Por periodistasdigitales - 29
Ago 19 en Foro libre
Por Raymundo Rivapalacio
Cuitláhuac García, el gobernador de Veracruz, no es más torpe porque
el día no tiene más horas, ni luce más ignorante, porque prefiere guardar
silencio. Su desgracia es que encabeza el estado más violento del
país, y la desgracia es que es protegido del presidente Andrés Manuel López
Obrador, que pagó la confianza y el respaldo que le ha dado, con el escarnio
masivo de las redes sociales. El gobernador le dijo al presidente una
mentira sobre la masacre del martes en Coatzacoalcos, y el presidente la
repitió al país desde Palacio Nacional. Algo tiene que hacerse con el
gobernador, por su incapacidad de mando, falta de liderazgo, incompetencia como
político, y lastre para López Obrador. Pensar en un proceso de destitución en
el Congreso, debe ser una opción.
Veracruz necesita de un gobernador que gobierne.
Requiere de un líder que tenga a su equipo cohesionado, y no como sucede
ahora, en pugna permanente con el fiscal Jorge Winkler, que se ha trasladado a
la falta de colaboración entre él y el secretario de Seguridad Pública, Hugo
Gutiérrez Maldonado, a quien ha sostenido el gobernador, respaldado por el
presidente, pese a haber sido destituido en 2016 en la procuraduría de Nuevo
León por presunta extorsión. El dislocamiento del gobierno tiene a la violencia
como su principal externalidad.
Es insólito que un estado donde la seguridad es la prioridad máxima, el
gabinete de seguridad esté peleado entre sí, al grado de no hablarse entre
ellos. Veracruz arrastra la violencia desde los gobiernos de Javier Duarte y
Miguel Ángel Yunes, pero se volvió campo de batalla entre el Cártel Jalisco
Nueva Generación y Los Zetas desde diciembre pasado, coincidiendo con la
llegada de García al poder.
Regresaron las matanzas, primero en Minatitlán, donde 14 personas
-incluido un bebé- fueron asesinadas en abril, y el martes en Coatzacoalcos,
donde hasta hoy suman 26 víctimas de un atentado en un table
dance donde un grupo armado presuntamente vinculado al CJNG tiró
granadas, incendió la puerta y bloqueó las salidas de emergencia. En delitos de
alto impacto como secuestro y robo con violencia, Veracruz está en los peores
lugares del país.
Según la consultora GLAC, en el primer semestre de este año Veracruz
estaba en el último lugar de secuestros; hasta abril, la tasa por 100 mil
habitantes era de 1.87 secuestros, contra la media nacional de 0.45. La
incidencia delictiva se incrementó este año en 122%, y la gestión de García ha
sido tan ineficiente, que la Cámara Nacional de Comercio y el Consejo
Coordinador Empresarial locales, propusieron un juicio político contra él y el
alcalde de Coatzacoalcos, Víctor Carranza, impuesto por la secretaria de
Energía, Rocío Nahle, que presume tener el control de ese municipio.
El descontrol que tiene el gobernador en el estado no puede ser escondido
por los esfuerzos presidenciales en la comunicación política. Ni siquiera en
ese campo pudo ser capaz García, y proporcionarle información fidedigna a López
Obrador sobre lo que sucedió en Coatzacoalcos la víspera. En su conferencia de
prensa, el presidente aseguró que el presunto autor material de la masacre
había sido puesto en libertad por la Fiscalía de Winkler. Documentos que se
hicieron públicos casi inmediatamente después de la afirmación del presidente,
revelaron que fue la Fiscalía General la que puso en libertad al presunto
asesino porque los delitos por los que lo habían detenido no eran graves, sin
verificar sus antecedentes.
Esa falla en el área de inteligencia y la ausencia de una verificación
en las bases de datos policiales, devolvió en la calle a quien presuntamente
provocó la muerte de decenas de personas, como aparente represalia porque en
ese bar de mala muerte en Coatzacoalcos, “Caballo Blanco”, no vendían productos
con el sello del CJNG. Cuatro días antes, el 24, de acuerdo con el portal e-veracruz.mx,
el mismo grupo privó de su libertad y asesinó a Agustín Javier Ronson, junto
con otra persona, por esa razón. Un dramático video sobre su asesinato, por
ahorcamiento, comenzó a circular desde este miércoles en las redes sociales.
Tras el secuestro del dueño del “Caballo Blanco”, la Marina detuvo en
Coatzacoalcos a uno de los líderes del CJNG. Cualquiera con un mínimo de
conocimiento de los grupos criminales, podría haber visto que la suma de los
dos eventos anticipaba que habría una reacción criminal. Eso fue lo que sucedió
el martes. El CJNG volvió a dar una muestra de fuerza y poder frente al Estado
y el estado. Fue en Coatzacoalcos, donde el deterioro ha sido continuo desde
diciembre y que junto al cercano Minatitlán, la zona petrolera, se ha vuelto en
campo de batalla de los cárteles de la droga.
El estado es ingobernable. Los empresarios han emprendido el éxodo, los
robos a la industria se multiplican. Sólo en Coatzacoalcos, de acuerdo con la
ONG Ciudadanos Unidos, hasta junio había desaparecido entre el30 y el 40%
del sector productivo, ante la exigencia del derecho de piso.
García no ha hecho nada para frenar el éxodo empresarial. Tampoco los cuerpos
de seguridad vislumbraron el riesgo de lo que se venía acumulando.
La violencia se ha extendido, y la procuración de justicia es
inexistente. El gobernador, protegido por el presidente. García se ha
convertido en un lastre para López Obrador y lo está arrastrando políticamente.
Tiene que sacudírselo. Ese pie con gangrena le va a subir por el cuerpo a menos
que se lo corte. Tener un pelele en un estado problemático no le funcionó, pero
es mejor pagar el costo que el Congreso, dominado por Morena, lo lleve a juicio
político y lo destituya, a que siga contaminando la cruzada de López Obrador.
www.ejecentral.com.mx
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario