Paralela a la línea de tiempo seguida
por la presidencia de Enrique Peña Nieto corre una cadena que tiene como
eslabones a una serie de escándalos que continúan acumulándose. Los conocidos
casos de corrupción y de represión que han caracterizado a la gestión
peñanietista han generado un malestar creciente en un amplio sector de la
sociedad, por lo que se podría pensar que, ante el desgaste sufrido, el actual
gobierno federal empezaría el año siendo más cuidadoso y responsable. En
realidad, ha ocurrido todo lo contrario.
Desde hace algunas semanas Peña Nieto,
el PRI y el PVEM parecen haber perdido todo remanente de pudicia. Por
irracional que parezca, en medio de la crisis que actualmente enfrenta el
gobierno federal, el presidente y sus aliados han optado por exhibir, sin
empacho y por iniciativa propia, modos y decisiones evidentemente
antidemocráticos. Existen varias posibles hipótesis no excluyentes para
explicar este fenómeno. Una de ellas es que el eje central de la estrategia de
Los Pinos ya no consista en contener el torrente de críticas, sino en alimentar
su caudal con el fin de que buena parte de éstas se pierdan en la irrelevancia.
Si este fuera el caso, el presidente y sus aliados estarían jugando con fuego
al intentar sacar provecho de una de las más importantes implicaciones de la
tecnología presente. Le cuento por qué.
En su libro Superficiales, el periodista Nick Carr explica que los
seres humanos contamos con dos tipos de memoria: la memoria de trabajo, por
medio de la cual recibimos y procesamos toda la información nueva que
generamos, y la memoria de largo plazo, que opera como sistema de archivo en
que se analiza parte de esta información en la mente. Para ilustrar este
proceso, Carr nos pide que imaginemos el proceso de llenar una tina vertiendo
agua en ella a través de un embudo. En esta analogía el embudo representaría la
memoria a corto plazo, el agua la información y la tina la memoria a largo
plazo.
La importancia de que la información
llegue a la memoria a largo plazo radica en que es precisamente en esta última
donde los seres humanos formamos ideas complejas o conceptos con los que
podemos entender profundamente el mundo. Un concepto no sólo nos dice en qué
consiste una cosa –cómo la cosa es- , sino también cómo debería de ser.
Cuando no llegamos a formar conceptos, lo actualmente existente se convierte en
el único mundo posible y nuestro pensamiento se vuelve, tal como postulara Herbert
Marcuse, unidimensional. La realidad es entonces aceptada tal cómo aparece.
Hay al menos una forma de bloquear la
posibilidad de que parte de la información que procesamos llegue a la memoria a
largo plazo. Si se aumenta el torrente informativo al grado de que la memoria
de trabajo no se dé abasto para procesarlo, esta última puede convertirse en un
auténtico cuello de botella que evitaría que parte de la información llegue a
la memoria a largo plazo. Siguiendo el ejemplo de Carr, esto equivaldría a derramar
en el embudo una cantidad de agua superior a la que éste puede procesar, lo que
implicaría que parte del agua rebose sin alcanzar jamás la tina. Es esto lo que
nos ocurre debido a la sobreexposición a información y a los distractores
derivados de las tecnologías actuales.
Tan sólo en lo que va del presente mes
el presidente y sus partidos han vertido en la arena pública un torrente de
aguas negras del que forman parte Carmen Salinas y la mamá de Cuauhtémoc
Gutiérrez como candidatos a diputados plurinominales por el PRI, los desacatos
del Partido Verde al INE, una propuesta para privatizar el uso de agua potable,
trabas en la aprobación de un sistema nacional anticorrupción, la imposición de
Eduardo Media Mora en la SCJN, la cesión de la PGR a Televisa y la
excursión presidencial a Inglaterra con todo y una corte de 200 personas.
Peña Nieto y sus aliados parecen haber
entendido que tanto por la cantidad como por la velocidad con la que estos
eventos se han venido sucediendo, resulta muy complicado que todos logren
librar la barrera inicial que representa la memoria de trabajo del ciudadano
promedio. Los hechos son presentados por diversos medios de comunicación a los
espectadores como imágenes instantáneas en flujo constante y la cadena causal
de la que éstos forman parte queda oculta, por lo que éstos no llegan a
conceptualizarse o articularse en marcos de referencia que ayuden a explicar el
contexto en que se gestan. La vieja frase que reza “divide y vencerás”
aplicaría también al interior de la mente humana.
Sin embargo, una apuesta de esta
naturaleza sería de altísimo riesgo. No es imposible desarticular los efectos
de una sobrecarga informativa y jugar con fuego nunca es completamente seguro.
Los seres humanos tenemos una muy limitada capacidad personal de procesar
eficientemente grandes cantidades información a la vez, pero sí podemos
construir colectivamente diversos canales para registrarla y plataformas
independientes para articularla a través de narrativas. Para ello tan sólo se
necesita tener conciencia de la existencia del torrente informativo y voluntad
para enlazar esfuerzos individuales en la búsqueda del bien común. Pero ni el
PRI ni el actual presidente parecen ser capaces de reconocer alguna de esta
cualidades en los mexicanos.
#EndefensadeAristegui
Es ofensiva la ruindad con que MVS ha
tratado a Carmen Aristegui y a su equipo. La defensa de Aristegui es la defensa
de la libertad, de la valentía y de la integridad. El aporte de Carmen a
nuestra democracia ha sido y será invaluable.
Antonio Salgado Borge
@asalgadoborge
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