Este texto forma parte del informe anual ¿Por qué tanto silencio? Daño reiterado a la Libertad de Expresión en México 2012, que será publicado a finales del mes de junio. Es resultado del trabajo permanente de monitoreo, registro y documentación con enfoque de derechos humanos, de las agresiones a periodistas y medios de comunicación que Cencos realiza desde los años 80.
Podrás encontrar más información en los próximos días a través del hashtag #PorQueTantoSilencio y a través de las cuentas @Cencos y de la Campaña Permanente de Protección a Periodistas @Campperiodistas en Twitter y Facebook previamente a la presentación del informe.
Impunidad, miedo y exilio
La prensa de Veracruz captó la atención del mundo en junio y julio de 2011 con los asesinatos de Miguel Ángel López Velasco y Yolanda Ordaz, veteranos periodistas de Notiver, el diario de mayor circulación del puerto[1]. Entre finales de julio y mediados de septiembre, al menos 13 reporteros huyeron del estado, entre ellos Miguel Ángel López Solana (hijo de López Velasco), Hugo Gallardo, corresponsal de Televisa, y Rafael Pineda Rapé, corresponsal de Milenio y Chamuco.
En diciembre de ese año, la Red de Periodistas de a Pie recopiló los testimonios anónimos de cinco reporteros[2] –tres del puerto, uno de Xalapa y otro de Acayucan–sobre lo que habían vivido ese año. Este es un fragmento de uno de los testimonios:
La psicosis se ha apoderado del periodismo en Veracruz […] Ante el éxodo masivo de reporteros policíacos, las mesas de redacción se quedaron con el problema de cómo llenar esa sección […] [E]l nuevo gobierno estableció la política de censura “sutil”, la cual significa que, casi inmediatamente de subir una nota que hable sobre la violencia en el estado, los medios reciben una llamada de parte de Comunicación Social pidiendo que la eliminen o que sólo dejen el boletín de prensa publicado. Nadie sale a informar desde aquel 26 de julio, día en que se encontró el cuerpo decapitado de Yolanda Ordaz. De por sí el compromiso por buscar un buen reportaje en Veracruz se mantenía de bajo perfil. La investigación y el quehacer periodístico han quedado en segundo plano.
La inacción de las autoridades para esclarecer los crímenes y garantizar el libre ejercicio del periodismo provocó una escalada en las agresiones graves a periodistas. En 2012, Veracruz concentró 6 de 8 asesinatos y 2 de 4 desapariciones de trabajadores de medios que se documentó en todo el país.
El asesinato de Regina Martínez, corresponsal de Proceso, quien el 28 de abril de 2012 fue estrangulada en el baño de su casa en Xalapa, elevó al máximo la alerta en el gremio. Martínez era una periodista reconocida que trabajaba en un medio de circulación nacional, vivía en la capital –que hasta entonces parecía intocable– y no cubría la fuente policíaca, sino temas de política y corrupción. Su asesinato fue noticia en la prensa mundial y en la ciudad de México hubo protestas. En Xalapa, los periodistas vivieron una crisis de terror que se agravó con el asesinato del profesor universitario José Luis Blanco, un académico cercano a la periodista.
En el testimonio que había escrito apenas cuatro meses antes, y que es uno de los cinco recopilados por Periodistas de a Pie, dejó claro el terror con el que vivía:
La prensa veracruzana vive sus momentos más difíciles, de represión, desapariciones, asesinatos, amenazas de muerte, despidos y censura. La autocensura se ha extendido a raíz de los asesinatos, hay pánico en los reporteros y fotógrafos que ya no salen a cubrir accidentes o las notas policíacas […] A los fotógrafos, la misma policía les ordena desaparecer imágenes. Otros reporteros tienen amenazas de secuestro. Ahora vivo el peor clima de terror, cierro con llave toda la casa, no duermo y salgo a la calle viendo a un lado y otro para ver si no hay peligro [...]
Cinco días después del asesinato de Martínez, Veracruz volvió a ser nota mundial. El 3 de mayo, mientras el mundo celebraba el Día Mundial de la Libertad de Prensa, fueron localizados en un canal de drenaje del puerto –y adentro de bolsas de plástico– los cuerpos mutilados de tres fotógrafos: Gabriel Huge, de Notiver; Guillermo Luna, de la agencia Veracruznews, y Esteban Rodríguez, ex colaborador del diario AZ. También se encontró el cuerpo de Irasema Becerra, trabajadora del área de publicidad del diario El Dictamen. Los fotorreporteros habían huido de Veracruz en julio de 2011, pero regresaron ante la imposibilidad de conseguir trabajo en otro lado. Esteban Rodríguez ni siquiera regresó al periodismo; estaba trabajando en un taller mecánico. Sus compañeros de trabajo recibieron la orden expresa de los directivos de sus diarios de no asistir a los funerales. El diario AZ se deslindó públicamente de cualquier relación laboral con su ex empleado y la hermana de uno de ellos, quien trabajaba en El Dictamen, fue despedida con el argumento de que su presencia ponía en riesgo a la empresa. Las condiciones en que fueron encontrados los cuerpos provocaron el segundo éxodo de reporteros del estado.
Uno de ellos, Miguel Ángel López, decidió buscar asilo en Estados Unidos y el 22 de mayo, en el Foro de Austin del Periodismo de las Américas, presentó un conmovedor testimonio de la soledad de los periodistas veracruzanos[3]. Otro reportero que tuvo que dejar el país fue Andrés Timoteo, corresponsal de La Jornada. Un periodista veterano en medios locales confesó en una reunión que para soportar la tensión de esos días había aumentado su consumo de alcohol. Otro, ante la pregunta de “¿qué necesitan?”, pidió una pistola. Pero aclaró: “no es para defenderme, sino para que no me agarren vivo”.
El 11 de mayo, Cecilio Rodríguez Domínguez, reportero de la revista Proyectos de Chinameca, desapareció de la misma forma y en la misma región que un año antes desaparecieron Noé López y Manuel Fonseca. Pero su ausencia pasó desapercibida, en medio del escándalo por los asesinatos de sus colegas.
El 7 de junio, para conmemorar el Día de la Libertad de Expresión, el gobierno estatal anunció la creación de la Comisión Estatal para la Defensa de los Periodistas y en una fiesta rifó, entre otros regalos, 5 automóviles último modelo y 10 becas para un curso de una semana en España, con gastos pagados[4]. Víctor Manuel Báez Chino, editor de la sección policiaca de Milenio Xalapa y de la página web Reporteros Policiacos, ganó uno de los automóviles rifados. Pero no tuvo tiempo de estrenarlo. El 13 de junio fue secuestrado al salir de su oficina y al día siguiente su cuerpo fue localizado con un mensaje de un grupo criminal. Era el segundo periodista asesinado en la capital.
El 25 de julio, Miguel Morales Estrada, fotógrafo policíaco del Diario de Poza Rica fue desaparecido. El 19 de julio había avisado a los directores que necesitaba salir de la ciudad por “problemas personales”, desde entonces nadie, ni su esposa, volvió a saber de él.
* Periodista independiente especializada en temas de derechos humanos y directora de Periodistas de a Pie.
[1] El 20 de junio, hombres armados asesinaron en su casa a Miguel Ángel López Velasco, editor de la sección policiaca de Notiver que escribía bajo el pseudónimo de Milo Vela. Fue asesinado junto con su esposa, Agustina Solana y su hijo menor, Misael López Solana, fotorreportero en el mismo diario. Su lugar fue ocupado por Yolanda Ordaz. El 24 de julio, sus compañeros reportaron su desaparición y dos días después, fue localizado su cuerpo con señales de tortura.
[2] Periodistas de a Pie, “Los riesgos de informar en Veracruz“, Nuestra Aparente Rendición, http://www.nuestraaparenterendicion.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=795%3Alos-riesgos-de-informar-en-veracruz%2Ftestimonios-de-5-periodistas*&Itemid=108
[3] Knight Center, “Miguel Ángel López Solana”, http://vimeo.com/42842545
[4] Plumas Libres, “Agasajan a prensa con vehículos, becas y comisión”, México, 2012,http://plumaslibres.com.mx/2012/06/07/agasajan-a-prensa-con-vehiculos-becas-y-comision/
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