MISA BLANCA PARA UNA VIDA QUE VALE LA PENA
Altar
de locos, locos de altar, hato de locos
loco de atar, venático, lunático, interlúnico
nictálope y noctívago me revuelco
en la noche polvorienta de silencios
enzambrado entre lóbregos escarabajos
Pestañeo
y a lo lejos veo
un fosforecente palpitar de lucernas
con su vientre translúcido que sacude mis sueños
miro este incierto sinario de podredumbres
en los estertores del resplandor
casa del parpadeo, donde la vida pasa
entra y sale como Pedro por su casa
chiflando magias y vomitando estrellas
ojo de no mirar, risa de no besar, agua de no beber
mi cuerpo es una bestia, punto de encuentro
de naufragios y subterfugios como asientos de café
Me
interno por los intersticios de una cueva
suma y resta, útero y matriz, vaho y cicatriz
mis carencias se multiplican, mis excesos se equilibran
en la angustia de la furtiva trivialidad
luego, el silencio antes de dormir
la mudez que estrangula la palabra
a jirones de luna, a mordedura de perro
el mutismo que decapita una lágrima
en el resuello de una imagen ulcerada
Al
caso llega la muerte que se acuesta junto a mí
y yo la beso como una vieja amante
y le hago el amor entre tinieblas
huesos fríos y fusibles fundidos
y le pregunto qué es para ella
el nacer, el amar, el vivir, el morir
ella me contesta con desgana
con trazas de una iguana
¿Nacer?,
la espuma que dibuja un laberinto
¿amar?, sólo al mar y su doctrina
¿vivir?, una hueca parrafada que recula
¿morir?, la arena infalible,
¿Y tú, Muerte? ¿quién eres tú?
sólo soy una pobre obrera que trabaja a destajo,
sin salario fijo ni seguridad en el trabajo
un golem con chispa divina aunque piensen que soy asesina
ambulando en las catacumbas de la vida
que en ciertos días como hoy
el amor se suma a mi tarea y mira tú yo estando tan fea
te esperaré macho cabrón, en el río de los insomnios
Pero
algo me vuelve a la vigilia
y las arenas toman su nivel
el sol se refleja en el campanario
la vida toma fuerza en la suave
acrobacia de un chupamirto
y el recuento de los días felices
se aposenta en las siemprevivas de las caricias
el imperio del sexo afloja su tiránico tirón
y el amor renace de sus cenizas
en cada trago de vino, en el hollaje de fresas tardías
en el follaje de frases vacías
en los quehaceres que se entrelazan a marchas forzadas
en la porosa rosa de lugares comunes
en el calavernario cuchillo del tablajero
en la hoz que rebana las suelas de un soldador
en las patas abiertas de una putísima vieja
lo demás es ganancia redimida
cansancio en la alborada de un almendro
crepitar del leproso en los grilletes del calcañal
De
vez en cuando suenan los rezos y los rebozos
gimen las letanías que regulan el tiempo de los creyentes
allá la sangre del toro, acá el ácido tornavoz del loro
más allá de un atardecer que titubea
cuando el cielo se pone su máscara roja
y una plaza despliega su pregón de chiteros y verduleras
Aquí
vive la vida con su voz de pueblo raso
donde germina la luz de la mitad del mundo
muere el dolor y se abre el balcón de la comedia
las luces y los colores encienden un verso de agua
dejo a la muerte descansando en un tendido de sol
y el rocío remoja mis letras mayúsculas
antes que el aguacero arrecie un chaparrón
sin bigote, sombrero o chaparreras
Después
de la tormenta, de un techo de tejamanil
gotea un piano transparente que sin reposo
emite una sonata de Chopin en un relámpago de armonías
que tasajea la estridencia de los canallas
y extrae la vida del cepo de las limosnas
Al
final de la batalla, pasan las odas, los minutos
arrastrando lunas solitarias y espejos purulentos
soltándole navajazos al tiempo muerto
intactas están las barricadas del lenguaje
el verbo muestra sus cananas libertarias
el poema saca el pecho
le silba una pinolera a la húmeda humareda
el pincel pinta una acuarela, desaparece la sarna del pecador
el mar se torna apacible y el vino llena la pila del bautismo
La
vida es un amor que no necesita tatuajes
ni licencias, visas o salvoconductos
para devorarla con todo y sus angustias
con todo y sus pies cansados, con todo y sus dedos fríos
¡A
beber la vida en un jarro de pulque
en una piragua de olvidos o en un lagrimal de hormigas rojas!
¡A
un lado las rejas del dolor, el peso de las pesadillas
el alacrán de los insomnios y el desvelo de los afligidos!
¡A
desterrar para siempre la suerte del gallo capón!