Por Rubén Espinosa/Témoris Grecko
Con menos moralismo evidente pero igual, con el objeto de banalizar y borrar la carga política del hecho: como si estuviéramos en los años 60, el atentado sangriento y brutal contra una activista y un periodista se quiso reducir a un reventón de muchachos que salió mal. El gobernador Javier Duarte había dicho: “pórtense bien”, pero ya ven cómo son los jóvenes.
“Termina fiesta en ejecución en Narvarte”. Así tituló su nota el diario Reforma, firmada por Yáscara López y Augusto Atempa, sobre el homicidio de cinco personas el viernes 31 de julio. Y desde la primera línea, ya se arroja a las víctimas al espacio gris donde se les puede juzgar y casi culpar de su tragedia: “Les gustaban las fiestas y tener amigos”. La frase siguiente, “eran alegres”, referida a las chicas que vivían en el departamento de Luz Saviñón 1909, es un matiz que no disfraza el mensaje subtextual: por andar de fiesteros y hacer amistad con cualquiera, se metieron a la boca del lobo. Sólo faltó agregar que eso a las niñas buenas no les pasa.
¿Se está realizando una investigación seria, determinada, imparcial? Existe el temor fundado de que no es así. Rubén Espinosa, el fotógrafo que había documentado problemas sociales en Veracruz, reportado actos de represión del gobierno estatal y tomado imágenes icónicas que avergüenzan al gobernador Javier Duarte, y que había escapado de Xalapa al DF para librarse de las amenazas y del hostigamiento que sufría allá, denunció en privado y en público –incluso en televisión– que también lo estaban acosando aquí. Su amiga Nadia Vera, activista de movimientos sociales, exmiembro del movimiento #YoSoy132, participante de manifestaciones contra Duarte (en las que fue golpeada por los policías enviados para reprimirlas), también había venido a Ciudad de México en busca de protección (compañeros suyos fueron atacados por golpeadores en junio) e igualmente había declarado en televisión que si le pasaba algo, el responsable sería Duarte.
Pero desde un principio, las autoridades mostraron su incomodidad con el aspecto político y de ataque contra la libertad de expresión que tiene esta matanza. El procurador general de Justicia del Distrito Federal, Rodolfo Ríos Garza, dijo en privado a familiares y personas ligadas a Rubén Espinosa que, como el fotógrafo no estaba en ese momento en ejercicio de sus profesión, no tenía que ver con su trabajo. Como si la ira de los retratados, como Duarte, se evaporara en cuanto el retratista baja su cámara y se va a casa. En público, Ríos Garza hizo lo posible por enterrar el hecho de que Espinosa haya venido al DF huyendo del acoso y de que lo haya denunciado ante quien lo quiso escuchar: “Tenía dos meses en el Distrito Federal donde buscaba nuevas oportunidades de trabajo“, dijo Ríoz Garza el domingo 2 de agosto.
Sólo fue la presión de organizaciones de defensa de los periodistas como Artículo 19, de la ONU, de organismos públicos de derechos humanos como la CNDH, la CDHDF, y de otros como Amnistía Internacional, así como de grupos de periodistas y de amigos de Rubén Espinosa y Nadia Vera, la que forzó a la PGJDF a asegurar que todas las líneas de investigación están abiertas, incluida la del atentado político.
Pero las autoridades del DF no parecen cómodas así. No lo están. No tardaron en empezar a diseminar pedacitos de información para confundir. Que hubo una fiesta. Y drogas. Se difundieron las fotos de otra víctima, Yesenia Quiroz, de 18 años. Como era guapa, se filtró el rumor de que era prostituta. Y las prostitutas, claro, atraen malas personas. Se hizo saber que otra, de nombre Nicole o Simone, era colombiana. Y los colombianos, claro, atraen criminales, como los tres hombres que serían los responsables y cuyo objetivo eran sólo estas dos jóvenes. Alejandra, la trabajadora doméstica que también fue asesinada, Nadia y Rubén, tuvieron la mala fortuna de estar cerca de esta gente peligrosa. Nadia y Rubén estuvieron peor, porque Alejandra fue a trabajar pero ellos estaban en ese departamento donde las fiestas eran frecuentes -habían dicho, supuestamente, los vecinos-, y haciéndose amigos de quienes no debían.
Ocurre que lo que los vecinos en realidad afirmaron fue que las fiestas no eran frecuentes, sino esporádicas. Y que en esa velada, no hubo ruido: “La noche del jueves pasado todo comenzó como una fiesta”, aseguró Reforma. Falso. El martes, la PGJDF explicó por fin que sus dos testigos -que habían declarado el sábado- y los vecinos dijeron que no hubo fiesta. Nadia, Rubén y otro compañero -uno de los testigos-fueron a un bar, regresaron a casa y ahí se quedaron.
El martes 4 de agosto por la tarde, los reporteros de la fuente se inconformaron ante la PGJDF. Estaban descontentos por que esa mañana, el diario La Razón -un medio de comunicación con pocos lectores pero impulsado por las facciones más derechistas del peñanietismo- publicó un video de cámaras de seguridad que muestran, difusamente, a los tres supuestos asesinos saliendo a la calle, frente al edificio de Luz Saviñón. ¿Por qué le daba la PGJDF trato de privilegio a La Razón? Los ayudantes del procurador quisieron aliviar el daño repartiéndoles copias del video… que desde la mañana estaba en YouTube.
El papel de Reforma en la estrategia para validar las versiones de la PGJDF es secundario. Parece extraña una alianza entre el gobierno perredista del DF y un diario de extrema derecha como La Razón, pero en realidad es congruente con las opciones que ha tomado el jefe del GDF Miguel Ángel Mancera, desde el día 1 de su mandato. Y La Razón se ha mostrado dispuesto a seguir el juego de dejar caer, cada día, las filtraciones destinadas a cimentar la hipótesis de que se trató de un robo o de una venganza contra Yesenia o la colombiana.
Duarte, que ya ha ofrecido su ayuda, no tiene qué temer: aunque en esta ocasión no pueda controlar directamente las investigaciones que realizan sus fiscales, como lo ha hecho en los 13 casos previos de periodistas asesinados en Veracruz (con Rubén, el gobierno de Duarte acumula un récord internacional de 14 informadores muertos), parece que sus compadres del DF están dispuestos a hacerle el favor.
No sólo ellos: también están hablando supuestas voces imparciales que realizan interpretaciones estiradas de los hechos. Una de ellas es la de que los motivos del crimen pueden ser inferidos a partir de detalles que de entrada son insuficientes para llegar a cualquier conclusión, y que además pueden ser falsificados.
Falsificados por los asesinos, para confundir. O por las autoridades, también para confundir.
Por ejemplo, para hacerlo pasar por un robo. O por venganza, contra Yesenia o la colombiana.
Una de estas voces “imparciales” es la de Gabriel Regino, quien ha estado dando declaraciones a diversos medios y que se presenta como un especialista sin mácula, con la ayuda cómplice o simplemente ignorante de los periodistas que lo citan.
Por ejemplo, la de una reportera de Univisión, que lo entrevista (vervideo en minuto 1’35”) introduciéndolo así: “Según Gabriel Regino, abogado experto en criminalística, la clave se encuentra en una de las víctimas”. Aparece entonces Regino y dice: “¿Quién aparentemente fue el objetivo de mayor violencia, de acuerdo con la información pública disponible? La mujer que registran como Nicole. Una mujer extranjera”.
Es la colombiana. La misma PGJDF que antes filtró que se había celebrado una fiesta interminable con alcohol, drogas y desconocidos -lo cual resultó mentira-, ahora está filtrando que los criminales fueron especialmente brutales violando y torturando a esta joven, más que a las otras.
Regino no sólo toma como verdadera esta versión no oficial. Según este “experto en criminalística”, ese rumor es evidencia suficiente para concluir que este homicidio múltiple se debe al odio que los asesinos le tenían a esa mujer.
ENLACE Y NOTA COMPLETA:http://cuadernosdobleraya.com/2015/08/05/fiesta-la-de-la-pgjdf-y-los-diarios-la-razon-y-reforma/