculizar el mitin de López Obrador programado para el
lunes 7. La delegación mandó instalar juegos mecánicos y una feria artesanal
que, aun vacía, obligó a los morenistas a instalarse en la explanada adyacente
a la sede delegacional, donde también pernoctaron militantes cuidando la instalación.
Provocación
y violencia
Lo ocurrido en Benito Juárez se vio
marcado también por dos actos de hostilidad policiaca. Primero, un contingente
de granaderos intimidó al coordinador de campaña del candidato local, Fadlala
Akabani, quien afirma que, posteriormente, realizaron cortes de circulación
para impedir el arribo a la concentración.
Los conflictos por realización de
mítines de López Obrador, en lo que va de la campaña, se han expresado en
diferendos burocráticos que, en la mayoría de los casos, consisten en negativa
o revocación de permisos otorgados para la realización de eventos en espacios
públicos. Sin embargo, en Veracruz la aparición de provocadores ha motivado
momentos de tensión.
El 29 de abril el candidato al
gobierno de Veracruz, Cuitláhuac García, realizó su evento de apertura de
campaña, al que llegaron cuatro hombres con botargas de Hugo Chávez.
Simpatizantes del candidato los persiguieron, pero un grupo de policías
custodió su salida.
Al día siguiente, en Orizaba, durante
el mitin de López Obrador, un grupo de mujeres se distribuyó en la plaza
principal, portando cartulinas de “agradecimiento”, porque “la amnistía”
dejaría en libertad a un violador o a un asesino. Las mujeres escondían sus
rostros y permanecían con las cartulinas en alto, mientras enviaban mensajes de
texto en sus celulares. No quisieron responder cuestionamientos y, de pronto,
abandonaron el lugar tras un breve jaloneo con los simpatizantes morenistas. La
situación se repetiría en Córdoba horas más tarde.
En Tantoyuca, cinco provocadores que
se identificaban como reporteros, agredieron a organizadores del mitin del
jueves 10 y terminaron a puñetazos, momentos después de que López Obrador
subiera al templete. En el camino, una mujer se aproximó al tabasqueño. Iba con
la cabeza cubierta y gafas oscuras, cuando le entregó unos documentos que el
tabasqueño pasó a su personal.
Horas después esa mujer, que era Eva
Cadena –protagonista de un videoescándalo en el que recibía dinero–, difundió
un video en el que entregaba un libro al candidato presidencial.
Cuitláhuac García dice a Proceso que
los actos de provocación ocurren a diario y responsabilizó al gobernador
veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares de enviar a los provocadores y a Eva
Cadena. En la siguiente gira por Veracruz, López Obrador empezó a señalar el
envío de provocadores en esta entidad y en Puebla.
En cada mitin de esas entidades, el
fundador de Morena ha señalado desde entonces a las familias que se quieren
heredar el poder: en el caso de Veracruz, a Miguel Ángel Yunes, por hacer
candidato a la gubernatura a su hijo; en el de Puebla, por ser la esposa de
Rafael Moreno Valle quien contiende por la gubernatura.
Las arengas en ambas entidades, tanto
de los candidatos locales como del presidencial, han subido de tono en los
señalamientos a los grupos políticos panistas, en ambos casos, formados en el
PRI.
Durante la más reciente gira por
Veracruz, en Cosamaloapan, policías estatales realizaron registros fotográficos
de López Obrador y las comitivas que lo acompañan. Incluso durante un incidente
en el aeropuerto de Veracruz, la mañana del lunes 14, el mismo grupo de
provocadores de Tantoyuca, agredió a los reporteros que cubren las actividades
de campaña, teniéndolos perfectamente ubicados.
Cuitláhuac García afirma que si en un
lugar del país puede haber violencia electoral es en Veracruz, pues ha ido
creciendo la hostilidad del gobernador Yunes contra Juntos Haremos Historia.
Para ello, dice el candidato al
gobierno, el mandatario estatal se ha aliado a viejos cacicazgos, relacionados
con grupos delictivos, que suelen aterrorizar comunidades apartadas conforme se
acercan periodos electorales, al grado de que el secuestro y el abigeato,
usados como mecanismo de presión, crecen en cada proceso electoral.
En entrevista por separado, la
candidata al Senado en esa misma entidad, Rocío Nahle, afirma que el gobernador
está echando mano de todo tipo de recursos: desde uso de programas sociales
hasta la violencia en los municipios gobernados por Morena.
A los casos anteriores, se suma el envío de trabajadores del gobierno
capitalino, durante la jornada del primer debate entre candidatos
presidenciales el 22 de abril –documentado por varios medios–, para protestar
contra López Obrador en las inmediaciones del Palacio de Minería.
Este reportaje se publicó el 20 de mayo de 2018 en la edición 2168 de la revista Proceso.