En el 2003 Felipe Calderón avaló, como secretario de Energía, que el yacimiento de Chicontepec solo tenía reservas por 670 millones de barriles. Ahora Pemex las ‘calcula’ en 17 mil millones. Lo cierto es que en el sexenio se han perdido 18 mil millones de pesos en su exploración.
Lunes 12 de noviembre de 2012
El resultado fue catastrófico: 8 mil 926 millones de barriles de reservas que Pemex daba por seguras se reclasificaron en “probables y posibles”, lo que dejó en apenas 670 millones de barriles las reservas con una posibilidad de 90 por ciento de ser extraídas del subsuelo
Petróleos Mexicanos sabía desde 1983 que el proyecto de explotación a gran escala en el yacimiento de Chicontepec sería un fracaso.
Lo sabía también Felipe Calderón en el 2003, cuando era secretario de Energía y en ese año Pemex admitió a la Securities and Exchange Commission, órgano regulador del mercado de valores de Estados Unidos, que las reservas en la zona son muy inferiores a las que habían anunciado.
A pesar de ello, su gobierno impulsó un relanzamiento del proyecto, que ha generado pérdidas por 18 mil 331 millones de pesos durante este sexenio, mientras las empresas perforadoras han ganado el equivalente a dos veces lo que costó la Línea 12 del Metro capitalino.
Documentos internos de la paraestatal obtenidos por Reporte Índigo muestran, desde los ochenta, que el volumen de reservas que se publicó para este activo no era real.
Los estudios sismológicos que sustentaron el cálculo de reservas en este yacimiento son “insuficientes, parciales y equivocados”, dijo en entrevista el geólogo Raúl González, quien fue subdirector de Pemex Exploración y Producción en los noventa.
Estos estudios, sin embargo, son la base que se ha usado hasta hoy como pretexto para conseguir presupuestos, que en este sexenio superaron los 116 mil millones de pesos (Reporte Índigo, 22 de octubre de 2012).
Fue hasta el año pasado que la paraestatal aceptó públicamente que “se habían equivocado” en las reservas de petróleo que existen en el subsuelo de Chicontepec. Admitieron que hay allí 30 por ciento menos de lo que habían sostenido hasta ahora.
Aún con esta “acotación”, Pemex dijo a la Comisión Nacional de Hidrocarburos que en la zona se pueden extraer 17 mil 500 millones de barriles de petróleo y gas.
Sus documentos internos lo contradicen: sostienen que se le puede sacar, como máximo, 4 mil millones de barriles en toda su vida productiva.
Error advertido
Era 1983, en la ciudad veracruzana de Poza Rica. Un grupo de funcionarios de Pemex discutía sobre el proyecto que entonces se llamaba “Paleocañón de Chicontepec”, hoy nombrado Aceite Terciario del Golfo.
El documento que estaba sobre la mesa, del que Reporte Índigo tiene copia, era un informe de la Subdirección de Producción Primaria, antecedente de la actual división de Pemex Exploración y Producción.
Describía la formación geológica de esta cuenca que habían delimitado en un área de tres mil 300 kilómetros cuadrados en los estados de Hidalgo, San Luis Potosí, Puebla y Veracruz, donde se ubica la mayor parte del yacimiento.
El punto medular de la discusión era el volumen de reservas que había en la zona y cuánto de este total podía extraerse si el proyecto se ponía en fase de explotación a gran escala.
Pemex había contratado a la consultora estadounidense DeGolyer y MacNaughton, con casa matriz en Dallas, Texas, para que evaluara el volumen total de hidrocarburos en el yacimiento y cuánto de ese total podía extraerse con la instalación de pozos de perforación.
El cálculo arrojó una cifra enorme: en el subsuelo había 148 mil 800 barriles de aceite y gas se podía extraer poco más del 10 por ciento, es decir, 17 mil 629 millones de barriles de hidrocarburo.
“Eso era una barbaridad, un absurdo, y yo se los dije a los ingenieros que estaban allí, pero nadie me hizo caso”, relató González, quien fungía en ese año como Subgerente de Operaciones Geológicas y Geofísicas de Pemex.
El absurdo consistía, explicó el geólogo, en que la cifra de más de 17 mil millones de barriles la obtenían de estudios sismológicos muy generales y de la perforación de apenas 94 pozos, insuficientes para delimitar las diferencias de concentración de hidrocarburo en un yacimiento de más de 3 mil kilómetros.
A pesar de la advertencia, Pemex siguió adelante con el informe que contenía también un plano de la concentración de petróleo en toda el área, el cual sería la guía para saber dónde instalarían los pozos.
El plano tenía una distribución casi igual de petróleo para todo el yacimiento, un imposible a decir de González: “No puede ser que en todas las áreas hubiera gran concentración de aceite, eso no funciona así, el estudio se basaba en cálculos de aproximaciones, no en pruebas geológicas ni en toma de muestras”, detalló el especialista.
El informe mostraba que el campo era “súpergigante” pero muy difícil, porque de las reservas enormes que le habían calculado se le podía sacar apenas el 10 por ciento con una inversión multimillonaria.
“Contrariamente a estos campos (en la sonda de Campeche), las reservas del Chicontepec serán de lenta recuperación y necesariamente con un número elevado de pozos, que de acuerdo con estudios realizados para tal propósito, deberán ser del orden de 16 mil, o sea un número similar al total de pozos hasta ahora perforados en el país”, refiere el documento de 1983.
Casi tres décadas más tarde, en septiembre de este año, apenas han perforado 3 mil 707 pozos y 995 de ellos están inactivos, porque dejan de producir a los tres meses de que son abiertos y a veces repararlos cuesta casi la mitad que abrir uno nuevo, sostuvo en entrevista con este diario en octubre Juan Carlos Zepeda, presidente de la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Pero en ese momento el yacimiento de Cantarell estaba recién descubierto y la bonanza petrolera no dejaba espacio para preocuparse por Chicontepec. Pemex archivó el informe y dejó la validación de este cálculo de reservas como algo de lo que se ocuparía más adelante.
Revés en las reservas
Una década más tarde, en 1993, nuevamente evaluaron el yacimiento. Pemex encargó a una empresa europea, la cual solicitó no revelar su nombre, un estudio que reiteró las condiciones difíciles que presentaba.