La masacre del 2 de octubre de 1968 es expresión concreta de la
violencia de Estado, ésta es en sí violencia de clase a través del instrumento
de opresión de la clase que detenta el poder, éste adquirió su carácter
antipopular y represivo a partir de que los constitucionalistas trocaron la
revolución popular de 1910 en una democracia burguesa que sólo procura el
beneficio a una élite.
La brutal represión ejercida ese dos de octubre es la culminación de un proceso represivo contra la crítica política de las masas que venía desde 1958, una crítica al régimen de explotación y opresión que se tradujo en cientos de presos y asesinatos políticos en un intento por detener la crítica que emanaba de la clase obrera.
Los saldos de este crimen de Estado hasta la fecha son incuantificables para el pueblo por su falta de unidad; desde el Estado quienes estaban al frente de las instituciones represivas sí conocen el resultado sangriento, esto expresa que durante todos estos años se ha garantizado la impunidad a los criminales de Estado; Díaz Ordaz, los cancerberos del capital de ese tiempo, políticos del régimen, y la cúpula policíaco militar conocen las cifras del baño de sangre y desde entonces gozan de total impunidad, algunos de ellos se han ido a la tumba y supuestamente guardan ese secreto, con ello quieren diluir la verdad histórica pero ésta emerge en la conciencia popular de que fue el Estado y la exigencia de juicio y castigo no se olvida.
Los años de 1958 a 1968 fueron de intensa represión, expresan la magnitud de la violencia del PRI gobierno contra las masas que ejercían la crítica política, fueran obreras, campesinas, estudiantiles o profesionistas; es la violencia de la clase burguesa contra los explotados y oprimidos.
El parteaguas de la historia contemporánea de nuestro país, de donde brotan profundas raíces de protesta a través de formas superiores de lucha las encontramos a finales de los años 50 del siglo XX, de ellas emana la conclusión histórica que al régimen capitalista en México sólo se le puede derrocar con unidad popular y crítica política de las masas en estrecha relación con la lucha armada revolucionaria.
Hoy no representa riesgo reconocer que el 68 es responsabilidad del Estado, desde las instituciones, medios monopólicos de comunicación, intelectuales orgánicos al régimen se hace medra, se inmutan y se rasgan las vestiduras por los abominables hechos de la “noche trágica de Tlatelolco”, pero omiten deliberadamente que la espiral de violencia criminal ejercida en el 68 es la misma que se ejecuta en la actualidad expresada en el terrorismo de Estado que ha cobrado millones de víctimas directas e indirectas, y ante este mismo carácter criminal del Estado los que hacen alarde de esta fecha guardan silencio cómplice y no se conmueven por la política represiva del régimen, absurdamente se preocupan más por la suerte de un animal, por el que se desviven y se crean nuevas leyes, pero ante la desgracia del ser humano, en el régimen neoliberal, impera la indolencia y pasividad.
Esta fecha nos deja enseñanzas históricas, la lucha estudiantil, cualquiera que sea su época no puede caer en el marco del corporativismo, el pacifismo, el civilismo burgués y las formas burguesas de hacer política que conducen a la conciliación de clases; esta ruta lleva al movimiento estudiantil a la indefensión y a ser presa fácil de mayores crímenes de Estado; la lucha estudiantil debe abrazar la organización independiente y arribar a formas superiores de lucha, entre ellas la autodefensa armada de las masas para enfrentar la violencia que emana del Estado, sea por medio del paramilitarismo, los halcones, porros o fuerzas policíaco militares.
La exigencia popular expresada en la consigna: ¡2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA, ES DE LUCHA COMBATIVA! significa que el pueblo identifica a sus verdugos que están amparados en el estado de derecho burgués; el 68 no se olvida porque ello implicaría resignarse ante la violencia del Estado y que contra los verdugos del pueblo no se pueda hacer nada; en la memoria histórica de las masas populares no hay lugar para olvidar tan atroz crimen, porque olvidar significaría diluir la responsabilidad criminal del Estado y sus agentes.
La consigna ¡2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA, ES DE LUCHA COMBATIVA! es una exigencia política que nos enseña que la voluntad popular de combatir no se extingue con decretos jurídicos burocráticos ni se apaga con la violencia de Estado.
El 68, al igual que la actual violencia de Estado, es un asunto fundamentalmente político que expresa la lucha de clases que existe en México y el carácter criminal del gobierno, por lo tanto, su solución no radica en la fe ni en aspectos moralinos, ésta es esencialmente política y pasa necesariamente por el ¡JUICIO Y CASTIGO DE LOS CRIMINALES DE ESTADO!
El 2 de octubre no se puede olvidar, como tampoco las masacres de Acteal, Aguas Blancas y el Charco; no podemos olvidar el saldo que ha generado la violencia de Estado durante estos 18 años; los crímenes de Estado en Oaxaca en el contexto de la lucha de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), Tlatlaya, Tanhuato, Ayotzinapa, Nochixtlán son también imposibles de olvidar, hacerlo es otorgar impunidad a los perpetradores, perdonar significaría dar carta abierta a la política criminal y abrazar el síndrome de Estocolmo.
El pueblo nunca olvidará que el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, se cometieron múltiples crímenes de Estado contra normalistas rurales de Ayotzinapa y pueblo indefenso; esto es expresión nítida de lo que genera la violencia de clase y los 43 normalistas detenidos desaparecidos son parte de la larga lista de desapariciones forzadas que hay en nuestro país, una cifra inconmensurable por la magnitud del fenómeno.
La perversidad del Estado y sus personeros llega a tal grado que al igual que el 2 de octubre, Ayotzinapa se pretende convertir en una especie de efeméride oficial a media asta, los crímenes de Estado no se resuelven con simbolismos oficialistas y burocráticos. Los mecanismos en el cometido de los múltiples crímenes de Estado en Iguala son los mismos en la ejecución de otras desapariciones forzadas y la solución que se pretende imponer desde el Estado es la tabula rasa sobre todos los demás casos de la misma condición, a la vez se quiere minimizar que éstos son crímenes de lesa humanidad que no prescriben.
¡Hermanas, hermanos, camaradas! No nos podemos reducir únicamente al carácter histórico reivindicativo del 2 de octubre, la exigencia de todos los que nos vamos a movilizar este 2 de octubre debe centrarse en el juicio y castigo de los responsables de todos los crímenes de Estado que se han cometido en la historia contemporánea del país.
No olvidamos y no se puede perdonar la desaparición forzada de nuestros compañeros Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, que a pesar de que han transcurrido más de 10 años, por ser un crimen de lesa humanidad no prescribe, su “antigüedad” no es argumento válido para cerrar el caso, una política de esta naturaleza es absurda e igualmente criminal.
Todo aquél que sea parte del pueblo trabajador no puede olvidar ni mucho menos perdonar a los criminales de Estado, porque eso deja la puerta abierta para una nueva espiral de violencia. Ante los crímenes de Estado la consigna es: ¡NI PERDÓN, NI OLVIDO! ¡JUICIO Y CASTIGO A LOS RESPONSABLES!
¡POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA!
¡VENCER O MORIR!
¡POR NUESTROS CAMARADAS PROLETARIOS!
¡RESUELTOS A VENCER!
¡CON LA GUERRA POPULAR!
¡EL EPR TRIUNFARÁ!
COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO DEMOCRÁTICO POPULAR REVOLUCIONARIO
PDPR
COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO POPULAR REVOLUCIONARIO
CG-EPR
Año 54
República mexicana, 29 de septiembre de 2018.