CDMX a 20 de septiembre de 2018
Navegando en las redes encontramos un escrito de uno de los impulsores de
la llamada “Ley de amnistía” de la CDMX, del abogado Francisco Estrada, que,
debemos reconocer, luchó como el que más por esta ley, Ley que, también
reconocemos, permitió la libertad de todos, menos uno, de los que, desde los
derechos humanos y desde la lucha social organizada son considerados presos por
motivos políticos en la Ciudad de México.
Nos tocaría estar juntos el sábado 18 de agosto en la tertulia “La amnistía
a los presos políticos” a la que amable y valientemente nos invitó la Brigada
para Leer en Libertad en su 8ª Feria del Libro en la Alameda Central, y en la
cual también estuvieron otros destacados luchadores sociales y de ese espacio
es dónde saldría el largo artículo de Francisco Estrada, quiero imaginarme,
como respuesta a unas palabras que dije sobre la amnistía, que una ley de
amnistía no necesitaba mucha ciencia y que redactarla era tan fácil como
“copiar y pegar” artículos y entregarla a quienes deben votarla para su
aprobación.
No podemos más que reconocer el trabajo arduo y desinteresado por la
justicia que encabezó Francisco Estrada, en la Ciudad de México, y que debemos
recalcar también fue apoyada, como dice Estrada, por: “Muchas voces,
organizaciones, abogados y defensores de derechos humanos, [que] actuaron
meritoriamente a lo largo de todos estos años para lograr la libertad de los
presos en manifestaciones”.
Pero tenemos la obligación de fijar, de manera fraterna y honesta, una postura
que, durante la tertulia, por razones de tiempo fue imposible abundar, replicar
y contra replicar sobre el significado de la lucha por una Ley de Amnistía
Federal para todos los presos por motivos políticos en México.
Algunos puntos que en el escrito de Estrada creemos que tienen un enfoque
inadecuado y que trataremos de clarificar en adelante son:
§ La amnistía no se
detiene en juzgar inocencia o culpabilidad de los presos y perseguidos por
motivos políticos.
§ Una amnistía no tiene
como objetivo reconocer legalmente el carácter de víctima, todos los presos por
motivos políticos son víctimas ante los ojos de los derechos humanos en tanto
están presos por su actuar y forma de pensar disidente.
§ La amnistía no tiene
como objeto liberar psicológicamente al preso o perseguido del estigma social
de “delincuente”, muchos actos legítimos son ilegales, los “delincuentes”
presos por motivos políticos tienen claro que son luchadores sociales o
defensores de derechos humanos.
§ El “olvido” de los actos
legítimos, considerados ilegales que pudieron haber cometido o no los presos
por motivos políticos, es un reconocimiento político estatal a la existencia de
injusticias sociales y con el nuevo gobierno un acto de elemental justicia,
nada más, ni nada menos.
Si bien pareciera que el Artículo 104 es un avance “en lo que se refiere al
concepto ortodoxo de la amnistía política.” Y un avance que sólo se
circunscribe al ámbito local, la realidad es que solamente puede ser visto como
tal, desde la óptica de la ortodoxia legalista, no del amplísimo ámbito del
Sistema Internacional de los Derechos Humanos.
La razón política de la Amnistía no está dirigido a quiénes siendo
inocentes son liberados aunque en su muy individualista sensación psicológica
“se sientan” juzgados como delincuentes, la amnistía política, es decir, el
olvido no necesita reconocer que es uno un delincuente, porque ante los ojos de
la amnistía bien pudo ser consiente el sujeto de la comisión de delitos de
carácter político, es decir de actos que rompen las leyes con la suficiente
conciencia de que era necesario cometer un acto ilegal, aunque legítimo (que
ante una ilegítima Ley es catalogado como delito), para intentar construir una
democracia real y no aceptar una guerra contra el pueblo disfrazada bajo leyes
que no sólo criminalizan el derecho humano a la protesta, sino el acto
consciente de transformar la realidad para la mayoría del pueblo.
No se trata acá de la innovación dentro del marco “legal” que condena la
lucha pacífica por la democracia y los derechos humanos, ni del “sentirse”
delincuente o no por salir a la calle a ejercer un derecho, de eso no se trata
la amnistía y como tal, el Artículo 104, es sólo eso, un reconocimiento del
Estado del aquellos o aquel que siendo legítimamente inocente, es legalmente
inocente.
Desde los DH no es necesario el reconocimiento legal de víctima para que el
Estado este obligado a cumplir los derechos humanos de las víctimas de
violaciones a los derechos humanos, como lo son los derechos humanos a la
memoria, la verdad, la justicia y la reparación integral.
El espíritu de una amnistía política no tiene como objetivo y nunca lo
tendrá “liberar” al inocente del “sentimiento“ de culpabilidad, la razón de una
amnistía es liberar física y legalmente a quienes, sin importar si cometieron
delitos o no (ya que eso al olvidar no es importante), están presos por ejercer
el derecho humano a la protesta, defender uno o varios derechos humanos por vía
pacífica, aunque dichos actos sean catalogados como delitos en México, como
tomar un edificio público o salir a la calle a ejercer nuestros derechos
humanos, pero también aquellos que de manera consciente si cometieron delitos,
que se saben “delincuentes”, que decidieron serlo y además aceptan el “castigo”
legal por sus actos, actos que cometieron de manera incluso violenta ante la
cerrazón del régimen político que los obligó a acudir a ese camino como última
opción para construir una democracia real, para evitar más fraudes electorales,
para defender a su pueblo de las graves violaciones a los derechos humanos que
podemos contar en estos 12 años por centenas de miles.
No queremos restar mérito a la lucha, que benefició a 510 ciudadanos y a
igual número de familias con muchas más personas incluidas, realizada en el
ámbito de la “negociación política” y el uso primordial de la herramienta del
cabildeo, no se trata de competir quién innova en materia legal o quién se
mantiene en la ortodoxia legaloide, se trata, como siempre, de que la libertad
de las personas es el quid de una amnistía.
Usualmente un preso por motivos políticos no quiere que le reconozcan su
calidad de víctima, ya lo es, desde que fue detenido y mientras siga preso y
después de la injusta prisión seguirá siendo una víctima de VDH cometidos por
agentes de Estado, Un preso usualmente no está pensando y ni es su prioridad la
reparación integral del daño, ni siquiera el qué dirá la sociedad de lo
legítimo e ilegal del acto cometido que lo llevó a prisión, lo que quiere
realmente, lo que le preocupa de sobre manera es obtener la libertad para
seguir luchando por la justicia o para continuar con su vida y tratar de
recobrar lo perdido.
Por tanto la amnistía es un reconocimiento político tácito a la lucha
llevada a cabo por el preso, el perseguido, el exiliado político, para personas
que cometiendo o no delitos (que volvemos a subrayar no es importante), ante
una etapa política de transición de un régimen de derecha a uno más
progresista, reconoce esa lucha por la democracia como un aporte dentro de toda
la lucha por una vida digna.
La amnistía libera a todos los presos por motivos políticos, porque
precisamente “olvida” y no supone o presupone inocencia o culpabilidad o se
“fija” si la banqueta fue mordida o el cristal se rompió por su baja calidad o
por una piedra que queriendo o no chocó con este, incluso la amnistía olvida
delitos mucho más graves, incluyendo a todos los que se deriven o estén
conectados a los delitos conocidos como políticos en México como el motín, la
sedición e incluso la rebelión. No hablamos de cómo se “tratan” los delitos
políticos en México, sino de la libertad de cientos de personas, el centro es
la persona, no el delito, no la ley, no el crédito o lo innovador de una
fórmula nueva, es el humano, no la cosa.
No se trata de triunfos morales o constancia de lo mal que se porta el
gobierno con sus ciudadanos, eso no es materia de la amnistía y tampoco ésta
impide que se reconozca a las víctimas de violaciones a los derechos humanos
como tales o que no puedan seguir exigiendo la justicia, la memoria, la verdad y
al reparación integral, eso no necesita ni siquiera estar en la amnistía, ya
que es una obligación del Estado para con cualquier víctima de violaciones a
los DH, eso ni siquiera debe estar a discusión ni es materia de una amnistía.
No se trata tampoco de eliminar un delito para que por el principio pro
persona sea libre una o mil personas, derogar es efectivamente una herramienta,
un mecanismo jurídico-político que se usó ante una ley legal e ilegítima que
criminalizó a más que 510 ciudadanos, se trata del “olvido” se haya cometido o
no un delito, claro que si se derogan los delitos políticos en México como el
motín, la sedición y la rebelión, un nuevo documento, “similar” a la amnistía
estaría también bien.
Tampoco se trata de pelear contra el Estado sobre la razón y la legalidad o
no del acto castigado, se trata de que este, el Gobierno, como un acto de
justicia y no las víctimas olviden su injusto o legal pero ilegítimo castigo.
En este momento, en que López Obrador es el Presidente electo y además
legítimo, la amnistía es un reconocimiento tácito de que los presos por motivos
políticos, presos políticos como algunos policías comunitarios; los presos de
conciencia, quienes han luchado de manera pacífica y por los derechos humanos,
y quienes son la gran mayoría de quienes purgan prisión política en México y
que si han cometido actos legítimos de protesta social, (considerados delitos
por las criminalizantes leyes de la Guerra de Calderón y Peña Neto), obligados,
empujados, arrastrados ante la injusticia de un régimen neoliberal que declaró
AMLO que deja de existir a partir del 1 de diciembre.
No se trata de pedir clemencia, no estamos hablando de perdón, estamos
hablando de justicia para las víctimas, no para los perpetradores y lo justo es
que quienes han luchado y contribuido, así sea en ínfima medida, a que incluso,
ante el temor del despertar del tigre, se haya reconocido el triunfo de una
posición que se presume de progresista, la aprobación de una amnistía para
presos políticos y de conciencia en México medirá ante el pueblo organizado y
en lucha por una vida digna, si las palabras se convierten en actos concretos
de libertad o serán arrastradas por el viento, ahora sí, a ese olvido que no
aceptamos, que no queremos y contra el que siempre hemos luchado.
Ni perdón, ni olvido, castigo a los asesinos
Amnistía Federal, presos políticos, libertad
Francisco Cerezo
Coordinador del Comité Cerezo México