TEXTO IRREVERENTE
Por Andrés Timoteo
MEDIO SIGLO
Mañana se cumplen 50 años de la masacre de estudiantes en Tlatelolco. Un acto genocida que a medio siglo continúa lleno de misterios e impunidad. No se sabe con certeza el número de víctimas, algunos dicen que 30, otros que 300 y hay reportes de hasta 4 mil muertos y desaparecidos. Ayer como ahora, las personas o sus cadáveres eran desaparecidos para impedir su registro, búsqueda y localización.
También son 50 años de impunidad porque nadie pagó por ese crimen. No fueron molestados judicialmente ni el expresidente Gustavo Díaz Ordaz ni su sucesor, Luis Echeverría Álvarez, quien tiene “prisión domiciliaria” en su residencia de la Ciudad de México, pasando una vejez cómoda con cargo al dinero público. Echeverría es el símbolo viviente de la impunidad y el decano de los genocidas en México.
Lo sucedido en 1968 en México se enmarcó, por supuesto, en dos grandes fenómenos mundiales: la rebelión juvenil nacida con la llamada “Primavera Francesa” y por el otro lado, la “Guerra Fría” que enfrentaba a las dos potencias globales, Estados Unidos y la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Rebelión y represión de Estado se conjugaron para marcar la historia de México con baño de sangre.
Y a medio siglo de distancia, el país ha evolucionado poco en la cuestión político-electoral, pero no gran cosa en el respeto a los derechos humanos, la violencia de Estado y mucho menos en el castigo contra los que cometen crímenes de lesa humanidad. Desde 1968 ha ocurrido casi un centenar de masacres de estudiantes, campesinos, activistas sociales, niños -incluidos bebés como el caso de los 49 pequeños que se quemaron en la Guardaría ABC de Sonora- sin que se castigue a los responsables.
Vaya, ni siquiera ha habido investigaciones creíbles. Un espejo -guardando las dimensiones- de la masacre de la Plaza de las Tres Culturas es el caso de la desaparición y asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sucedido en el 2014. Ahí nuevamente el Estado y la milicia estuvieron involucrados, y otra vez se maniobró para dar impunidad a los culpables, especialmente a los de alto nivel político.
Ahora con la coyuntura política se espera -como demandan los sobrevivientes de la masacre - que el nuevo gobierno reconozca que hubo genocidio cometidos por el Estado, y que no solo se ofrezca una disculpa pública de parte del Ejecutivo, sino que se permita una investigación judicial seria y el deslinde de responsabilidades.
No importa el tiempo transcurrido, un crimen de lesa humanidad no puede dejarse al olvido ni sin castigo. Una nación que aspire a ser democrática no debe apostarle a la desmemoria y la impunidad. Aun fallecidos, los victimarios deben ser llevados a la corte penal pues la memoria colectiva lo exige para que el país pueda cerrar esa etapa negra. Obviamente no tendrán castigo físico los genocidas ya extintos, pero sus nombres deben quedar en los anales históricos como verdugos del pueblo.
Juzgar a los muertos no solo es un asunto divino, terrenalmente es parte de lo que llaman “reparación simbólica” en la Justicia Transicional. Declararlos culpables es para que las víctimas -y sus descendientes- sepan el nombre de sus victimarios. A esto se debe sumar, insoslayablemente, la pesquisa para saber la cifra real de estudiantes muertos y desaparecidos, sus nombres y sus historias. La herida histórica no sanará sin la verdad ni los actos judiciales.
LA PINZA AZUL
En temas políticos, el fin de semana fue registrada registró la fórmula para encabezar la dirigencia nacional del PAN la cual se presume como la única en la contienda interna. La fórmula citada es encabezada por el michoacano Marko Cortés Mendoza y el jalisciense Héctor Larios Córdoba. Ambos representan las dos corrientes más fuertes al interior del panismo. Cortés Mendoza al grupo del excandidato presidencial Ricardo Anaya y Larios Córdova al de los gobernadores y exgobernadores azules.
Ellos formaron una pinza para cerrar el paso a otros grupos secesionistas y pro-morenistas o pro-priistas, como el del expresidente Felipe Calderón. El proceso de renovación del PAN a nivel nacional toca a Veracruz pues el exalcalde de Boca del Río y excandidato a la gubernatura, Miguel Ángel Yunes Márquez será uno de los nueve integrantes del próximo Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
Después de la presidencia y la secretaría general del partido -que serán para Cortes y Larios, respectivamente- están las secretarías de Elecciones, Vinculación con la Sociedad, Promoción Política de la Mujer, Fortalecimiento Interno, Formación y Capacitación, Acción Juvenil y Comunicación. Yunes Márquez ocupará una de esas carteras y tal posición es, obviamente, la señal de que el boqueño seguirá en la palestra política y con planes a futuro.
Ya se ha dicho, el PAN será el contrapeso del morenismo a nivel federal y también en Veracruz. Así que la inclusión de Yunes Márquez en la burbuja del panismo nacional se debe leer con estampilla para mañana. Los Yunes son expertos en remar contracorriente y hacer política en contextos adversos. En los seis años venideros, se deduce, conducirán la oposición, la crítica y la denuncia política en Veracruz.
Es parte de la promesa de que “la lucha sigue”, dicha por el gobernador en funciones, Miguel Ángel Yunes Linares el pasado 9 de julio. La primera justa es en el 2021 y la revancha para el 2024. Por lo tanto, a nivel estatal también habrá pinzas azules contra los pro-morenistas -entiéndase los azules-rojos- que ya buscan convertir al partido en una oposición blanda frente al próximo gobernante.
Lo que hay en juego no es menor: más de cien ayuntamientos que se buscará mantener para el 2021 al igual que las 5 diputaciones federales y los 12 escaños locales, además de las dos senadurías. En ese tenor, uno de los ejes para el desempeño del panismo local será Yunes Márquez, quien además tendrá la responsabilidad de portar la denuncia pública ante la pretensión del gobernador entrante para darle impunidad a duartistas y fidelistas y reestablecer los pactos con la mafia. El exedil boqueño ya fue oposición en la etapa más negra de Veracruz y ahora lo será en los tiempos del color marrón.
*Envoyé depuis Paris, France.
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