En resumen, todo está en manos de los gobiernos en si aceptan que el agua pública se privatice o no. Es por ello que los ciudadanos deben organizarse, empoderarse y estar atentos a todas las leyes (ya que la mayoría de los políticos representan los interéses de grandes corporaciones y multinacionales y no los interéses del pueblo) y si ocurre esto, salir a protestar o manifestarse de diferentes maneras y si llega a ser necesario, echarlos de su puesto de representante político del país.
Hay que recordar que los políticos no son los dueños de un país, son simplemente unos trabajadores más del mismo, administradores de turno de las riquezas de un país, pero JAMÁS han sido ni serán los dueños; los reales dueños son los CIUDADANOS comunes y corrientes, y son ellos los que deben decidir si algo se privatiza o no.
PRIVATIZACIÓN DEL AGUA: ENTRE LA SED DE
VIDA Y LA SED DE GANANCIAS...
La hidromafia quiere poner a la venta el agua. La Organizacion Mundial del Commercio, la banca multilateral y las Instituciones Financieras Internacionales (IFI's) como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), son los ejes fundamentales que estan poniendo al vital liquido en las manos de las empresas para que avancen en su salvaje privatizacion que busca poner en pocas manos la vida de miles de millones de personas.
LAS ALTERNATIVAS
Es necesario que el servicio básico del agua se mantenga como un bien publico y no privado ni comercial. Es importante evitar que el agua esté bajo el control, dominio y exclusiva posesión y beneficio económico de la iniciativa privada. No se puede dejar en manos privadas tanta responsabilidad sobre la vida de toda la humani-dad.
Lo anterior significa que el agua no es un problema en si mismo, sino que el problema es el modelo de desarrollo que la usa. No habría problemas del agua si las industrias limpiaran la que contaminan antes de regresarla al río; si no hubiera el abuso de agroquímicos que más benefician a las corporaciones trasnacionales que los producen. No tendríamos problemas de agua si no hubiera tanta deforestacion productode las plantaciones de monocultivos a gran escala, o de la tala de millones de hectáreas de bosques para satisfacer al mercado del papel malgastado en los países del norte.
Tampoco tendríamos problemas del agua si no represáramos tantos ríos para justificar el abastecimiento de agua a las grandes ciudades que las desperdician en las tuberías o en el mal uso del recurso, o para generar tanta electricidad que se desperdicia y se malgasta mas en los países desarrollados. Ante la cultura del derroche y despilfarro, una nueva cultura del agua es necesaria. Una cultura de cu idado y ahorro y de criterios de equidad en su distribución. Hay agua para todos los humanos del planeta.
Es necesario recuperar formas tradicionales de captación del agua; de generar sistemas descen-tralizados en el campo y de generar un modelo económico sustentable. El 80% de la tierra agrícola del mundo se cultiva con agua de lluvia, y contribuye con un 60% de la producción de alimentos. Se puede fortalecer los cultivos con agua de lluvia y mecanismos sostenibles para retener el agua, recargar depósitos o recargar las aguas subterráneas, terraplenes, etc. En lugar de hacer tantas represas incosteables con ese dinero se pueden reparar las tuberías, modificar las cisternas o hacer campañas para el ahorro y buen uso del recurso.
Existe un aspecto controversial. Mucha gente opina que todos tenemos que pagar por el agua que usamos. ¿Se puede comparar el consumo del agua al consumo de cualquier otro producto, bien o servicio? ¿Se puede pedir esto a la población pobre?
El día de mañana las grandes trasnacionales nos dirán que luego de haber contaminado el aire de todos, el aire del planeta necesario para sobrevivir la humanidad entera y cualquier forma de vida que en ella habita, ellas la van a purificar y además habrá que pagarles por limpiar el aire luego de que la han contaminado. Es fácil exigirle a la población que pague por el agua cuando la dificultad de acceder a ella es fruto del enriquecimiento de otros sectores. Es fácil decirle a la población rural que pague por su agua cuando las grandes ciudades tienen agua barata y desperdiciada a costa de represar ríos y secar las fuentes de agua en el campo.
Es fácil pedirle a la población que pague el agua porque el gobierno ya no tiene dinero luego de haberlo empobrecido obligándolo a aplicar políticas neoliberales. Pero lo mismo se argumenta con la salud, la educación y otros servicios básicos que deben estar en manos del Estado y no en manos de la iniciativa privada. No es ella la que ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
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