Acusada
de enriquecer a los industriales del periodismo, de dilapidar los recursos
asignados al área de prensa y los que de manera subterránea entrega a los
medios y a los periodistas a modo, un ejército de zánganos que cobran por cada
aplauso y por cada línea que garabatean, Gina se fue con el fracaso a cuestas,
su gobernador en el peor nivel de popularidad, pero eso sí, cargada de riqueza,
de ostentación, de podredumbre y de soberbia.
Perniciosa,
malaleche, Madame Mordaza comenzó a desteñirse cuando apenas le amanecía a la
pandilla próspera. Su muerte política fueron los escándalos por la serie de
crímenes de periodistas, diez en el sexenio duartista, el peor récord entre los
regímenes democráticos a nivel mundial, siendo los de Milo Vela, columnista y editor
de la sección policíaca de Notiver; Regina Martínez Pérez, corresponsal de la
revista Proceso, y Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de Notisur, Liberal
del Sur y La Red, la gota que derramó el vaso, evidencia del caos y la
violencia en que se realiza el periodismo crítico en Veracruz.
Su relevo
es, sin embargo, una incongruencia con sello duartista. Alberto Silva Ramos,
efímero secretario de Desarrollo Social, sólo duró en el cargo seis meses.
Asumió la SEDESOL estatal el 12 de agosto de 2013, aunque su rol estelar lo
tuvo antes, cuando con mano sucia y la maleta cargada destruía la alianza
PAN-PRD por el encargo del gobernador real Fidel Herrera Beltrán y el
pseudogobernador Javier Duarte de Ochoa.
Alberto
Silva Ramos no es publirrelacionista ni tampoco funcionario eficiente. Pasó por
la alcaldía de Tuxpan y la endeudó como nadie: 277 millones de pesos; perdió un
pleito con el IMSS, que agregó otros 80 millones a su debacle; derrochó en
imagen personal y se dio el lujo de traer a la encueratriz Larissa Riquelme,
posar con un macroposter de Playboy donde la nena exhibía el nalgódromo y luego
la hizo de cura de pueblo: la bautizó como “La novia de Tuxpan”.
Siendo
candidato a la alcaldía, prometió encarcelar a su antecesor, Juan Ramón Gánem,
y así lo hizo. Iniciaba su desastrosa administración, en enero de 2011, cuando
en las redes sociales pedía a gritos verlo tras las rejas. Se congratuló cuando
meses después lo vio en prisión. Y se indignó cuando el ex presidente municipal
resarció los 8 millones que le imputaban y recobró su libertad.
Se
cuentan en sus haberes otras fechorías. Una de ellas fue el montaje con que
pudo encarcelar al periodista Jorge Ricárdez Manrique, autor de la columna Del
otro lado del Cristal, el 8 de mayo de 2011, cuando el duartismo comenzaba a
hacer de las suyas y se cumplía aquella premonición de que diez comunicadores
que habían sido críticos con Javier Duarte terminarían encarcelados,
perseguidos, acosados, enlodados.
Manrique
venía documentando el doble discurso, el doble engaño, la demagogia barata y la
doble vida de Alberto Silva Ramos. Quien miente en casa, le miente al pueblo,
decía el periodista.
Acreditaba
elementos para un reportaje sobre el delfín duartista, incluidos los daños
causados durante la campaña por la alcaldía de Tuxpan a grupos y personas,
priistas y no priistas, empresarios y jóvenes, campesinos y sindicalistas.
Alberto
Silva Ramos, maniobrero, engañador, presumía a Emiliano Alberto, un hijo que
había procreado fuera del matrimonio. Subía sus fotos a Facebook y recibía un
buen de comentarios.
Riguroso
en el método, Manrique recurrió a las fuentes directas a partir de un hecho:
siendo parte de su vida privada, El Cisne se hacía responsable de hacer
públicas las fotografías de su pequeño Emiliano Alberto, producto de su
relación con la señora Elsa Basáñez, implícita la infidelidad, el engaño, la
calidad moral del político.
Así
caminó en su investigación. El punto era que mientras Alberto Silva Ramos
presumía al vástago, a poco de asumir la alcaldía de Tuxpan, su esposa Celin,
una dama de origen cubano, aún a sabiendas de la burla de que era objeto, se
convertía alegremente en titular del DIF. A la luz estaba el desliz pues el
mismo Silva Ramos había puesto en las redes sociales el producto de su nuevo
amor. O sea, marido y mujer se sabían todo y todos estaban contentos.
Un texto
titulado “El Cisne Beto Silva”, hecho llegar a Jorge Manrique el 20 de abril de
2011, describe al hoy vocero del gobernador como “el soltero más codiciado”
durante la campaña por la alcaldía de Tuxpan, “a pesar de mantener una relación
estable con una linda Xalapeña de nombre Elsa, con la cual procreó a Emiliano”.
Otro elemento de la doble moral del priísta.
Al
saberse investigado, “El Cisne Constructor”, otro apelativo contenido en el
texto en alusión a los millones invertidos en pavimentación por la benevolencia
del gobernador Duarte, pretendió cooptar a Manrique. Le ofreció publicidad.
Luego dádivas. Manrique siguió adelante. El operador era Erick Rosales Morales,
su tesorero municipal.
Terminaría
armando un montaje, vía un periodista y un editor de radio: Alejandro de la O
Fernández y Carlos Antonio Ortiz allegado éste a la entonces coordinadora de
Comunicación social del gobierno de Veracruz, María Gina Domínguez Colío.
Aquel
escribió un correo en el que decía que “el periodista” exigía un millón de
pesos para no sacar a la luz el reportaje y que había que “ayudar” al mentado
Silva. ¿A qué extorsionador se le ocurriría enviar desde su cuenta de correo
electrónico un mensaje y con ello dejar huellas incriminatorias?
Manrique
fue citado en Plaza Ánimas, el 8 de mayo de 2011. Alejandro de la O
supuestamente le daría información sobre “El Cisne” Silva. La celada estaba
puesta. Alejandro de la O se encontró con un enviado del alcalde, Eduardo Alonso
Morales King, jefe de escoltas del alcalde de Tuxpan, por instrucciones de
Erick Rosales. Le entregó un maletín con pacas de dinero —30 mil pesos en
billetes—. Se aisló para contar el dinero y en ese momento le cayó la policía.
Además, toda la escena estaba siendo videograbada.
Minutos
después Manrique recibió un mensaje de De la O. Acudió y fue aprehendido. Junto
con él iba el constructor Isaías Armenta, a quien también detuvo la policía. El
único que no pisó la cárcel fue Carlos Antonio Ortiz, el allegado a Gina
Domínguez. Clarísima trampa.
Remitido
al cuartel de San José, Jorge Manrique fue tratado como delincuente de alta
peligrosidad. El 9 de mayo un convoy de ocho patrullas lo trasladó al penal de
Pacho Viejo. Se le consignó por extorsión y se le dejó a su suerte, en
manos de Zetas. Las amenazas iban y venían. Manrique a expensas de
delincuentes, sometido al terror día y noche.
Y afuera,
en los medios, una campaña infame. Usaron a la prensa vendida, a sus
textoservidores, mercachifles de la pluma, para bañar de lodo a Jorge Manrique.
Reynaldo
Escobar, entonces procurador, le hizo saber que no era su asunto sino del gober.
Pudo
sortear su infierno gracias a otros presos políticos que le dieron cobijo y
neutralizaron a las bandas que tenían el encargo de tablearlo hasta morir,
similar a lo que ocurrió con Carlos Jesús Rodríguez, dueño del portal
gobernantes.com, molido a golpes tras ser aprehendido el 10 de mayo por una
denuncia por lesiones que reactivó la pandilla duartista.
Sabíase
perseguido no por casualidad. Jorge Manrique había tenido una actitud crítica,
documentada, indomable hacia Javier Duarte antes y durante la campaña por la
gubernatura de Veracruz, en 2010. Cuestionaba su falta de solidez política, la
improvisación y ser sólo una imposición del entonces gobernador, Fidel Herrera
Beltrán, un títere a modo. Y le sacó a relucir su cuestionado doctorado en la
Universidad Complutense de Madrid.
Figuraba
Jorge Manrique en aquella lista negra que diera a conocer el periodista Carlos
Lucio Acosta y a la que hiciera referencia Manuel Rosete Chávez en su columna
Apuntes. Los diez del patíbulo serían perseguidos, encarcelados o
desacreditados. Con Manrique, Carlos Jesús Rodríguez, Claudia Guerrero, Manuel
Rosete y Mussio Cárdenas se cumplió el vaticinio.
Ahora el
lodo se lo vacían, vía Facebook, a Noé Zavaleta, Jorge Morales, Claudia
Guerrero, Roberto Morales, Maryjose Gamboa y una decena de periodistas más.
Pasó seis
meses en el penal de Pacho Viejo. Vertiginoso el juicio, según la causa penal
149/2011/IX, Jorge Manrique fue condenado por el delito de extorsión, pero por
la baja penalidad pagó una elevadísima fianza y pudo recuperar su libertad.
Proscrito
del escenario periodístico, muy contados medios le dieron cabida a sus
columnas. Sus amigos políticos lo abandonaron, alertados todos de no osar
desatar la furia de Javier Duarte, el autopremiado gobernador “defensor de los
periodistas”.
Marrullero
y vil, Alberto Silva Ramos desató su obsesión carcelaria en el periodista Jorge
Manrique. Decía que no permitiría que nadie ventilara la vida e imagen de su
hijo Emiliano Alberto, cuando que fue él, entonces alcalde de Tuxpan, quien lo
hizo en diversas ocasiones, una de ellas el 13 de abril de 2011, en una cuenta
de Facebook, de la cual existe evidencia para cuando el señor Cisne quiera
debatir.
Así son
los absurdos del gobernador de Veracruz. Un empleado que encarcela periodistas,
convertido en el nuevo titular de Comunicación Social. Pa’ incongruencias, don
Javier.
Lo que es
tener mente criminal. Un aplauso, por favor.
Archivo
muerto
Formal
prisión, como era de esperarse, a Teresa de Jesús Hernández Cruz y cinco
secuaces, ella como autora intelectual y ellos como sicarios, presuntos
culpables, por el crimen del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz. Se les imputa
el levantón, ocurrido el 5 de febrero, el asesinato perpetrado previa tortura
hasta degollarlo, y su inhumación en una fosa clandestina del poblado Polanco,
en la colonia J. Mario Rosado del municipio de Las Choapas. Inverosímil, el
móvil más “consolidado”, según la ex vocera del gobierno duartista, María Gina
Domínguez Colío, es la venganza personal, aunque la presión de los periodistas
y las organizaciones de derechos humanos obligó a que el gobierno de Veracruz
haga como que sigue la pista del trabajo periodístico de Goyo Jiménez, quien
trabajó para Notiver, Liberal del Sur y La Red. Formal prisión aunque a muchos
no convence que algunos de los detenidos y procesados sean los asesinos sino el
crimen organizado por lo que publicaba y, sobre todo, investigaba el reportero…
Soñador, iluso patético, Víctor Rodríguez Gallegos pregona que será el próximo
diputado federal por Coatzacoalcos, con la bendición no del pueblo porque ese
no cuenta; no del gobernador Javier Duarte, que no pasa de ser un estorbo político,
sino con el visto bueno de su padrino Marcelo Montiel Montiel, desaforado
delegado de la Secretaría de Desarrollo Social en Veracruz, cargo que usa para
el futurismo político y en sus ratos libres para cumplir las tareas que le
encomendó su jefa, la ex perredista salinista Rosario Robles Berlanga ex de
Pierna Ahumada, pues su tiempo lo pierde proyectando a su subdelegado
administrativo, el tal Víctor Rodríguez. Tan despegado de todos, hasta de los
marcelistas, cuando menos un voto sí tendrá seguro Víctor Rodríguez, el de su
hermano Felipe, el único que cree en tan demencial proyecto. No más…