Mientras en la zona norte de la entidad el Gobernador Javier Duarte en medio de rituales primaverales invocaba a las buenas energías y se purificaba en la “Kantiyan” o casa de los abuelos, de la región del Totonacapan, el otro Gobernador del estado Fidel Herrera, asistía a una misa celebrada en el World Trade Center de Boca del Río y lanzaba desde ahí, “bendiciones” a la prensa y al pueblo Veracruzano.
Quién sabe si Xochipilli, Dios de la primavera para los Totonacas y Jesucristo principal figura del Catolicismo hayan tomado a bien las oraciones de ambos mandatarios, pero para los veracruzanos es muy probable que los actos de contrición de los que ejercen el poder en la entidad, resultaran una parodia más y de muy mal gusto de las que acostumbran.
Ninguno de los dos se distingue entre sus gobernados como “hombres de buena voluntad”, y menos en regiones de alta marginación social como el Totonocapan. Más bien, la presencia de ambos en actos de profunda espiritualidad solo sirvieron para dejar en claro que hasta lo más sagrado que tiene un pueblo, que es su fe, sirve para exhibir su indescriptible desfachatez.
El Tajín era conocido por la cultura Totonaca como la tierra de los truenos y las tempestades. Ayer la leyenda retomó vida cuando en medio de discursos armoniosos pero vacíos y sobre todo, muy ajenos a la realidad que describía Javier Duarte, se veían interrumpidos por momentos, por voces que a lo lejos reclamaban promesas incumplidas.
De los más de 600 mil habitantes que conforman la región dividida en 15 municipios, solo el 32 % de ellos percibe algún tipo de ingreso, varios de estos municipios como Filomeno mata, Chumatlán o Progreso de Zaragoza, están considerados entre los de mayor pobreza en el país. La propia delegación de SEDESOL en Veracruz, reconocía que el 54% de sus pobladores comen una, y cuando bien les va, dos veces al día con no más de diez pesos por cada ingesta.
La región del Totonocapan es también una de las zonas que representa el mayor porcentaje de emigración en el estado por la falta de oportunidades y la pobreza lacerante que la caracteriza, según denunciaba hace unos días Salomón García, integrante de la Unión Veracruzana de Pueblos Olvidados, que fueron quienes encabezaban al grupo que esperaba con ansias la llegada de Duarte, más que de la primavera, y sólo para recodarle la manera en la que su mentor Fidel Herrera y su famoso proyecto del “Paleoncanal de Chicontepec” acabó con sus tierras, cultivos y rutas comerciales, así como las promesas incumplidas del propio Duarte en Campaña , quien juró reactivar la zona a través de proyectos productivos y la reconstrucción de caminos.
Es tal el nivel de emigración que se registra en algunos de estos municipios, que el Instituto Federal Electoral contempla la posibilidad de “desaparecer” el distrito de Papantla para las próximas elecciones federales ante el cada vez menor registro de votantes. Hasta ese punto la desolación de la zona de “festejos”.
“Las buenas voluntades”….
La generosidad y compromiso social de ambos mandatarios con los habitantes del Totonacapan ha quedado de manifiesto a través de sus acciones. Cada uno a su estilo, Fidel Herrera con su extraordinario manejo del discurso fantasioso, logró convencer a los pobladores que la inversión petrolera en la zona generaría riquezas insospechadas para todos y logró además, establecer el control político de la región a través del cacicazgo que tanto promovió en su sexenio. Javier Duarte no, él solo logró convertir como acostumbra, un evento de rituales profundamente arraigados y venerados por sus pobladores, en una más de sus fiestas privadas a las que el pueblo no tiene acceso alguno.
La riqueza petrolera de la sierra de Papantla, lejos de representar alguna retribución económica para la zona como presumía Herrera en aquella época, sólo logró recrudecer la pobreza de la ya tan castigada región. El año pasado, y ya en plena era Duartista, el Académico Oscar Espino de la Organización del MAIZ, denunciaba que PEMEX, cobijada en empresas transnacionales y con la divina intervención de Fidel Herrera, convenció a la gente de permitir que se dieran permisos de paso y vender sus terrenos, bajo el engañoso argumento que la inversión detonaría en la zona miles de empleos, infraestructura carretera de primer mundo, abundancia y cientos de bondades más. “Espejitos” fue lo que les dieron decía Espino, el proyecto solo logró enriquecer a unos cuantos, los de siempre, y agudizar la pobreza entre sus habitantes.
El desde ayer devoto Fidel Herrera, anunció en el 2008 que combatiría la miseria de los pueblos indígenas “a golpe de trabajo, inversión y articulación”. Prometió redes de agua potable, suministro de energía eléctrica y mejoras sustanciales en el sistema educativo, desde luego no cumplió.
Lo único que logró “articular” en la zona fue a una banda conocida como “los pelones” encabezada por el cacique Reveriano Pérez Tejeda, quien gracias a la organización “Hermandad de la Sierra” –protegido a capa y espada por Jorge Carvallo- opera toda la red de taxis que circulan por la zona. Ellos sin que lograron detonar la riqueza anunciada por Herrera, nadie más.
Para Javier Duarte en cambio la región es un escenario más de la fiesta interminable en la que ha convertido al sexenio y las tradiciones populares el pretexto perfecto para que él y su cada vez mayor séquito de achichincles, tomen el control de las celebraciones y disfruten de los mejores espectáculos y las más excéntricas fiestas privadas, convirtiendo a los habitantes del pueblo en sirvientes de sus funcionarios e invitados especiales, siempre como espectadores lejanos del glamour de sus recepciones.
El sello distintivo de la administración Duartista es la frivolidad y el dispendio. Narra un grupo de pobladores como el Gobernante, rodeado por un impresionante operativo de seguridad, no se detuvo ni por un momento a ver las parcelas afectadas por la contaminación del agua y del aire, la miseria de las casas, el incremento desmedido de la delincuencia, la devastación de los caminos, la escases en los pocos centros de salud o la inmundicia de los lugares a los que llaman “aulas escolares”.
Nada de esto representa para el Gobierno de Javier Duarte preocupación alguna, empeñado en la “contundencia” de las mentiras que replican los boletines oficiales, se dedicó como cualquier turista a disfrutar de los montajes especialmente preparados para él y para los que gracias a la sumisión del pueblo veracruzano gozan cada día de las mieles de la prosperidad.
Seguramente la infinita bondad de los distintos Dioses Totonacas o del Dios único de los Católicos, sabrán perdonar la hipocresía de quienes se han valido de la ignorancia y la miseria de sus gobernados para obtener beneficios personales y una vida llena de lujos y despilfarros, pero quien sabe si el pueblo veracruzano pueda olvidar la burla que representa la fingida espiritualidad de ayer de ambos personajes.
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