Por José Miguel Cobián
En las teorías de conspiración se maneja que la verdad jamás será divulgada por los medios normales de comunicación, sin embargo, hay métodos alternativos para decir las cosas, y que quien quiera, pueda entender la realidad, más allá de la bruma que los grandes intereses anteponen a la vista de la opinión pública.
Robert Rodríguez es un director americano de origen latino, con mucha simpatía y éxito en Hollywood, quien llegó a la fama con aquélla película de nombre ¨El Mariachi¨, cuya secuela fue estelarizada por Salma Hayek y Antonio Banderas. Amigo cercano de Tarantino, director de culto, quien disfruta mucho las películas de clase ¨B¨, en particular aquéllas que salpican sangre en la pantalla, admirador profundo del cine Gore, lo ha explotado al máximo en sus propias películas.
La última que ha presentado al público se llama ¨Machete¨, la cual seguramente amable lector no has visto, pues no es una película ni de buen gusto, ni comercial al estilo americano, que tanto nos gusta a los mexicanos. Es más, seguramente considerarás la película ¨un churro¨, ¨una gringada¨, o algo peor. Salvo que también disfrutes del cine Gore, y sobre todo, si eres de esa minoría extraña que disfruta películas raras y que las convierte en clásicos para el underground de cada país del mundo.
Después de la introducción, paso a comentarte el punto medular de esta colaboración. La idea que presenta Rodríguez en su film, es que hay dos tipos de intereses en Estados Unidos detrás de la lucha contra la inmigración ilegal. El primero, es el de los gringos ignorantes de su propia historia, que consideran al inmigrante un peligro para el ¨american way of life¨, es decir para su estilo de vida, y temen que los latinos, particularmente los mexicanos recuperen Texas y el resto del territorio arrebatado a nuestro país, mediante la invasión hormiga, de tal manera que si hay más latinos que anglos en esos territorios, aunque sigan formando parte de la Unión Americana, y el inglés fuera el idioma oficial, de todas formas, se habría recuperado el territorio, pues sus propietarios originales lo estarían poblando y disfrutando. Por ello, hay grupos de sicóticos que cazan inmigrantes, disfrutando cada vez que les disparan, los atrapan, los torturan, los violan, etc. Cabe aclarar que en México también hay de esos grupos de enfermos mentales, pero aquí los fines son económicos y de satisfacción de los más bajos instintos usando a hombres y mujeres inmigrantes como objetos para obtener placer o dinero, ya que están indefensos en un país dónde los derechos humanos existen en el papel pero no en la vida real.
El otro grupo interesado en que la frontera de México y Estados Unidos sea lo menos porosa posible es el de los criminales, quienes saben que mientras más difícil sea llevar droga a USA, más negocio harán con su tráfico. Si un cártel de drogas controla los puntos débiles de la frontera, será el único que hará negocio y desplazará a la competencia. Así, cuando menos en la película de Rodríguez, los antiinmigrantes son usados por los traficantes para elevar el precio de la droga en Estados Unidos y generar más negocio.
Cabe comentar también que si a los gringos verdaderamente les importara frenar la guerra fratricida que padecemos en México, lo primero que harían sería frenar el tráfico de armas a México, pero no lo harán pues también es un negocio colateral al de la droga. Allá venden droga, acá venden armas… Un amigo filósofo de rancho, (así le digo pues es un gran pensador y analista, sin título de filósofo) me dice que el presidente Calderón antes de iniciar la guerra contra el narco conforme a las instrucciones de la DEA (wikileaks dixit) debió de haber puesto como condición que no hubiera más venta de armas, pues en ese caso, si hubiera podido avanzar en su freno al tráfico de drogas y resto de negocios del crimen organizado. Pero se aventó como el borras, generando el doble negocio para los grandes cárteles gringos, así mientras allá hacen negocio vendiendo drogas más caras a su población y vendiendo armas a los mexicanos, acá pagamos con sangre el río de dólares que aquéllos reciben.
Insisto en algo que siempre he comentado. La muerte de un hermano mexicano, sea criminal, agente de la ley o simple ciudadano nos debe de doler a todos. No puede justificar el gobierno las muertes diciendo que eran ¨presuntos criminales¨, pues todos tenemos derechos humanos, incluso los criminales, incluso hasta los corruptos que los combaten, y mucho más los íntegros que los combaten.
Robert Rodríguez hace que uno de sus personajes diga lo siguiente: ¨Dejamos a los mexicanos entrar a limpiar nuestras casas, a trabajar en nuestros negocios, a cuidar a nuestros hijos sin mayor investigación, simplemente por ser mexicanos, pero no los dejamos entrar a nuestro país, ¿No es absurdo esto?¨
Si Robert Rodríguez tiene razón en su tesis, entonces los mexicanos estamos desestabilizados, pagando con sangre el beneficio económico de unos cuantos gringos con el poder suficiente para comprar policías, vigilantes, políticos y ciudadanos comunes de éste y de aquél lado de la frontera. El juicio final lo dará la historia, pero mientras, podemos reflexionar al respecto.