LA HISTORIA DE LA
SALSA VALENTINA:
México tiene a su
propia Mulan, se llama Valentina Ramírez.
Todos conocemos la
historia de Mulan, una mujer de China que decide robar la armadura de su padre,
vestirse de hombre y arriesgar su vida para proteger el honor de su familia, y
al país entero de un ejército invasor que quería destruirlo todo. Mulan, sabiendo
que podrían descubrirla y matarla, roba una armadura, toma el lugar de su papá
en el ejército y, con la ayuda de un dragón de bolsillo y un grillo de la
suerte (por lo menos en la versión de Disney), se convierte en una gran
guerrera y la mejor arma de su grupo, superando a todos sus compañeros y
descubriendo un complot para matar al emperador.
La historia de Mulan
es muy conocida en todo el mundo, pero no muchos saben que el mundo real está
lleno de historias similares, y México también tiene a una guerrera muy
parecida. Valentina Ramírez Avitia fue una mujer de principios del siglo XX que
tuvo que disfrazarse de hombre para poder unirse a los hombres que luchaban
contra la dictadura de Porfirio Díaz, pero fue olvidada, la dejaron fuera de
las clases de historia y, después de una película y algunas canciones sobre su
vida, murió sola y en la pobreza a finales de los años 70.
Conocida como La
Valentina, la Mulan mexicana o la Leona de Norotal, esta mujer formó parte de
las tropas maderistas que, en 1910, seguían al general Iturbe en su lucha por
retirar a Díaz del poder. Para proteger su identidad, Valentina se hacía llamar
Juan Ramírez y era tan buen soldado que, en menos de un año, ya había alcanzado
al grado de teniente.
Valentina nació un 14
de febrero de 1893 en Norotal, Durango, era hija de un labrador que, preocupado
por la situación del país, decidido a unirse a los guerreros revolucionarios,
pero murió antes de lograrlo. Inspirada en su papá, Valentina quería hacer lo
mismo que él había intentado, pero, en ese tiempo no se aceptaba que las
mujeres se convirtieran en soldados, así que ella creó un plan que le
permitiría conseguirlo.
Se vistió de hombre,
se cambió el nombre y fue a unirse a la batalla. Ella practicó imitando los
movimientos que hacían sus hermanos al caminar, sentarse, saludar y montar a
caballo, hablaba en un tono más grave para evitar sospechas, después se
escondió el pelo debajo de un sombrero y se unió a las tropas que pasaban por
su pueblo.
"Cuando
Francisco I. Madero se lanzó contra el dictador Porfirio Díaz yo era joven y
tenía a mi padre. Este de inmediato comunicó a la familia sus deseos de luchar
por la libertad de nuestros compatriotas y yo le dije que lo acompañaría, pero
poco después murió. En noviembre de 1910 me uní al grupo del general Iturbe
pero vestida de hombre con el nombre de Juan Ramírez", dijo Valentina a
Leopoldo Avilés Meza en una entrevista de 1969.
Esta era una mujer de
personalidad fuerte, así que sus compañeros no se metían con Juan ni lo
cuestionaban, en especial después de que fue nombrado teniente como resultado
de la victoria durante un combate en el puente Pumarejo, en Culiacán, que
terminó con la destitución del gobernador Diego Redo.
Todo iba muy bien y
nadie sospechaba, pero, en un momento de descuido, un compañero vio las trenzas
de Juan y comenzó a sospechar que algo raro estaba pasando ahí, primero pensó
que podría tratarse de un espía y finalmente descubrieron que se trataba de una
mujer. Aquí el castigo no era tan drástico como en los tiempos de Mulan, de
hecho, Valentina recibió una felicitación por su valentía, pero eso no evitó
que fuera expulsada del regimiento.
Al intentar volver
con su familia, se topó con el rechazo de sus hermanos, porque ella no había
estado ahí cuando su madre murió, así que tuvo que irse y finalmente se casó
con un coronel que murió poco tiempo después. Sola, Valentina comenzó a pedir
limosna fuera de una iglesia y, al no ser candidata para una pensión como
militar, terminó trabajando como empleada doméstica y después lavando ropa.
Finalmente, en los
años 60, Valentina sufrió un accidente y la enviaron a un asilo de ancianos,
pero logró escapar y se dedicó a pedir limosnas nuevamente hasta que murió una
década después.
Pero no fue olvidada
por todos, Manuel Maciel Méndez decidió nombrar a su nueva salsa picante,
Valentina, en honor a la guerrera, a quien consideraba una mujer brava. La
salsa Valentina es famosa tanto en México como Estados Unidos y le debe su
nombre a la mujer que lo arriesgó todo para cumplir los sueños de su papá.!