Es una
tragedia que se repite: una persona dedicada a preservar el patrimonio natural
en el país aparece muerta. Si nadie defiende a los protectores del
medioambiente, ¿quién protegerá a la naturaleza?
En el municipio de Ocampo, en
Michoacán, se organizó un homenaje a Homero Gómez González, líder ejidal que
fue encontrado muerto.Credit...Iván Villanueva/EPA vía Shutterstock
Por Homero Aridjis
El autor es escritor y líder
medioambiental.
31 de enero de 2020
CIUDAD DE MÉXICO — Homero Gómez
González, líder ejidal que en algún momento administró el santuario Sierra del
Campanario en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca —donde está la mayor
colonia de esas mariposas que migran a México— desapareció el 13 de enero. Dos
semanas después, se encontró su cadáver en una olla de agua para uso agrícola,
a unos cien metros del último lugar en el que fue visto, en la fiesta patronal
de la comunidad El Soldado Anónimo, en el municipio michoacano de Ocampo.
Es el primer defensor del medioambiente en México que aparece muerto en 2020.
Aunque las circunstancias de su muerte no están claras, la Comisión Estatal de
Derechos Humanos de Michoacán considera que se debió a sus esfuerzos en
preservar el hábitat de las mariposas monarca. Esta es una noticia triste y
dura, pero sobre todo preocupante. Hasta mediados del año pasado, 13 personas
murieron por su labor valiente en la protección de la naturaleza y en 2018,
según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, 21 personas fueron asesinadas
por defender el medioambiente —el 39 por ciento de las agresiones registradas
vinieron de autoridades—. Las personas que están en la primera línea de defensa
del patrimonio natural mexicano viven bajo constante amenaza.
Es momento de que el gobierno de México se comprometa de manera firme con la
protección de los defensores de la Tierra.
El dilema es simple: si en México se continúa asediando, desapareciendo y
matando con absoluta impunidad a los activistas, ¿quién protegerá a la
naturaleza? No hay otra respuesta que garantizar la libertad de expresión y la
seguridad de los ambientalistas y respetar sus acciones, hacer cumplir las
leyes y llevar a la justicia a los criminales, aun cuando estos sean parte del
gobierno.
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Aunque por más de un año no ocupó
ningún cargo en el ejido El Rosario, Gómez era un líder apasionado en la
defensa de las mariposas monarca y su hábitat en el estado de Michoacán. La
tala ilegal, incluida la tala camuflada como “tala de salvamento”, además de la
operación de varios cárteles del crimen organizado que han empezado incursionar
en la industria del aguacate —lo que ha llevado a una mayor tala ilegal de
bosques para plantar más árboles de aguacate—, han puesto en peligro inminente
a la Reserva.
Isidro Baldenegro López en 2005,
cuando recibió el premio GoldmanCredit...Environmental Organization
Goldman/European Pressphoto Agency
En México se ha asesinado
impunemente a muchos ambientalistas que han sido cruciales para cuidar los
recursos naturales del país. En 2017, fue baleado en Chihuahua el defensor de
los bosques de la Sierra Tarahumara Isidro Baldenegro López. El rarámuri de 51
años había recibido el premio Goldman en 2005 por su oposición a los talamontes
y narcotraficantes —a menudo aliados— que están devastando el territorio de los
rarámuri. Una figura molesta para autoridades, sectores empresariales y
talamontes, Baldenegro fue encarcelado con cargos falsos en 2003. Pero no fue
suficiente: después de recibir constantes amenazas, un sicario le dio seis
tiros. El asesino material fue condenado, pero no han sido detenidos los
autores intelectuales. Van al menos asesinados en los últimos diez años,
mientras que el 99 por ciento del bosque original de la Sierra Tarahumara ha
sido talado.
El recuento de asesinatos es
interminable: el 20 de febrero de 2019 fue muerto a balazos el activista
náhuatl Samir Flores Soberanes —opositor del gasoducto en Amilcingo y de la
planta termoeléctrica de Huexca— en el estado de Morelos; en Chiapas, al sur de
México, el lunes 10 de junio del mismo año asesinaron a tiros al ambientalista
José Luis Álvarez Flores, fundador de un refugio para saraguatos negros y
garzas tigre, quien había denunciado la extracción ilegal de arena y material
pétreo de los márgenes del rio Usumacinta. Ninguno de estos casos ha sido
resuelto y sus muertes permanecen impunes.
No lejos de donde fue asesinado
Álvarez Flores, en Palenque, está planeada una de las 17 estaciones de tren en
los cinco estados del sureste mexicano que cruzará
el Tren Maya, uno de los grandes proyectos del presidente Andrés
Manuel López Obrador. Según el director del Fondo Nacional de Fomento al
Turismo, las estaciones serán polos
de desarrollo inmobiliario y económico: el tren no solo servirá para
el traslado de turistas y locales, sino también de carga y de combustibles. Ya
varias comunidades indígenas han impugnado la que llaman “la
simulada y fraudulenta consulta indígena” para aprobar el proyecto. Fue llevada
a cabo por el gobierno en diciembre con la participación de solo el 2,86
por ciento del padrón electoral de la población afectada. La
ONU rechazó
la consulta por no cumplir con los estándares internacionales y
la construcción del tren ha sido objetada por
organizaciones dedicadas al cuidado medioambiental y por expertos en
conservación de la naturaleza.
Aún así, el gobierno no desiste
del proyecto, que no solo pone en riesgo
la biodiversidad en la región, sino también a los activistas
que alzan la voz para impedir su construcción. Temo por los ambientalistas, los
defensores del patrimonio arqueológico, los pueblos indígenas y los ciudadanos
que se opongan al Tren Maya.
Si se comprueba que Gómez, quien
promocionaba uno de los mayores símbolos de preservación natural de México —la
Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca— fue asesinado por su labor, ¿qué
les espera a otros defensores de la naturaleza en el país?
El gobierno mexicano debe poner
un alto y empezar a buscar a los responsables de la muerte de Gómez, de Isidro
Baldenegro López, de Samir Flores Soberanes y de las decenas más de quienes han
dado su vida por defender el amenazado patrimonio natural de México. Pero
también debe frenar sus proyectos con consecuencias ecocidas, como el Tren
Maya. Parece una obviedad, pero hay recordarlo: proteger a los protectores
medioambientales también pasa por proteger el medioambiente.
Homero Aridjis es escritor, presidente del Grupo de los Cien,
una organización ambientalista, presidente emérito de PEN International y
exembajador de México ante la UNESCO.