Este 29 de noviembre, a 103 años de la caída del Porfiriato, los mexicanos exigen a través de las redes sociales y con diferentes manifestaciones la renuncia del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, esto debido a la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de la localidad de Ayotzinapa del municipio de Tixtla del estado de Guerrero el pasado 26 de septiembre, y los cuales de acuerdo a declaraciones del titular de la Procuraduría General de la República, Jesús Murillo Karam fue asesinados e incinerados.
El levantón de los estudiantes fue realizado por los policías del municipio de Iguala, Guerrero en complicidad con el Ejército Mexicano, esto por orden del ex presidente municipal de Iguala con licencia, José Luis Abarca –quien fue detenido el pasado 4 de noviembre en la ciudad de México junto con su esposa María de los Ángeles Pineda-.
Hay que recordar que el 25 de mayo del 1911 a través de un oficio enviado a los secretarios del H. Cámara de Diputados el presidente de la República, Porfirio Díaz (1830-1915) presentó su renuncia, luego de que se había mantenido tres décadas en el poder mediante sucesivas reelecciones.
“El pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra de intervención, que se secundó patrióticamente en todas las obras emprendidas para impulsar la industria y el comercio de la República, ese pueblo, señores diputados, se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el ejercito del Supremo Poder Ejecutivo, es causa de su insurrección”, indica el documento que circula en las redes sociales.
A través del documento mencionaba que no conocía el hecho imputable que motivará el fenómeno social, “Permitiendo, sin conceder, que pueda ser un culpable inconsciente, esa posibilidad hace de mi persona la menor apropósito para raciocionar y decir sobre mi propia culpabilidad”.
Por último Porfirio Díaz, solicitaba a los diputados que calmadas las pasiones que acompañan a toda revolución, un estudio más concienzudo y comprobado haga surgir en la conciencia nacional, “Un juicio correcto que me permita morir, llevando en el fondo de mi alma una justa correspondencia de la estimación que en toda mi vida he consagrado y consagraré a mis compatriotas, con todo respeto”.
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