La
escritora británica, elegida por el jurado por sus estudios sobre la historia
de la religión, exculpa al Islam de la violencia que se comete en su nombre.
Karen Armstrong (Wildmoor, 1944) se hizo
monja católica a los 18 años y renunció a sus hábitos a los 25 tras una
experiencia que podríamos definir como "mortificante". "No fue
precisamente la compasión lo que aprendí en el convento",
confiesa."Durante años tuve una relación conflictiva con la religión.
Intenté alejarme, estudié en Oxford y quise convertirme en profesora de
literatura, pero una serie desastres en mi carrera volvieron a ponerme
accidentalmente en la senda religiosa"...
La autora británica con sangre irlandesa,
autora de Campos de sangre: la religión y la historia de
la violencia (Paidós), ha sido galardonada con el Princesa de
Asturias de las Ciencias Sociales por su "relevancia" en el estudio
del fenómeno religioso "para comprender la sociedad y el mundo
contemporáneos".
"Hemos convertido la religión en el
chivo expiatorio", asegura de entrada Armstrong, en conversación
telefónica con EL MUNDO horas después de recibir la noticia. "Culpamos a la religión de la violencia, cuando en realidad la
violencia está en la naturaleza humana. Las guerras son un invento de la
civilización y están presentes en todo tipo de sociedades, mucho antes de la
llegada del monoteísmo".
"La violencia se usa siempre con
fines políticos, disfrazados muchas veces de argumentos religiosos",
advierte Armstrong, que le dedicó un libro a las Cruzadas y que ha estudiado
muy de cerca las "guerras de religión" en Europa en los siglos XVI y
XVII, "que fueron más bien guerras de los estados para liberarse del yugo
del Sacro Imperio Romano".
Admite Karen Armstrong que lo religioso y
lo político han ido secularmente de la mano "hasta que llegó la
Revolución Francesa". Reconoce la autora que la separación de
Religión y Estado fue "una gran idea, que abrió el paso a ideales como la
democracia, la libertad y la igualdad".
"Pero esa ruptura creó también un
vacío, de ahí el riesgo de convertir el culto a la nación en la nueva
religión", advierte la autora británcia, que se remite al "Dios salve
a la Reina" como indicio de la nueva idolatría. En
su opinión, existe un vínculo muy fuerte entre el laicismo que se ha instalado
en Europa y el auge del nacionalismo (en Francia, sin ir más lejos) que
convierte el "culto a la patria" en el nuevo credo y que justifica la
violencia hacia todo lo que viene de fuera.
Pero la asociación inevitable en los tiempos
que corren es la de la violencia y el Islam, que Karen Armstrong ha estudiando
tan a fondo como el cristianismo y el judaísmo. En 1991 publicó Mahoma: biografía de un profeta y 15 años
después Mahoma: un profeta de nuestro tiempo. La galardonada ha
recibido críticas por su visión "benigna" del Islam y su insistencia es que no es ni más ni menos violenta que otras
religiones.
"La Biblia tiene más episodios
violentos que el Corán", advierte Karen Armstrong. "Pero
eso tampoco significa que el cristianismo sea más violento. La Biblia es al fin
y al cabo una colección de libros que son el testamento de una época de la
humanidad y que desmuestra que la violencia ha estado con nosotros desde
tiempos inmemoriales. Otra cosa bien distinta es el mensaje que se desprende de
la Biblia, del Corán o de todos los grandes libros religiosos".
Katen Armstrong reconoce sin embargo que
es comprensible que la gente se haga preguntas e intente indagar en las raíces
del radicalismo islámico, que ella misma ha explorado desde una perspectiva más
amplia y tocando el arco de las otras religiones: La batalla por Dios: fundamentalismo, cristianismo y el Islam.
Sostiene Armstrong que la raíz del
fanatismo es la ignorancia y la manipulación...
"Muchos de los yihadistas reclutados en Europa no son necesariamente
religiosos, como lo demuestra la historia de dos jóvenes británicos que
llegaron a combatir junto al Estado Islámico (IS) con un manual del "Islam
para tontos". Gran parte de la militancia del IS no es particularmente
religiosa, sino que proviene del régimen laicista de
Sadam Hussein, aunque utilicen la referencia islámica como cebo".
"La labor de propaganda ha sido
también muy efectiva", agrega Armstrong. "Siguen usando la apelación
al "sufrimiento de los musulmanes", y eso ha sido muy efectivo.
Llegados a este punto tenemos que reconocer el papel de las guerras instigadas
por occidente a la hora de alimentar el extremismo islámico. Una vez más, la raíz de la violencia no es religiosa, sino
política".
"La idea de que sin religión no
habría guerras es absurda", asegura la autora de Una historia de Dios: 4.000 años de búsqueda en el Judaísmo, el
Cristianismo y el Islam. Armstrong tira por tierra el argumento de
Richard Dawkins, autor de El espejismo de Dios,
que atribuye a la religión la capacidad de "llevar hasta la locura a gente
cuerda, pacífica y decente".
La ganadora del Princesa de Asuturias de
las Ciencias Sociales se rebela incluso contra la idea de que pueda haber
"una violencia esencial inherente a la religión y que
puede exacerbar los conflictos, en el momento en que se cree que Dios está de
nuestro lado y que a partir de ese momento la crueldad no conoce
fronteras".
A sus 72 años, casi medio siglo después
de abandonar el convento renegando de todas la religiones, Karen Armstrong
reconoce haberse reconciliado con su religión en particular -"gracias en
gran parte a la labor del Papa Francisco, que predica con el ejemplo y con los
pequeños grandes gestos"- y con la Religión con mayúsculas, "como un fenómeno esencialmente humano, presente en todas las
culturas y que responde a la búsqueda del sentido de la vida y a
una necesidad de compasión".