17 de octubre de 2015

AQUÍ EN CORTO…/TEXTO SERVIDORES, SICARIOS, Y MERCENARIOS ELECTRÓNICOS

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por: Jorge Torroella                  http://oneamexico.org
Texto servidor: En el periodismo contemporáneo se les conoce así a quienes, cual prostitut(o)s, venden su pluma a quien mejor les pague. Sicario: es quien se encarga de aniquilar a alguien por encargo de otro. Mercenario: es aquel que lucha o participa en un conflicto, siempre con ánimo de lucro buscando su beneficio económico y personal, sin importarle ideología alguna.

Por su gran impacto en la sociedad y alcance masivo los medios electrónicos pueden servir como armas virtuales para denostar e incluso destruir la vida privada y/o pública de alguna persona, con el apoyo de los personajes antes mencionados quienes actúan normalmente con poca o nula consideración sobre la ética o preferencias políticas con el bando o jefe para el que trabajan a cambio de favores políticos o dinero. Esto es una realidad.

Se tienen documentados casos en los que a través de las redes sociales se ejerce tal presión psicológica, asedio, bullying  y acoso contra alguien en particular que la situación ha derivado en severos ataques por parte de usuarios, o incluso ha orillado a gente joven al suicido.
Un caso reciente  de difamación a través del ciberespacio fue el que protagonizaron  un político y empleado de Televisa, quienes operaban una red de acoso a periodistas y político mediante Internet, entre los que destaca el ex coordinador de Equidad de Género y Diversidad Sexual del PRI de Veracruz, Pedro Zararabal, víctima de agresiones por parte de Texto servidores, Sicarios, Mercenarios electrónicos, por ser un crítico de funcionarios públicos corruptos de Veracruz.

La batalla virtual en estos medios tiene como municiones  likes, followers, reputación en medios, y a cuantas personas pueda etiquetarse, mencionar o compartir,  vía redes sociales los mensajes de ofensas y demás injurias.

Desgraciadamente  la mayoría de las veces  quien gana o pierde estas batallas es quien tiene más números a su favor;  el veredicto final lo dan siempre los usuarios de estos medios, que calificaran de verdad o mentira la información, muchas veces sin confirmarla o consultar su veracidad.

La problemática existe y  será difícil combatirla sin atentar contra la libertad de expresión, y en un campo de batalla virtual que no tiene fronteras, la legislación a nivel internacional se queda corta, dejando una oportunidad para ejercer estas malas prácticas en manos de quien le plazca.



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