2 de octubre de 2018

25 RETAZOS DEL 68 DESPUÉS DE 50 AÑOS Y UNA CONSIGNA FINAL (26)



1. Sabía quién era. Un carnicero. Por su triste papel jugado en Tlatelolco lo tenía yo en la retina. Lo recordaba como el feroz perseguidor de los sobrevivientes del asalto al Cuartel Madera, ese 23 de septiembre de 1965, fecha en que dieron inicio las guerrillas en México. En 1968, al amanecer del conflicto estudiantil, él fue quien ordenó el bazukazo a la puerta de la Preparatoria Uno, en el Centro Histórico de la ciudad. Y después, este comandante del “Batallón de Fusileros Paracaidistas” fue él operador militar del gobierno en la masacre del Dos de Octubre. Estaba al mando del Batallón Olimpia. Su figura la retenía en mis ojos con precisión fotográfica. Este tipo incivil que respondía al nombre de José Hernández Toledo me recordaba a otro individuo más incivil aún de la Revolución Mexicana.
2. En la secundaria yo era un chico de media tabla pero bien informado, a pesar de haber repetido el tercero por haberme ido a “Extra” en Matemáticas y en Física. Una vez el maestro de Español, Evelio Monroy Castelán nos regañaba por nuestra ignorancia supina sobre lo que pasaba en el mundo, y dijo “A ver compañeritos, les voy a regalar un punto si me dicen quién es el secretario de Relaciones Exteriores de México”. Nadie levantó la mano, el profe volteó lentamente de un lado a otro y nada. Yo me animé y se sorprendió todito. “A ver, a ver, ¿usted sabe?”, “Sí”, repliqué tímidamente, “Quién”, preguntó levantando la barbilla, “Antonio Carrillo Flores”, dije aún más tímidamente, “Ahhh”, se quedó pendejo Evelio, y Cómo es que sabe, Es que mi papá todos los días compra el periódico, Cuál, El Gráfico, Ah, Pues ya tiene un punto más para el próximo examen. Carrillo Flores, hijo del inventor del “Sonido 13”, Julián Carrillo, era el canciller de México en el gabinete de Díaz Ordaz.
3. También retengo la imagen en mi sesera de Rodolfo Sánchez Taboada, aquel capitán primero carrancista quien, el 10 de abril de 1919, en la hacienda de Chinameca, ordenó a sus soldados que le dispararan a quemarropa a Emiliano Zapata. Venustiano Carranza festejó con los estrategas de la traición. Felicitó al general Pablo González, le confirió a Jesús Guajardo el grado de general brigadier y lo obsequió con 50 mil pesos, a Sánchez Taboada lo ascendió militarmente y posteriormente fue recompensado, en distintos momentos, con la gubernatura de Baja California, con la secretaría de Marina y con la presidencia del PRI.
4. Este infame Sistema priista siempre premia a sus “mejores” hombres, generalmente asesinos a sueldo. Rodolfo Sánchez Taboada y José Hernández Toledo son pequeños botones de muestra.
5. En 1981 filmaba yo una película sobre la guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos en la Costa grande de Guerrero. Me urgían tomas de soldados y el testimonio de alguien con peso en la persecución a Lucio. Por eso cuando pedí informes en Atoyac sobre quién era el comandante de la Zona Militar de esa región de la montaña y me respondieron que era el general José Hernández Toledo, un ligero aceleramiento sanguíneo me recorrió por las venas, y no era para menos, no obstante, me dije, tengo que entrevistar a éste que es uno de los principales asesinos de Tlatelolco.
6. No sólo eran los volantes, mi jefe, afortunadamente le gustaba leer el periódico y diariamente compraba el “Universal Gráfico”, el periódico vespertino de “El Universal”, la sección que buscaba siempre eran las tiras cómicas. Me encantaba leer “Dick Tracy”, “Trucutú”, “Lorenzo y Pepita”, y otros que se me desperdigan en la memoria. Me gustaba contestar el crucigrama y ver al otro día la solución, pero, sobre todo, diariamente, sin excepción, leía “Aunque usted no lo crea”, de Ripley. Otra sección que me chutaba era la deportiva y las fotos y encabezados de todas las secciones. Pero en esos momentos de explosión estudiantil di cuenta de “La marcha del silencio”, encabezada por Javier Barros Sierra, rector de la UNAM, lo recuerdo muy bien.
7. Esperaba el equipo del CUEC, la escuela de cine de la UNAM, afuera del cuartel de Atoyac. Vivíamos la época de la guerra sucia, 1981. Yo fungía como el director del documental que, en ese entonces, aún no tenía nombre. Pedro Reygadas era el fotógrafo, Chucho Pérez, era su ayudante, Jorge Pérez Grovas, el sonidista, Paco Orduña era el “foquero” y gaffer, aunque sólo fue una o dos veces y nos regaló su material del CUEC que a él le correspondía, y nos acompañaban en cada viaje ayudantes diferentes, entre los cuales estaba el Gordito, Raúl Héctor Ruiz, Mi hermano Enrique, Octavio, “El príncipe Azteca”, Evencio, y mi cuate de siempre Luis Miguel Valdivia Santamaría, (a) El simpatías. Acabábamos de hace unas chingonas tomas de los soldados pero esperábamos hacerle una entrevista a un militar. Estábamos nerviosos, la neta.
8. Con frecuencia Díaz Ordaz advertía “a todos los mexicanos” de una conjura comunista que actuaba contra México, culpaba a los estudiantes de "boicotear" las olimpiadas, y de que “manos extrañas se empeñan en desprestigiar a México”, las noticias se saturaban de palabrejas para mí nuevas como “alborotadores”, “agitadores”, “provocadores”, , “motineros”, “extremistas”, “elementos subversivos” para hablar mal de los estudiantes. Y para hablar bien de las acciones del gobierno los diarios y la televisión, Jacobo Zabludowski sobre todo, se referían al “patriotismo” del presidente, a las acciones enérgicas contra los “rojos” y contra los “agentes del comunismo soviético”. En ese clima anticomunista, un “estudiante”, para los medios masivos era sinónimo de lo que hoy llamarían “revoltoso” y era fuerte candidato a ser arrestado y encarcelado.
9. Cursaba yo 3er. grado en la Escuela Secundaria Federal Ignacio Ramírez (ESFIR) de Texcoco, en 1968, así que sólo participé en el movimiento estudiantil como mero espectador, por medio de volantes y por los testimonios de mi hermano Polo que estaba en la Facultad de Medicina de la UNAM y nos contaba sobre las marchas y algunas movilizaciones a las que asistía. Mi padre nos surtía de la información necesaria como para empezar a odiar al Ejercito, él trabajaba exactamente atrás de la Catedral metropolitana donde le llegaban muchos volantes de primera mano que se guardaba en la bolsa trasera del pantalón y al llegar a la casa campesina nos los daba y todos les echábamos un vistazo. Mi papá nos decía “Pinches soldados ya están matando estudiantes”.
10. Los altos mandos del ejército dijeron que fueron objeto de una agresión de los estudiantes agitadores. José Hernández Toledo dijo en su parte de guerra: “Claro que el 2 de octubre como caímos en una emboscada, ciento por ciento cobarde y mezquina, hicimos uso de las armas únicamente para repelar la bárbara agresión de que fuimos víctimas ya que recibimos fuego sin contemplación de ninguna clase”.
11. En el Campo Militar Nº 1, ahí donde torturaron o torturan y han desaparecido a tantos guerrilleros, existe un monumento a los soldados “caídos” en Tlatelolco.
12. Nuestro país se preparaba para las Olimpiadas de 1968, las fanfarrias olímpicas se escuchaban cada cinco minutos en la radio. Yo coleccionaba unos hermosos pines con los distintivos de cada deporte que salían en las bolsitas del detergente Ariel, con los cuales se ganaba uno una lana si conseguía toda la colección. Nunca pude completarla.
13. En un discurso en Guadalajara, 1º de agosto de 1968, Díaz Ordaz, en plena represión estudiantil, dijo, para quien la quiera tomar “dejo mi mano tendida”, Jaime Goded, con quien llevaría yo una materia en Ciencias Políticas de la UNAM unos cinco años más tarde, le replica, a GDO, “A esa mano tendida, la prueba de la parafina”.
14. México vivía el mundo “feliz” de los priistas, el orbe tricolor de las elecciones robadas, de los caciques nacionales, de los líderes sindicales corruptos. No había más ideología que la del PRI. Y el presidente era omnipotente y omnipresente, casi Dios, pero cuando inauguró las olimpiadas el 12 de octubre, recibió abucheos y la más ruidosa silbatina que pudo haberse hecho a algún presidente por la masacre del 2 de octubre. El que se sentía Dios se convirtió en Satán.
15. Hoy es dos de octubre, hace cincuenta años en una tarde lluviosa murieron vilmente acribillados cientos de personas en una plaza pública, niños, mujeres y ancianos entre ellos, jóvenes los más. Gobernaba el Calígula y recalcitrante anticomunista Gustavo Díaz Ordaz, su secretario de Gobernación respondía al nombre de Luis Echeverría, éste lo hizo tan bien que el primero lo designó su sucesor. En la masacre “brilló” tanto el ministro de Defensa Marcelino García Barragán, como el ejecutor directo José Hernández Toledo, quien después fue jefe de la zona militar en Atoyac de Álvarez y férreo perseguidor de Lucio Cabañas, el guerrillero, en la sierra de Guerrero. Las manos enguantadas de blanco del batallón Olimpia estaban bajo su mando y fueron las que facilitaron la matanza y procuraron los arrestos de cientos de activistas del 68.
16. Cuando lo vi venir lo reconocí de inmediato, soy muy fisonomista, salía rodeado de su guardia personal. Me puse más nervioso. El soldado que vigilaba la entrada de la Zona Militar ya tenía mi credencial de Chapingo y del CUEC. Cuando se acercó José Hernández Toledo, el ejecutor de Tlatelolco, el guardia que le hizo el saludo con la mano en forma de hacha en la gorra militar, aprovechó para decirle que quería yo hablar con él y le entregó mis credenciales. El sanguinario general estaba más gordo y más canoso, se veía más viejo que en las fotos que yo conocía, con unos bigotes de morsa inconfundibles, “General quisiera hacerle una entrevista, mire, esteee, estamos haciendo un documental/”, no me dejó terminar, efectivamente me miró y me cortó de tajo, “No doy entrevistas”, cuando ya se iba, como burlándose, me espetó “y menos a comunistas”, me entregó mis credenciales y montó en un vehículo militar. Frustrado me retiré con mis compañeros cineastas.
17. Un diario extranjero dijo que fueron 365 muertos. Nunca se supo la cifra exacta. Luis Echeverría ex presidente de México enfrentó órdenes de aprehensión, finalmente fue absuelto. A 50 años de los hechos nadie ha sido puesto en prisión.
18. Mi padre trabajó durante 40 años en “El Centro Vidriero de Gómez Lavín”, una de las vidrierías más importantes de México, en Guatemala 34, en el corazón de los “disturbios”. Hace unos cuantos años desapareció ese negocio para darle paso al Museo Archivo de la Fotografía de la Ciudad de México. Cuántas veces fui a este legendario lugar. Fue mi fuente de información de muchos acontecimientos, 1968 fue uno de ellos.
19. Al siguiente día de la masacre miles de mexicanos buscaban a sus familiares en delegaciones, hospitales y depósitos de cadáveres, otros tantos estaban en cárceles o en cuarteles militares, La gente se informaba por las noticias sesgadas de periódicos que hablaban de los “ataques de los provocadores y agitadores” o de “zafarrancho en Tlatelolco”. Mi papá dijo ¡Pinche gobierno jijo de la chingada!", estaba indignado. Mi odio de chamaco llegó al extremo, “pinches soldados”, dije para mí. ”Ovaciones”, diario deportivo, titulaba: "Sí habrá Olimpiada".
20. En su 5º Informe de Gobierno en 1969, Díaz Ordaz, en la forma más desvergonzada del mundo, alardeando de su cobardía acerca de la matanza de Tlatelolco, dijo: “asumo plenamente, la responsabilidad personal, jurídica e histórica, de las decisiones tomadas al respecto”.
21. En 2006 otro priista, Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México y actual presidente de la República, ante la inmisericorde represión y allanamiento de moradas, violaciones a mujeres, muerte de dos jóvenes, en el pueblo de Atenco, casi en las mismas palabras dijo: “Asumo toda la responsabilidad de lo ocurrido en Atenco pues era necesario restaurar el orden y el estado de Derecho”.
22. En 1982 terminamos el documental sobre Lucio y otros problemas sociales de Guerrero. No pude entrevistar a Hernández Toledo pero sí lo hicimos con un ex soldado de Aguas Blancas, persecutor del guerrillero y tomamos clandestinamente tomas valiosísimas de los soldados del sombrío general unos muchachos del CUEC que hoy rememoran lo ocurrido en Tlatelolco.
23. Abril de 1977. GDO, al ser nombrado embajador de México en España por José López Portillo, “regañó” en esta forma a un periodista: “Estoy muy orgulloso de haber sido presidente de la República… pero de lo que estoy más orgulloso es del año de 1968, porque me permitió servir y salvar al país, les guste o no les guste con algo más de horas de trabajo burocrático, poniéndolo todo, vida, integridad física, horas, peligros, la vida de mi familia, mi honor, el paso de mi nombre en la historia. Todo se puso en la balanza. Afortunadamente salimos adelante. Y si no ha sido por eso, usted no tendría la oportunidad, muchachito, de estar aquí preguntando”
24. Mi abuelita Domi (Domitila) que vivía en la Colonia 20 de noviembre, fue a Peralvillo el día 3 de octubre a un mandado, me platico días después, “vi a varios camiones que llevaban cadáveres”, me lo dijo casi llorando. Mi abuelita no mentía, era incapaz de decir una mentira.
25. Como si el tiempo fuera un rechinar de amarguras, el olor a la pólvora de Tlatelolco invade los rojos recuerdos de mi primera juventud, persisten tercos, necios, tenaces, y viene a mí la época de la guerra sucia de los años 70 y 80 del siglo pasado, el momento en que intenté entrevistar al carnicero de Tlatelolco, llega a mí la remembranza de mi papá entregándome los volantes estudiantiles, y yo aprendiendo a odiar al Ejército y por último llegan las imágenes de Sánchez Taboada, de José Hernández Toledo, de Echeverría, de Díaz Ordaz, de Peña Nieto y me repiquetean las palabras: “Sí, el Sistema sabe premiar a sus peores hombres, brutos, carniceros, asesinos”.

26. ¡DOS DE OCTUBRE NO SE OLVIDA!


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