Alejandro Saldaña Rosas
Sociólogo. Profesor Investigador de
la Universidad Veracruzana
Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa
Saldaña
Vengo a
aprender
Yo no
conozco la Secretaría de Relaciones Exteriores, no soy un diplomático. Se los
digo de corazón y con humildad: vengo a aprender de ustedes.
Luis Videgaray
La falsa modestia del recientemente
nombrado canciller mexicano es profundamente insultante, por tres razones
básicas:
1. Porque bien sabemos que es mentira: no llega a aprender, sino a obedecer
los designios y caprichos de su jefe Donald Trump y, por supuesto, a ocupar un
lugar en primera fila rumbo a la candidatura presidencial del 2018. No se
explica de otra forma que Peña Nieto no hubiese recurrido a los muchos y muy
bien formados integrantes del servicio exterior mexicano para ocupar el cargo
que dejaba la también improvisada Claudia Ruiz Massieu. Luis Videgaray llega a
la Secretaría de Relaciones Exteriores fundamentalmente como operador político
de Trump, no como funcionario para ver por los intereses de los millones de
mexicanos en el extranjero, particularmente en los Estados Unidos.
Videgaray ha dado muestras de ser un operador confiable para Trump: su
servilismo hacia el electo presidente norteamericano quedó de manifiesto al
organizarle una visita a México en la que se le dio trato de estadista, sin
serlo. El argumento de Videgaray fue su preocupación por el Tratado de Libre
Comercio ante las políticas anunciadas por el entonces candidato republicano;
no obstante, resulta imposible concebir la visita de Trump a México como un
acierto político porque las formas, el tono, el contenido mismo de la
entrevista con Peña fueron protocolos de sometimiento, guiños de subordinación
en los que la defensa de los mexicanos en los Estados Unidos quedó en el
olvido.
La evidente incapacidad de Videgaray en temas internacionales quedó en
evidencia al confundir la diplomacia con la sumisión. Su premio fue la
Secretaría de Relaciones Exteriores. Insultante.
2. Insultante también porque la improvisación en mandos de alta
responsabilidad ha sido una característica del gobierno de Peña Nieto y los
resultados están a la vista: México es un absoluto desastre, salvo para la
clase política, los grupos empresariales privilegiados, la jerarquía de la
iglesia y el crimen organizado, quienes viven de la pobreza, se benefician de
la violencia y se nutren de la ruina del país. Tal nivel de improvisación,
ineficiencia y corrupción no es casual ni resultado de fallidas decisiones,
sino parte del diseño estratégico para saquear al país, en connivencia con unos
pocos consorcios trasnacionales.
Durante decenas de años se dijo que México era candil de la calle y oscuridad
de su casa, en alusión a que la política exterior mexicana se distinguía por
escribir páginas brillantes en la diplomacia internacional, mientras que a
domicilio la grisura de las políticas internas era ostensible. Bien, ahora
podemos afirmar que Peña ha logrado una coherencia indeseable y peligrosa: la negrura
de su gobierno es absoluta. Mire usted si no: el cargo que ocupó Jaime Torres
Bodet en la SEP, hoy es de Aurelio Nuño, el secretario que sabe “ler”, pero no
leer. El cargo que ocupó el Premio Nobel de la Paz, Alfonso García Robles, hoy
está en manos del becario Luis Videgaray Caso. Insultante.
Por otra parte, llama la atención que el nombramiento del improvisado e
ignorante (a confesión de parte) Videgaray como canciller no haya suscitado
protestas en voz alta entre los diplomáticos de carrera, y si las hubo, hasta
donde conozco no se han hecho públicas. O el cuerpo diplomático se limitó a
rechinar los dientes y a obedecer con mansedumbre, o las posibles (y deseables)
críticas fueron silenciadas, vaya usted a saber. Supongo que a no pocos
diplomáticos de carrera (no a delincuentes travestidos de cónsules en
Barcelona) les debe haber caído como patada en el hígado la designación de un
lego en relaciones internacionales cuya mayor virtud es su gran capacidad de
genuflexión. Insultante.
3. Insultante también porque el nombramiento del canciller patito ocurre
cuando las movilizaciones contra el brutal gasolinazo comienzan a expandirse y
a integrarse con otras demandas y organizaciones; ante este escenario de lucha
social el gobierno mexicano reacciona como lo ha hecho siempre, como lo tiene
bien aprendido: con violencia. Organizar grupos de saqueadores para demeritar
la resistencia colectiva es tan violento como nombrar a un porro instruido como
titular de la diplomacia mexicana. Por supuesto que los saqueos a tiendas
comerciales no han sido realizados exclusivamente por golpeadores del PRI (como
los de Antorcha Asesina), también ha participado gente que está harta de que la
atraquen cotidianamente por vía ilegal o por ruta institucional. No asombran
los brotes de estallido social, sorprende que no hayan ocurrido antes. Si Luis
Videgaray ha llegado a la SRE a aprender, el gasolinazo y la irrupción de
porros y halcones han llegado a prender al país.
Insultante también es que Peña Nieto adjudique el incremento a las gasolinas a
los precios internacionales, cuando todos sabemos que la precariedad energética
de México es en parte resultado de su lesiva reforma en la materia. Otra parte
es la brutal corrupción en PEMEX, de la que se han beneficiado durante décadas
tanto líderes charros como funcionarios, gobernadores, empresarios,
contratistas y un sinnúmero de depredadores que acabaron con la empresa. Con
una industria energética fuerte, liderada por PEMEX y CFE, el incremento en los
precios internacionales de las gasolinas nos hubiera beneficiado; ocurrió
exactamente lo contrario, lo que demuestra que las decisiones en materia de
política energética en México en los últimos 20 años han sido profundamente
erradas.
Luis Videgaray dice que ha llegado a la SRE a aprender. Insultante desde luego,
pero lo más grave es que la política exterior de México queda en una
inaceptable situación de precariedad en una coyuntura internacional en la que
se requiere oficio, experiencia, perspectiva. Videgaray, además de que carece
de la formación académica, la pericia y el talento para ocupar el cargo, ha
demostrado con creces que su actividad política está en función de intereses
personales y de grupo, no de los del país.
En tanto aprendiz, Videgaray no merece el salario ni las prestaciones asignados
al cargo de Secretario de Relaciones Exteriores, lo que sin duda alguna lo
tiene sin cuidado habida cuenta de que seguramente pasa la factura de sus
gastos y servicios al gobierno de Trump, el enemigo de los mexicanos.
Con el nombramiento de Videgaray en la SRE Peña demuestra una vez más que su
misión como gobernante es vulnerar al máximo al país y enriquecerse
salvajemente junto con los otros integrantes de su cártel.